Hay historias, relatos, novelas llamadas a ser llevadas al cine una y otra vez. Ya hemos perdido la cuenta de la cantidad de reinterpretaciones de Sherlock Holmes, Drácula, James Bond y muchos otros personajes que regresan cíclicamente a nuestras pantallas. De Francia, los tres mosqueteros parecen ser aquellos capaces de recuperar la pantalla repetidamente. La novela publicada por Alejandro Dumas en 1844 dio el salto a la gran pantalla en 1921, en la primera de las muchas versiones que aumentarían su ya inmensa popularidad.

Puesto a elegir una versión, me quedo (seguramente por edad) con la de Disney de 1993 y su canción a cargo de Bryan Adams, Sting y Rod Stewart, pero lo cierto es que hay tantas versiones como gustos y las ha habido en cine, en televisión, en animación, en historieta. Curiosamente, y a pesar de su origen, no es Francia el país más dedicado a adaptar la novela, y esta nueva versión bien puede verse como una recuperación del relato a partir del original. Porque hay una nueva versión de Los tres mosqueteros, es francesa y está dividida en mitades.

Martin Bourboulon tiene sus elecciones bien claras. Estamos ante la historia clásica de siempre: el joven D’Artagnan (François Civil) viaja a la París de 1625 con el afán de convertirse en mosquetero del rey, tal y como lo fue su padre. A su llegada (en esta versión, en el viaje) se cruza con un curioso incidente que lo pondrá en medio de una conspiración real para atacar a la reina Ana de Austria (Vicky Krieps), pero antes de que pueda hacer nada, y provocado por su carácter impetuoso e imprudente, terminará retado a duelo por tres mosqueteros diferentes: Athos (Vincent Cassell), Porthos (Pio Marmaï) y Aramis (Romain Duris). Los duelos desembocan en una improbable amistad, y pronto los protagonistas deberán defender a su rey Luis XIII (Louis Garrel) de las maquinaciones del malvado cardenal Richelieu (Éric Ruf).

Es decir, básicamente, lo que hemos visto muchas veces antes, pero la versión de Bourboulon (y los guionistas Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière) opta por cargar la narración esencialmente sobre las espaldas de D’Artagnan (al punto de reducir a los otros, particularmente a Porthos y Aramis, a casi cameos). Esto afecta algo la efectividad del relato, al que no demuele pero deja bastante simplón, a pesar de los esfuerzos actorales de Civil. Él, junto al Athos de Cassell –trágico como corresponde–, llevan adelante la trama, contrapesados lógicamente por la gran estrella de la función: la Milady de Winter de Evan Green, que se devora la pantalla en cada aparición (y que será la protagonista absoluta de la segunda parte del díptico, pronta a estrenarse en cines).

Acaso consciente de la simpleza resultante en su relato, Bourboulon apuesta a una presentación de época tan espectacular como elegante, a trepidantes combates en planos secuencia (a la usanza de John Wick, aquí algo caóticos por momentos) y a no dar respiro nunca. Sorprende que –teniendo espacio en dos partes– no haya profundizado demasiado en la complejidad de su historia, pero el director apuesta a entretener y a aportar vértigo gracias a los combates, las conspiraciones y los romances. Bastante bien lo logra, y deja muchas ganas de ver cómo termina esta nueva encarnación en Milady. Mientras, y para prepararse, se puede ver esta primera entrega en alquiler en los servicios de cable, para todos aquellos que no la hayan encontrado en cines (porque estuvo pocas semanas en cartel).

Los tres mosqueteros: D’Artagnan. 121 minutos. En alquiler digital.