Un componente necesario para la constitución de una parodia es la referencia a algún material original. No estoy descubriendo la pólvora con esta afirmación. Sin embargo, es necesario que el material nuevo tenga su propio valor, porque no hay referencia que sea 100% universal... y porque con la referencia no alcanza, como nos demostró la industria del cine hace unos 20 años.

En 2000 se estrenó Scary Movie: una película de miedo, que aprovechaba la fama de Scream: grita antes de morir y de otros largometrajes populares de terror. Fue un éxito de taquilla que motivó una serie de secuelas con rendimientos decrecientes, además de una modita de parodias de géneros cinematográficos de las que solamente se salvaba una.

Un año más tarde se estrenó No es otra tonta película americana (la que se salva), que parodiaba las películas juveniles de los 80 y 90. Y la siguieron largometrajes que parecían salidos de una fábrica de panchos, por la frecuencia y por los ingredientes de similar reputación. Para peor, tenían títulos como No es otra tonta película de amor (2006), Una loca película épica (2007), Superhéroes: la película (2008) y Un desastre de película (2008).

Netflix acaba de estrenar una serie que está en las antípodas de estos últimos ejemplos. Una parodia brillante, con un nivel de calidad y una efectividad en el humor suprema, que la puede disfrutar alguien que no conozca el formato típico de los documentales históricos, en especial los que produce la BBC. La falsa docuserie La Tierra según Philomena Cunk (Cunk on Earth) tiene como protagonista a la mujer del título, una periodista torpe y desinformada que recorre el mundo y entrevista a expertos con la mayor de las confianzas. La confianza de un hombre o de un terraplanista.

Lo primero que llama la atención son los valores de producción. Podría tratarse de una parodia barata, como esos tráilers de películas de Marvel hechos con cajas de cartón que suelen aparecer pocas horas después de los originales. Acá no. Acá la forma es perfecta, porque también se trata de una producción de la BBC. La señora Cunk camina por hermosos paisajes naturales, tiene conversaciones filmadas con calidad profesional, y apela a algunos (pocos) recursos de posproducción. Si alguien viera La Tierra según Philomena Cunk sin sonido, no descubriría el chiste.

A esto se le suma la actuación brillante de Diane Morgan en el papel principal. Su personaje está cumpliendo una década desde que comenzó con segmentos dentro de Charlie Brooker’s Weekly Wipe, y si el nombre Charlie Brooker les suena, es porque se trata del creador de Black Mirror. La popularidad de los segmentos la llevó a conducir especiales, editar un libro (lo acabo de pedir por internet mientras escribía estas líneas) y una primera serie llamada Cunk on Britain, estrenada en 2018. Esta secuela, recién agregada a Netflix, se emitió en Reino Unido el año pasado.

No es necesario haberse expuesto a su trabajo anterior para reír a carcajadas con esta última serie. De hecho, es la forma perfecta de conocerla, con un producto redondo, que durante cinco episodios de 25 minutos repasa la historia de la civilización, concatenando información falsa, reflexiones ridículas y la sensación de que ella tiene mejores cosas que hacer. Todo con un exquisito humor inglés. Las entrevistas, que son un elemento maravilloso de la serie, están grabadas con verdaderos expertos, pero dada la fama del personaje es difícil creer que estas personas hayan creído que estaban conversando con una verdadera periodista. Más bien imagino que les habrán dicho: “Hagan como si las preguntas se las hiciera una niña, y traten de no reírse”.

Llegué a La Tierra según Philomena Cunk a poco de haberse estrenado y ya surgían las primeras voces de aprobación. No puedo hacer más que sumarme a ellas con la moderación de la subjetividad (los resultados pueden variar). Pero me encontré con un producto redondo, poseedor de un timing perfecto (punto para los editores), una efectividad humorística casi perfecta (me falló el Beethoven con inteligencia artificial) y un guion que continúa sorprendiendo incluso después de que ya conocimos el funcionamiento de la maquinaria.

Y como broche de oro, reivindica el himno tecno belga “Pump up the Jam”. Cualquier serie que reivindique el himno tecno belga “Pump up the Jam” se gana toda mi admiración.

La Tierra según Philomena Cunk, con Diane Morgan. Cinco episodios de 25 minutos en Netflix.