Surgida como un cruce de generaciones, la banda de música para niños Cantacuentos conjugaba en aquellos lejanos últimos años 90 la trayectoria consolidada de Nancy Guguich con el aporte de la generación de sus hijos Martín y Paolo Buscaglia. Ese diálogo, esa combinación era sin duda uno de los secretos de su potencia. Buscaron que en su propuesta estuvieran presentes las dos vertientes que aparecen en el nombre: cantar y contar. Además, bucearon en estilos diversos y siempre presentaron espectáculos con la infancia como centro y una energía desbordante. Con siete discos –Cantacuentos, Cantacuentos 2, Cantacuentos cuenta y canta Canciones para no dormir la siesta, La vuelta manzana, Pura maravilla, Cantacuentos en su casa y 300–, además de varias compilaciones, un disco solista de Nancy, Cuentos, e incluso un libro con las letras y partituras que publicaron cuando cumplieron 20, han andado un camino largo y fructífero en el que cautivaron y acompañaron a las infancias de varias generaciones.

En los primeros días del año, a propósito del reciente lanzamiento de 300, grabado en vivo en el Auditorio Adela Reta, junto a la Orquesta Sinfónica Juvenil y los Coros de Niños y Jóvenes del Sodre, Martín Buscaglia anunciaba que en estas vacaciones de julio se cerraría el ciclo de la banda en coincidencia con el festejo de sus 25 años. Volvimos entonces a hablar con Buscaglia ahora para que nos contara sobre el espectáculo 25 años: temporada final, con el que se despiden de su(s) público(s) a lo grande, con 13 funciones en la sala principal del teatro Solís, del 8 al 23 de julio.

Esta serie de shows se anuncia y se define con tres sustantivos: celebración, despedida, tributo. “Es como un triángulo virtuoso, pero celebración creo que es lo que recubre todo”, dice Buscaglia. “La celebración de todo este laburo, de toda esta devolución de la gente. Son 25 años tocando, accediendo a mucha gente como no sé si otro grupo lo ha hecho durante tanto tiempo: incluso Canciones duró menos, más allá de que esto tiene el nexo de Nancy, que sin duda es el eslabón que conecta ambos laburos. Despedida también, por la posibilidad: uno hace música para emocionarte, en gran medida, es uno de los factores cruciales que tiene la música. Cumplimos 25 años, falleció Nancy, el último disco fue con 300 músicos en el escenario, tocamos en el Solís... Entonces, lo más poderoso es que esto sea una despedida explícita. Van a ser 13 ocasiones para emocionarnos hasta el tuétano. Y después el tributo a Nancy. Pero a veces también la despedida es una celebración: despedirse con amor y con la satisfacción del deber cumplido. Por eso celebración es lo que cubre a las tres vertientes que están presentes y son”.

Mucha música

Centrada en las infancias como inspiración, como interlocutor, como destino y espejo virtuoso en el que mirarse, Cantacuentos fue una banda de músicos y supo conjugar las búsquedas estéticas de sus integrantes con una libertad y un vuelo que iban más allá. Cada músico desarrolló en paralelo sus proyectos musicales, que de alguna manera también confluían y aportaban a la riqueza de Cantacuentos.

“Los integrantes de Cantacuentos siempre han desarrollado otras músicas. Lo que pasa es que se retroalimenta. En mi caso muchas búsquedas sonoras, musicales, letrísticas, arreglísticas que están en mis discos para adultos estuvieron previamente, de un modo subrepticio, en Cantacuentos. Pienso en los músicos… En los teclados, acordeón, piano, en los últimos años toca Hernán Peyrou, que es una figura descollante, toca con todo el mundo, más que nada con el trío Ventana. Pero antes estaba Herman Klang, que es un artista con una búsqueda explícita en la canción de vanguardia uruguaya. Y antes de Herman tocó muchos años Gustavo Montemurro, que al mismo tiempo tocaba con Jaime Roos y producía los discos de Ruben Rada. Bueno, Gonzalo Brown, que está desde un comienzo y en el auge de Abuela Coca convivía esa explosión con los Cantacuentos”, dice Buscaglia, en un recorrido a vuelo de pájaro.

