“Es uno de los mejores conciertos de mi vida”. La frase es del propio Rodolfo Páez, Fito , que ya avanzada la noche nubosa del sábado en la rambla de Punta Carretas se dio cuenta de que aquello que estaba logrando era tan grande como mágico. Su presencia y su música fueron el centro de un show que tuvo mucho más de lo que las 65.000 personas que asistieron podían llegar a esperar.
Parecía que los miles y miles no paraban de llegar a una rambla desbordada, la cual parecía quedar cada vez más chica conforme pasaban los minutos. Se hicieron las 21.40 y las luces se apagaron, y desde ese momento Fito le “tiró” la historia y los recuerdos encima a la gente. “El amor después del amor”, cantaban miles como si ese hit tuviera meses y no los 30 años que tiene. La carta de presentación ya daba a entender que sería una noche para recordar por mucho tiempo.
Sobre las 22.00, llegó la primera sorpresa del recital, de esas que dejó mudos a muchos, y que fue tan agradable como popular. Fito habló de que en Uruguay “tenía familia” y que esa familia eran grandes amigos. Segundos después, apareció Rubén Rada para cantar “11 y 6”, que pasó a entonar la letra a capela junto al público, mientras Páez disfrutaba el momento. La canción avanzó y juntaron sus voces, logrando así un dúo que se mostró adorable.
La cantidad de público no permitía prácticamente moverse a nadie, pero el mismo show tampoco lo permitía, porque era de esos eventos en los que nadie quiere perderse un instante. Bajo un cielo amenazante y un clima fresco, Fito cantó “Tráfico por Katmandú” y “Pétalo de sal”, tema en el que luego pidió a las nuevas generaciones que escuchen a Luis Alberto Spinetta, uno de los referentes de su época y de la música argentina. Acto seguido, interpretó algunas letras de rock de los años 80, en una serie de temas enganchados.
El show/fiesta continuó, y otra de las canciones que inevitablemente marcaron la noche fue “Un vestido y un amor”, que “movió” a miles de almas a cantar con los celulares prendidos, como si fuera la última vez. Mientras, Fito parecía acariciar el piano en uno de esos momentos en que la sintonía entre el artista y el público parecía congelar el tiempo.
Luego llegó la segunda sorpresa de la velada: para sumarle más fuerza y rock a la noche, Fito presentó a Roberto Musso, quien cantó “Roberto”, el tema del Cuarteto de Nos.
En esta etapa de la gira mundial titulada El amor después del amor, que tendrá su cierre el sábado 16 en el Estadio Único de La Plata, fueron varios los éxitos que estuvieron en la lista de canciones. “Tumbas de la gloria” y “La rueda mágica” fueron dos de los temas reconocidos que el público entonó, pero merece una línea aparte la previa de “Al lado del camino”. Antes de cantarlo, Páez dijo que desde hace 50 años que escucha a los políticos, que todos viven hablando, que hacen mucho menos de lo que dicen, y que la letra del tema parecía escrita ese mismo día a la mañana.
“Circo beat”, de 1994, es de esas canciones que encienden al público, porque permite ver mejor el rock que se escuchaba hace casi 30 años. En esa elección de históricos estuvo también “Brillante sobre el mic”, interpretación que permitió unos minutos mágicos, con miles de linternas de celulares encendidas. Allí la comunión existente entre Páez y el público fue perfecta. “¡Qué linda que estás Montevideo!”, dijo, y luego cantó: “Hay cosas que no voy a olvidar / la noche que dejaste de actuar / sólo para darme amor”.
Se acercaba el final de recital y Fito compartió los temas “Ciudad de pobres corazones” y “A rodar mi vida”. Vale mencionar la destacada participación y asistencia de la banda de Fito Páez: todo funcionó muy aceitadamente y sin fisuras, lo cual hizo que la presentación fuera ideal.
Cuando todo parecía despedida, Fito reiteró aquello de los amigos y la familia, y apareció inesperadamente Hugo Fattoruso para tocar el piano y cantar “Giros”. En el mismo tema, cambiaron de lugar con Páez, quien pasó a tocar el piano mientras el músico uruguayo tomaba el bandoneón, y redondearon así uno de los instantes más aplaudidos y respetados del concierto.
“Dar es dar” y “Mariposa tecknicolor” fueron la antesala de un cierre que reservaba varias frutillas de la torta. Fito comenzó a cantar “Dale alegría a mi corazón”, acompañado de su banda más Hugo Fattoruso en el piano y Rubén Rada en la voz, a quienes se sumó Roberto Musso. Pero la sorpresa fue mayor cuando apareció la cuerda de tambores de la comparsa de lubolos Cuareim 1080. Allí el candombe y las voces de la gente se adueñaron del tema, en un instante que fue tan distinto como incomparable.
La canción marcó el final de un recital que duró dos horas y 20 minutos, y que tuvo de todo. La iluminación y el impecable sonido fueron fundamentales en un show en el que cada pieza brilló, dando como resultado uno de esos recitales que quienes siguen al artista guardarán en su memoria. Fito finalmente tenía razón cuando destacó la importancia de que en la vida se tienen la música, la familia y los grandes amigos.