Hay una palabra hermosa del inglés que es gimmick. La traducción literal es artilugio o truco. Por ahí viene la cosa. Pero tiene un uso muy específico al hablar de películas o series de televisión, que se refiere a ese elemento original que busca atraer a la audiencia, más por la forma que por el contenido.

Un ejemplo claro era la serie 24, que tenía a Jack Bauer persiguiendo terroristas, además del gimmick de estar presentada en tiempo real. Otras veces el truco puede durar un solo episodio, si la acción transcurre en una sola habitación o si hay un invitado especial. Sin ir más lejos, Seinfeld tuvo un episodio contado de atrás para adelante (el mismo gimmick de la película Memento) y el resultado quedó en el mejor de los recuerdos. Así que la presencia del truquito no tiene por qué ir en detrimento de la calidad.

Netflix, que ya incluyó programación interactiva en su catálogo, presentó esta vez una serie con un gimmick, casi tan importante como la historia, o al menos así decidieron promocionarlo. Se trata de Caleidoscopio (Kaleidoscope), miniserie acerca de un genio criminal que recluta pillos para cometer el robo del siglo. Hasta ahí, nada que no hayamos visto o leído. El gancho está en el que podemos ver los episodios en el orden que se nos cante e iremos armando la historia en nuestras cabezas.

A mí, que vivo rodeado de series de televisión, los gimmicks me pueden. Aunque más no sea para zafar por unos días de ciertos estándares a la hora de contar cuentos audiovisuales. Así que decidí ver “una de robos” y que Netflix ordenara los episodios como quisiera (solamente deja fijo el último, que es el del robo mismo). El resultado final es entretenido, claramente no quedará en la historia, y el gimmick no distrae. De hecho, entre nosotros, podría no haber estado.

Tenemos, entonces, ocho episodios que cuentan momentos en la vida del grupito, o al menos de su genio criminal, que quiere cobrarse venganza desplumando al propietario de las bóvedas de seguridad más seguras del mundo. Uno de los episodios transcurre 24 años antes del robo, donde se explica por qué el protagonista odia tanto al mencionado empresario de la seguridad. Otro transcurre siete años atrás y está situado en la prisión. El resto giran entre unas semanas antes y unas semanas después del hecho.

Pese a tratarse de piezas de un mismo rompecabezas, algunos episodios se destacan del resto. Todos suelen tener su momento McGyver, en el que se pone en marcha un plan para conseguir dinero, escapar de la cárcel o conseguir insumos para el gran atraco final. Justamente el de la cárcel (el verde, porque se identifican por colores) es de los más compactos, mientras que el último en cronología (seis meses después, color rojo) tiene bastante más humor que el promedio.

Algunos elementos pueden distraer, como el hecho de que 24 años antes, la acción está interpretada por los mismos actores, con alguna que otra prótesis chistosa. En mi caso, lo que me derrumbó hasta las lágrimas fue constatar que ese episodio, que en mi mente estaría situado en los años setenta, arrancaba con música de Fatboy Slim. La que escuchaba en mi discman yendo de la facultad al trabajo. Disculpen, se me metió media vida en el ojo.

Lo fundamental en esta clase de historias, el elemento “plata o caca”, es el elenco. Y aquí en su mayor parte no desentona. El genio criminal es… prepárense… Giancarlo Esposito, el tipo que más genios criminales ha interpretado en la televisión, que aquí logra darle un poco de liviandad a su personaje, pero solamente en algunos episodios. Su ladera, la especialista en armas, está interpretada por la actriz española Paz Vega, cuyo personaje se crio en Argentina y por ese motivo profiere en más de una ocasión una catarata de insultos muy porteños. Hay que oírlo para creerlo.

Del resto del equipo se destaca Jai Courtney como el loose cannon, el tipo impredecible que mantiene una relación toxiquísima con la experta en explosivos (Rosaline Elbay). Completan el grupo un tercero en discordia (Peter Mark Kendall) y el conductor (Jordan Mendoza). Rufus Sewell tiene el physique du rôle para villano mientras que Tati Gabrielle guarda varios secretos.

Si están con ganas de ver “una de robos”, Caleidoscopio es una buena opción. No reinventa la rueda, ni siquiera con el truquito del orden, pero fue suficiente para que le prestara atención. Porque los gimmicks me pueden.

Caleidoscopio. Seis capítulos de 34 a 56 minutos. En Netflix.