En una de las grandes películas de fines del siglo pasado, la estupenda Glengarry Glen Ross (James Foley, 1992), un grupo de vendedores de bienes raíces se veía entre la espada y la pared cuando caía el negocio. Allí, en un gran elenco integrado por luminarias como Al Pacino, Kevin Spacey, Jack Lemmon, Alan Arkin y Ed Harris, destacaba Alec Baldwin en un enorme personaje de mínimo tiempo en pantalla: un innominado consultor traído por la empresa. Su planteo era tajante: quien menos vendiera al término de una semana sería despedido.
Aquel monólogo de capitalismo salvaje que daba Baldwin quedó grabado en la memoria colectiva, y no son pocos los paralelismos que tiene su personaje con el protagonista de la serie El consultor. El Regus Patoff que compone Christoph Waltz, mefistofélico consultor que salva empresas al borde de la quiebra, tiene la practicidad y dureza del Baldwin de Glengarry Glen Ross, pero pasado por el tamiz de un relato de misterio, excentricidad y absurdo, muchos elementos que ha incorporado el actor austríaco al interpretar a sus mejores personajes.
Aquí la compañía es una que diseña videojuegos y todo da comienzo con el brutal asesinato de su CEO y máximo desarrollador Sang Woo (Brian Yoon). Los empleados –personificados en los que serán nuestros dos protagonistas: Craig y Elaine, Natt Wolff y Brittany O’Grady– esperan el pronto cierre pero serán los primeros sorprendidos al descubrir, apenas horas después de la muerte de su jefe, que este había puesto todo el destino de la empresa en manos de un consultor externo, el ya mencionado Regus Patoff.
Patoff es una incógnita: no tiene idea siquiera de a qué se dedica la empresa, cómo funciona el mundo de los videojuegos o ningún otro detalle del negocio, pero apenas llega comienza a ordenar todo con extraños designios y curiosos planteos que pronto van a a poner a la empresa de cabeza (curiosamente, para bien).
El accionar de Patoff, siempre peculiar, no pocas veces siniestro y por momentos diabólico, hace que Craig y Elaine comiencen a investigar de dónde viene y, sobre todo, qué pretende, con no pocos riesgos para sus propias integridades físicas. Porque este consultor tiene un método de trabajo probado, una eficacia de 100%, y no le tiembla nunca el pulso a la hora de hacer lo necesario, cueste lo que cueste.
El consultor es una serie entretenida, que se apoya lógicamente en la labor de Waltz. Este, si bien hace un personaje que ya podría interpretar hasta dormido, aprovecha los vericuetos de un guion que le da juego y enmarca así una historia de siniestro misterio que, a medida que avanza, se diluye un poco. Lo respaldan muy bien Wolff (pasé media serie convencido de que era el de Hereditary, pero es el hermano) y O’Grady con sus personajes que atraviesan su propio arco de transformación cuanto más se vinculan con el consultor. Aunque el cierre prometía más, es un relato que hace de lo imprevisible su mejor valor, tiene a lo siniestro como tono permanente, y crea un personaje memorable en manos de uno de los más grandes actores en activo, aunque no sepa cerrar con moño. No es poca cosa.
El consultor. Ocho capítulos de 30 minutos. En Prime Video.