Hace casi dos décadas una publicidad televisiva volvió masiva una canción acústica (sólo voz y guitarra), interpretada por un artista sueco con nombre y apellido “latinos”.

José González había editado en 2003 su primer álbum Veneer –donde estaba incluida esa canción creada por la banda The Knife– en su natal Gotemburgo. El disco grabado en forma independiente y editado a través de un pequeño sello local se tornó lentamente un éxito global.

González, que de adolescente se había vinculado a la escena hardcore sin abandonar su amor por la guitarra española, comenzó a inicios del nuevo siglo a componer sus propias canciones. Como a veces pasa, su música cayó en el momento perfecto. Se estaba viviendo una cierta revalorización de los sonidos acústicos a nivel global (la razón para la extraña elección de esa canción en una publicidad global) y su propuesta a la vez que calzaba con esa movida, tenía algo que la hacía distinta y por eso más atractiva. Un cantautor munido de una guitarra de cuerdas de nylon tocada con mucho virtuosismo y swing, cantando canciones sencillas, pero a la vez muy elaboradas en lo armónico y melódico, era algo novedoso en el mundo anglosajón. Dejando de lado el hecho de que las canciones estaban cantadas en inglés por un sueco, un escucha de este lado del mundo podía hacer fácilmente la conexión entre la propuesta de José y la de la música de este continente. Eso es lo primero que hablamos con el artista a través de Zoom.

Desde la salida de tu primer disco tu música fue comparada con el folk anglosajón de las décadas de 1960 y 1970, especialmente con Nick Drake. Pero para un oído sudamericano, más allá de que cantabas en inglés, tus canciones estaban muy emparentadas con la tradición de los cantautores latinoamericanos. ¿Cómo lo ves vos?

Crecí con la música folclórica argentina. Mis padres son argentinos, de San Luis y de Mendoza. Los dos estudiaban en San Luis cuando se dio el golpe de estado. Se fueron primero a Brasil y de ahí a Suecia. Yo nací en Suecia, viví en Gotemburgo toda la vida, pero culturalmente soy una mezcla.

En casa había una caja con discos, no eran muchos, pero eran suficientes como para inspirarme. Escuchaba mucho a Markama y a Mercedes Sosa; también la música de Brasil, la bossa nova, el tropicalismo y especialmente la música de la Nueva Trova cubana. Recuerdo la tapa de un disco de Silvio Rodríguez, una foto en blanco y negro de él sentado con la guitarra. Cuando tenía 18 años pensaba “yo quiero ser así”.

¿El tocar guitarra española viene también de esa herencia?

Crecí en una familia donde la música estaba muy presente. A papá le encantaba cantar, a mi hermana le gustaba bailar, pero no se tocaban instrumentos. Había una guitarra española en casa. A los 13 o 14 años empecé a tocar esa guitarra y tratando de acompañar a mi padre que le gustaba cantar canciones de los Beatles y de bossa nova fui aprendiendo. Un año después estudié guitarra clásica y ahí aprendí muchísimo. