Cuatro unipersonales, programados en dos días, con Sofía Gala, Pilar Gamboa, Susy Shock y Valeria Lois, visitan el Solís la semana próxima. Llega, por fin, la versión argentina de Teoría King Kong, el breve y descarnado manifiesto de la francesa Virginie Despentes, que el Teatro Nacional Cervantes llevó a escena en 2019.
Este es el cuarto elenco de un espectáculo que ya fue sostenido por actrices como Cecilia Roth, Rita Cortese, Muriel Santa Ana, o la indeleble María Onetto, y que llama a trascender la lectura pasiva. “Pensá que es un ensayo feminista de 2006, nos vamos acercando a los 20 años. Es decir, es una obra pionera de esta tercera oleada. Diría que es una importante apertura del siglo XXI, la última revolución”, observa el autor y director Alejandro Maci, a quien se le encomendó la dramaturgia.
“Hice la adaptación, preparé un soporte de imágenes y coordiné toda la puesta en escena de la largada. Lo que pasa es que justo vino la pandemia, estaba filmando Santa Evita, la serie, y no estaba disponible para la segunda y tercera edición. Así que esto sigue su curso con mis textos y con el concepto inicial, pero después, con libertad absoluta para las directoras que la están poniendo en escena y las actrices que la encarnan”.
Hace 20 años Los monólogos de la vagina abrían conversaciones para mujeres en escena. ¿Se puede emparentar aquel fenómeno con lo que sucede ahora con Teoría King Kong en teatro?
Creo que el texto de Despentes es altamente combativo, altamente controvertido. Entonces, no. Diría que dialogan en cuanto dialogan las épocas y los momentos históricos en que las cosas se ponen en marcha. Es decir, Los monólogos de la vagina estaban en el aire, pero Teoría King Kong es de una enorme contundencia, porque marca ciertos territorios de discusión esenciales: la violación, la posición de la mujer en este siglo, la prostitución, la pornografía, cosas de alta discusión. Pone ciertas temáticas en el centro de la cuestión, con una opinión muy fuerte, que no todas las feministas comparten. Es una posición.
Ella sacude, sobre todo, al rechazar el lugar de víctima.
Exactamente. Me parece que ya eso es de una contundencia total. No puedo dejar de ver también su relación amorosa y también intelectual con Paul Preciado. De alguna manera hay también una abolición de los géneros tal cual tradicionalmente son entendidos, un montón de cuestiones muy importantes para entender la libertad en esta época.
¿Trabajaste a partir de la traducción de Preciado?
La verdad es que Preciado es español y el carácter extremadamente coloquial y de argot que tiene no nos servía. No nos interpelaba, por cómo nosotros hablamos. Todo ese material hubo que adaptarlo a un criterio teatral para hacerlo escenificable y puesto en boca de actrices argentinas.
En tres de cuatro monólogos –esto se desprende del libro– el eje es lo sexual.
Me parece interesante la revisión del concepto de placer y erotismo, del consumo de pornografía, de la mujer puesta inmediatamente en el lugar de víctima; ya todo eso provoca una suerte de sesgo en el planteamiento.
En ese formato que le diste, ¿está previsto cierto tono de representación? ¿Qué podemos esperar de lo que se va a ver?
Virginie Despentes no le habla a las intelectuales; le habla, por decirlo metafóricamente, a la mujer de la calle. Le habla a cualquiera. No es un planteo conceptual. En ese sentido, es diferente a Paul Preciado, que inevitablemente tiene una lectura filosófica de ciertas cuestiones. Si bien, por supuesto, hay una filosofía en Despentes, y es un ensayo, de alguna manera, la forma de interpelar a la mujer, es una forma popular. No es para la academia.
No, es más punk. ¿Alguien te recriminó que fuera un hombre quien adapte un texto así? El resto del equipo son mujeres.
Por supuesto. Mirá, vengo de estrenar en el Festival de Róterdam un largometraje documental sobre María Luisa Bemberg, que se puede encontrar en la plataforma de Disney Star+, El eco de mi voz. Y me considero, como tantos otros hombres, feminista y revolucionario con respecto a la posición de los géneros actualmente. Me parecería un poco banal generar una situación al revés, del mismo modo que los hombres han apartado y postergado a las mujeres. Tal cual dice Despentes, una revolución feminista es una revolución también respecto al territorio de lo masculino. Si no, no estaríamos entendiendo lo que quiere decir cambiar las posiciones. No es invertirlas. Es cambiarlas. Invertir la polaridad es casi un revanchismo, y lo que propone Despentes es mucho más inteligente.
Nombraste a Bemberg, que es una figura fundamental en tu biografía, un punto de inicio muy alto. ¿Cómo llegaste a ella?
