Pocos géneros resultan tan redituables en el cine como el horror. La proporción inversión/beneficio ha demostrado que para lograr una buena película que asuste no se necesitan millones de dólares, sino una buena idea y apenas algo de correcta ejecución. Una buena mano en el timón no viene mal, como se ve en cada entrega de La noche de los muertos vivos, El proyecto de la Bruja Blair y, en tiempos más recientes, No respires.

Smile, de Parker Finn, viene a sumarse a esta extensa lista y es uno de los filmes más taquilleros en 2022. Por otra parte, su estreno en Paramount+ (y servicios directos de los cables) coincide con la confirmación del inicio del rodaje de su secuela.

Con una idea simple, una buena ejecución, la producción mínima y necesaria y unos cuantos sustos muy bien metidos, Smile se anota en la tradición de Ju-on, The Ring e It Follows, esto es, las películas de maldiciones. Por algún motivo –que se develará o no, no importa–, nuestros protagonistas tomarán contacto con una presencia o entidad que los perseguirá sin descanso. Nacido, como indican las primeras referencias, en Japón, el concepto de ser perseguido hasta ser alcanzado por algo horrible mantiene mucho de ese fatalismo oriental que ha demostrado que aterroriza también a muchísimos occidentales.

La historia da comienzo en el ala psiquiátrica de un hospital. Nuestra protagonista es la doctora Rose Cotter (Sosie Bacon), una psiquiatra con su propia ración de problemas a cuestas que atiende de emergencia a una muchacha (Caitlin Stasey) recién ingresada. La paciente insiste con que después de haber presenciado un horrible suicidio, algo –quién sabe qué– la persigue. ¿Y cómo la persigue? Se corporiza en las sonrisas de aquellos que la rodean.

Pronto, la propia doctora tendrá el mismo problema de su paciente y ahí es cuando la película se pone en movimiento. Rose trata de deducir qué está pasando, para escapar a su destino, junto con un conveniente exnovio (Kyle Gallner) que es policía y capaz de investigar y conseguir toda la data que termina conformando la propia mitología del relato.

No hay más que esto, pero no se necesita más. La trama avanza con paso firme, y la buena mano del director y guionista Finn (parece mentira que sea este su debut, ya que cuenta como experiencia en apenas un par de cortometrajes) aporta un par de escenas memorables y tiene por encima de todo la eficacia de un terror concreto –un hallazgo visual– en la sonrisa demente que acompaña a la maldición (y que nunca luce mejor que en Caitlin Stasey).

Esto, sumado a un final con toda la carne en el asador (lo que la hermana con producciones recientes como Malignant o Bárbaro) eleva la potencia de lo sobrenatural a 11. Smile es una de las propuestas más interesantes dentro del género y nos abre la puerta a una futura saga. Habrá que ver quién sonríe por último.

Smile. 115 minutos. En Paramount +.