Si piensan en una figura relacionada con el mar, cuyo principal atributo es la bondad y la inocencia, seguramente estén pensando en Bob Esponja. Pero en los últimos tiempos se popularizó un ser que supera en ternura al empleado del Crustáceo Cascarudo. Se trata de un caracol... bueno, no es tan así. En realidad, se trata de un caparazón. Un objeto tradicionalmente inanimado, que en una serie de cortos y una película nominada al Oscar conquistó el corazón del gran público.

Marcel, el caracol con zapatos (Marcel the Shell with Shoes On) es una película dirigida por Dean Fleischer Camp, basada en el personaje que creó junto a Jenny Slate en tres cortometrajes. Su protagonista es el mencionado caparazón, que gracias a un ojito de plástico y un par de zapatos se convierte en una figura capaz de llevarnos por los más variados sentimientos.

La película está disponible para su alquiler digital en plataformas como NS Now, y se presenta como si fuera un documental. Resulta que Dean (Fleisher Camp) es un hombre recientemente separado, que alquila una casa en la modalidad de Airbnb. Allí conoce a Marcel (con la voz de Jenny Slate) y lo encuentra tan interesante que decide seguirlo a todas partes con una cámara y filmar su vida. Conoce la triste historia de la familia que un día lo abandonó por accidente, y a su única compañía, la abuela Connie (Isabella Rossellini).

Dean sube la filmación a internet y Marcel se convierte en un hit viral, con lo bueno y lo malo que eso trae aparejado. El jardín de la casa alquilada se llena de curiosos, a la vez que resulta de interés para el famoso (y real) programa periodístico 60 Minutes, que intenta convencerlo de permitir que lo visiten y que protagonice un segmento.

El caparazón viviente no es ningún tonto. Sabe que su abuela no está bien de salud, sabe que Dean lo filma para evitar mirar hacia adentro y encarar sus propios problemas. Y también sabe que salir en televisión podría ayudar a encontrar al resto de su familia, pero no quiere arriesgar a Connie.

No es una reflexión sobre la fama, pero aprovecha para mostrarnos las consecuencias que puede sufrir quien la obtiene de inmediato, en especial si no la buscaba ni tiene los recursos como para enfrentarla. De todos modos, no se insiste tanto con eso, sino con la relación que Dean y Marcel van construyendo con el transcurso de los días y cómo ambos crecen gracias a ella.

Cada uno de los intercambios entre el humano y el caparazón es al mismo tiempo cariñoso y profundo. La curiosidad del pequeño objeto lo convirtió en un filósofo de la simpleza, que obliga al documentalista (y a nosotros) a pensar algunas cosas acerca de nuestra existencia. Y si bien el ritmo puede volverse monótono en general, excepto cuando otras personas entran en escena, los 90 minutos se disfrutan de punta a punta.

Quizás recuerden que Marcel, el caracol con zapatos compitió en los Oscar en la categoría de Mejor película animada. Esto es porque, pese a que Dean y el resto de los humanos que aparecen son de carne y hueso, Marcel, su abuela y otros bichitos de la casa (excepto el perro) están animados en stop motion. Pero una stop motion burda, dicho esto en el mejor de los sentidos. Lejos de ser como esas películas de la productora Laika que podrían pasar como animación 3D, aquí no caben dudas de que los animadores mueven al pequeñín de a poquito y lo van fotografiando.

Todo lo que pertenece al mundo de los “objetos inanimados-animados” tiene una producción muy cuidada, con mundos enteros construidos sobre la base de pequeñas cosas que se pueden encontrar en los hogares. Marcel tiene herramientas y trucos para garantizar su supervivencia (como viajar dentro de una pelota de tenis o escalar paredes gracias a la miel) mientras un grupito de simpáticas arañas lo examinan desde lejos.

Sin apelar a golpes demasiado bajos, sino a la charla existencial que suele surgir en los intercambios más honestos, este pequeñito y sus zapatos de igual tamaño garantizan un entretenimiento que se toma su tiempo para decir, hacer y mostrar algunas cosas. Y que en comparación dejará a Bob Esponja como si fuera Calamardo.

Marcel, el caracol con zapatos. 89 minutos. En alquiler digital.