Corría el año 1996 y una falla eléctrica provocó un incendio que terminó con el teatro Odeón. En 2019 y después de muchos meses de trabajo, la compañía teatral Pequeño Teatro de Morondanga “volvía a encender” el recinto con la obra Chacabuco. Seguramente el pangolín cero ya se había comido al murciélago cero en China, pero eso no lo sabía Roberto Suárez ni nosotros.

Pasaron más años, hasta noviembre de 2023, y el periplo de ese teatro que ardió y volvió a hacerlo (como la Comedia Nacional en 2022) llegó a la gran pantalla en forma del documental Luz de obra, dirigido por Germán Tejeira. Es el periplo de un edificio y una compañía, pero el guion de Tejeira y Julián Goyoaga elige a uno de los personajes de esta obra (teatral y arquitectónica) para que sea nuestra guía en el camino hacia la luz.

“Pancho Garay es un personaje cinematográfico extraordinario”, dice Tejeira en la comunicación oficial de la película, y hay que darle la razón. De semblante tranquilo, que se mantendrá durante los siguientes 80 minutos, comienza la historia contando acerca de una obra de teatro con autómatas, en una casa que la gente recorrería en carros, similar al Tren Fantasma o alguna atracción de los parques de Disney.

Esa obra no se llevó a cabo, pero en la forma de explicarla descubrimos a nuestro Quijote. Solamente con ese fracaso podría existir una historia, como cuando Terry Gilliam compartió en el documental Lost in La Mancha su derrota en la filmación de El hombre que mató a Don Quijote. Pero nuestro Quijote, que es afable como Sancho Panza, forma parte de un equipo que no dudará en enfrentarse a los molinos de viento. Y contra la literatura universal y la mala prensa que tiene nuestro país, terminarán triunfando.

Garay es muchas cosas. Es un constructor que realiza trabajos de albañilería y negocia cobrar en sillones. También está terminando de hacer su casa de piedra, quijotada que apenas si le está tomando unos 15 años. Arriba de todo eso, como parte de la compañía fundada por Roberto Suárez, está ensayando una obra y reconstruyendo el Odeón, porque no se podrá inaugurarla si no se termina el escenario que la albergará.

Difusión.

Difusión.

Tejeira y Raindogs Cine presentan una obra de cercanía. La cámara invisible nos invita a meternos en conversaciones espontáneas, preparadas y hasta en recreaciones (reconstrucciones) de hechos que ocurrieron antes de que existiera la idea del documental. El caso más evidente es la reunión de un grupo de actores con la pareja propietaria del edificio del teatro, por entonces en ruinas, en donde se plantea su reconstrucción. Inmediatamente después, uno de los protagonistas nos aclara que no, no pasó así.

Además de la gran excusa edilicia, Luz de obra nos permite meternos tímidamente en el método de trabajo de Pequeño Teatro de Morondanga, que se presenta como el de un grupo humano obsesionado hasta tal punto con el proceso, que no cuesta imaginar una película escrita por Charlie Kauffman acerca de un grupo de actores que ensaya 50 años para dar una única función. Dentro de esa dinámica grupal, Suárez aparece de a ratos como chamán y de a ratos, será por esos ojos, como casi un líder sectario.

La película es ágil, da saltos para evitar el aburrimiento e incluye momentos de pequeños delirios, como cuando César Troncoso es entrevistado por una marioneta o Gabriela Iribarren juega con el rumor de que ella fue la responsable de que el Odeón ardiera, la vez que lo hizo literalmente. De esas minidisrupciones me quedo con Garay explicando que cada día de rodaje es un día de trabajo que se pierde, porque le piden que se pare ahí o que diga tal cosa, y él tiene asuntos más importantes que atender. “Poné una foto mía”, le pide al director.

No existen dudas de si lo harán o no lo harán, porque Chacabuco, la obra sobre los familiares y pacientes de un carismático terapeuta que está por morir, tuvo su estreno. Y Luz de obra también tuvo sus funciones de preestreno en el Odeón, que vive y lucha. Eso no quita que el final emocione, porque no importa cuántas veces veamos a Alonso Quijano cabalgando derechito contra los molinos, siempre haremos fuerza para que triunfe. Por suerte, eso ocurre un puñado de veces.

Luz de obra, dirigida por Germán Tejeira. 74 minutos. Funciones en Life 21, Life Cultural Alfabeta, Cinemateca, Sala B y sala Lazaroff. Más información y horarios en raindogscine.com