Para muchos (o para mí), Fletch es un producto de Sábados de Cine. En aquel espacio semanal de Canal 12 no fueron pocas las veces que las dos adaptaciones del personaje ocuparon lugar en la grilla. Fletch (Michael Ritchie, 1985) tuvo en su versión en español el subtítulo de “El increíble” y presentaba a un periodista único, un bufón amante de los disfraces, la improvisación verbal alocada y la sucesión de gags físicos. Todo eso lo podía acercar más al Inspector Clouseau (aunque sin su torpeza) que a Phillip Marlowe.
Además, este Fletch –y el de su secuela, Fletch vive (también Michael Ritchie, 1989)– era una creación única y personal de Chevy Chase cuando el comediante estaba en la cresta de la ola. Así que, en particular en su secuela, las cosas no seguían demasiado las novelas originales de Gregory McDonald, sino que antes eran comedias de Chevy Chase.
Esto implicó que, ante el fracaso comercial de la continuación, nos quedáramos sin adaptación de las nueve novelas que continuaban la saga (y hay dos más, protagonizadas por el hijo de Fletch), en las que humor era más solapado, el personaje muchísimo más medido y los misterios realmente construidos.
Pero, por fin y casi 30 años después, Irwin M Fletcher tiene una segunda oportunidad, una que respeta a rajatabla las novelas y le pone al personaje el rostro de –nada menos– Jon Hamm.
Ahora Fletch regresa a Estados Unidos luego de un tiempo en Europa y alquila un Airbnb sólo para encontrar un muerto en el departamento. Cuando llega la Policía, pronto vincula al cadáver con el mismo Fletch, por lo que pasa de testigo a sospechoso en un periquete. Por lo tanto, comienza a investigar él mismo este asesinato (que pronto será el primero de varios) al tiempo que sigue –porque, como indica una cronología desordenada en la narración, la cosa venía de antes– investigando el robo de la colección de arte que pertenece a la familia de su prometida italiana.
El misterio está construido de manera impecable y adquiere particular importancia –nunca queda supeditado a la comedia–, pero el tono y el protagónico de un Hamm enorme, desatado, son livianos, festivos y siempre divertidos. A medida que la situación se complica, Fletch ve su tiempo contado, siempre con la Policía en sus talones (gran destaque para la pareja que componen Roy Wood Jr y Ayden Mayeri), y todos los que están a su alrededor se van volviendo más y más sospechosos (incluso su prometida, Lorena Izzo).
Se puede reconocer que la solución es algo simple, pero entre el protagónico de Hamm y el trabajo de todo el reparto (a los que cabe sumar un estupendo Kyle MacLachlan y una minirreunión de Mad Men con John Slattery), así como la gran adaptación y dirección de Greg Mottola (el mismo de la estupenda Adventureland) se consigue una película particularmente divertida y que deja con muchas ganas de ver una franquicia sobre el personaje (algo muy poco probable ante la escasa repercusión del film, al que aquí podemos acceder solamente mediante alquiler en Google Play).
Confess, Fletch. 98 minutos. En Google Play.