Desde el inicio, la banda tuvo una integración que mezcló generaciones, que propició el diálogo, una característica que, en 25 años, se replicó en la integración con el público: seguramente en el Solís se mezclen padres que antes fueron a verlos como niños. “Sí, hay algo transgeneracional en el público de Cantacuentos. Es una característica de la música para niños, es una posibilidad que te brinda. Eso de que, al contrario de otros artistas o de otros géneros, que tienen una franja etaria que acompaña a un artista pero que es menos habitual que se renueve, en nuestro caso siempre convivimos con abuelos, padres, tíos, hijos. Y, de hecho, Cantacuentos siempre tuvo en el público jóvenes músicos incipientes que lo van a ver sin la excusa de llevar un niño. Eso nos pasó siempre y de hecho ahora, después de tantos años, ya hay muchos colegas en la vuelta que me cuentan que parte de su iniciación en la fascinación con el mundo de la música fue a través de los discos y los espectáculos de Cantacuentos. Esa convivencia se da incluso en la banda: ahora el que toca el bajo, que está desde hace unos años, es Rodri Souza, que estaba literalmente en la escuela cuando empezó Cantacuentos, y el rol de bajista anteriormente durante muchos años lo cumplió Urbano Moraes, que es un patriarca de la música uruguaya y por ende de otrísima generación”.

Volcado a la utilidad

Cuando Buscaglia habla de la infancia como público y como destinatario del trabajo artístico de Cantacuentos lo hace con respeto y, antes que nada, con admiración. “Hacer mis canciones como las que hago para niños. Sigo pensando en eso y creo que desde hace un par de discos lo logré. Lo empecé a lograr con el que hice a dúo con Antolín. Un texto que escribí para ese disco dice: ‘Antolín es poeta, por ende es loco, por ende es santo, por ende es niño, por ende es poeta’. Cambiá ‘Antolín’ por ‘la música para niños’, ‘los niños’ o ‘la infancia’, y es lo mismo. En el trabajo con niños hay un acceso a una cosa que, aunque asuste, tiene que ver con la santidad, un canal. Me parece que es algo a aspirar si tu trabajo tiene que ver con lo artístico. Lo veo en músicos veteranos: entendieron eso, que hay algo en esa posibilidad del niño. El niño es como un gran virtuoso, tiene el mismo grado de imprevisibilidad, pureza, confianza y desapego con su propia obra”.

La música para niños, esa que mira con atención a las infancias, es un desafío. “La música para niños es un filo en donde está la posibilidad permanente de acceder a un grado de inteligencia profunda o de tontería indignante. Eso es lo que veo en la música para niños en general: oscila entre esas dos posibilidades, no hay tanto espacio en el medio. Y cuando digo ‘inteligencia’ digo el poder darse cuenta del enorme aprendizaje que tiene este trabajo. Hay una canción de un músico brasileño, Maurício Pereira, que se llama “Un día útil”. No habla específicamente de música para niños, pero la puedo asociar con esa utilidad en el trabajo con niños”.

En el Solís y para siempre

Tratándose de un espectáculo de despedida, es evidente que habrá un recorrido por el repertorio de la banda, pero Buscaglia anuncia que van a presentar un tema nuevo, que el viernes subieron a las plataformas, flamante: “Candombe en extinción”, compuesto por Buscaglia y Brown.

“El espectáculo recorre las distintas etapas, pero también el hoy. Hay un trabajo fuerte de luces con Pato Tejedor, que es un iluminador argentino muy muy capo; Matías de León ha hecho unos videos con inteligencia artificial y eso convive con la inteligencia natural de los niños y de la música. Cantacuentos siempre tuvo un énfasis en esa cosa de Molière yendo por los pueblos, la confianza que pregonaba Nancy en la educación por el arte y en que el teatro y la música ya bastan para acceder a todas las emociones posibles. Pero también, siglo XXI, eso convive con la inteligencia artificial. Nancy va a estar presente literalmente en el espectáculo; no puedo espoilearlo ni podría, no sabría cómo hacerlo... Su presencia es tangible en este espectáculo que hicimos con ella y ella está con nosotros en escena, y no hablo sólo de un modo espiritual, sino que sigue siendo una integrante fundamental de esta banda”.

Sobre el importante legado que la banda deja luego de 25 años de canciones, cuentos y espectáculos, Buscaglia comenta: “Creo que no debo ser yo quien lo diga. Lo que veo es una obra... El arte es más largo que la vida, y la música es más larga que cualquier músico o que cualquier grupo musical. Creo que deja una fuente donde ir y tomar agua potable cuando se quiera. Es una fuente enorme. Hay muchísima. Nunca escatimamos información ni posibilidades en las canciones. Eso queda para siempre para quien quiera ir a llenar ahí su botellita”.

Cantacuentos, 25 años: temporada final. Dirección musical: Martín Buscaglia. Con Martín Buscaglia, Gonzalo Brown, Paolo Buscaglia, Hernán Peyrou, Elena Prieto y Rodri Souza. Teatro Solís, del 8 al 23 de julio. Entradas en venta por Tickantel.