Soy egresado en filosofía, había estudiado cine y había llegado a María Luisa a propósito de un proyecto que ella tenía. Yo había visto Miss Mary (1986), me interesó mucho esa película. Y había leído en los diarios, que ella estaba haciendo una adaptación del ensayo Las trampas de la fe, de Octavio Paz, sobre sor Juana Inés de la Cruz. Entonces me acerqué a ella y me propuso hacer una investigación histórica, luego la película cambió de concepto, se iba a hacer en México y luego se hizo en estudio. Fue un proyecto fascinante, una coproducción con España, con Holanda, y a partir de ahí surgió un largo trabajo de colaboración que llegó hasta adaptar juntos El impostor, de Silvina Ocampo, autora que conocí por María Luisa; fue un proceso de casi una década.
Un vínculo que te trajo a Colonia y te hizo conocer a Marcello Mastroianni.
Estuve viviendo meses en Colonia con Mastroianni, cuando se hizo De eso no se habla (1993), de época. Fue magnífico. Fue muy gracioso porque Mastroianni veía los autos antiguos, las cachilas, que proliferan en Uruguay, y decía “esta producción es enorme”. Fue algo inolvidable, una película preciosa y un trabajo que valorizó esa ciudad extraordinaria que tienen en la costa del río.
Contá del documental que presentaste.
Se estrenó con mucha repercusión, primero en Róterdam, después en el Festival de Mar del Plata, después en Buenos Aires. En abril va a hacer un año, después Disney se interesó en distribuirlo y ahora está en las plataformas, se puede ver a nivel global. Así que muy orgullosos, muy contentos. Me parece relevante del mismo modo que lo que pasa con Teoría King Kong. En este siglo, que sin dudas es el siglo de la mujer. Las cosas se están modificando; la modificación no terminó, para nada, pero sí sabemos que las cosas no volverán para atrás.
Revisando tus trabajos como guionista uno encuentra tiras como Lalola (2007), que trabajaba cuestiones de género y de estereotipos.
Hay algo que era muy lindo del proyecto, que era la idea de jugar con el equívoco: es decir, poner en crisis y burlar, porque era una comedia, el machismo que había en Lalo, que era el nombre original que tenía el personaje de Benjamín Vicuña antes de ser Carla Peterson, que se convierte por un maleficio, como un castigo, de una mujer indignada. O sea, que a partir de ahí aparece un juego de espejos, y además Lola es tan linda que los hombres se enamoran de ella sin saber que es un hombre. Es muy gracioso porque permite jugar con el prejuicio. Él, con aspecto de mujer, estaba huyendo de hombres tan machistas como él.
También estuviste detrás de Los exitosos Pells...
Fue exquisito hacerlas y, sobre todo, creo que esas comedias fueron parte de una despedida de un género que empezó a dejar de aparecer tal como era. Porque Lalola se vendió a 50 países. Es decir, fue un éxito a nivel internacional el formato y con Esther Feldman, que ahora vive en Montevideo, terminamos haciendo como 160 episodios.
¿Quedaste conforme con Santa Evita, codirigida con Rodrigo García?
Sí, muy. El tema de la mujer obviamente retorna a mí, porque Santa Evita también tiene que ver con el atropello machista, con el fetichismo con respecto de un cadáver embalsamado. De tanto no querer dominarla necesitan adueñarse de su cadáver. Si bien fue publicado en el 95, por Tomás Eloy Martínez, el texto es metafórico de todo lo que venimos hablando.
La novela describe esa inmanencia del cuerpo, algo que la imagen se ve forzada a transmitir. ¿Hay textos que te hayan intimidado más que otros?
Hay textos difíciles y muy diferentes entre sí. Pero la verdad es que fueron materiales muy provocadores y muy estimulantes para trabajar.
¿Qué notás que cambió en el modo de narrar desde que empezaste?
Creo que cada vez más el espectador tolera y aprecia ser desafiado, se entrega al juego. Cada vez hay una mayor conexión y se le pueden proponer juegos más desafiantes.
¿En qué andás ahora?
Estoy escribiendo un texto para México, una miniserie, un proyecto que veníamos desarrollando hace tiempo, una comedia policial; y tengo mi nuevo largometraje, que es Anatomía del odio, todavía en el proceso inicial, pero vamos a estar pronto en rodaje. Es una ficción a propósito de un caso real, policial, de los años 80, que tuvo un cercano vínculo con la política de aquellos años.
Teoría King Kong (Imposible violar, con dirección de Mónica Raiola; Durmiendo con el enemigo, dirigida por Victoria Roland; Chica King Kong, dirigida por Barby Guaman; Porno brujas, dirigida por Paloma Contreras) va el 21 y 22 de marzo a las 20.00 en el teatro Solís. Entradas desde $ 400 hasta $ 1.200 (Comunidad la diaria 2 x1).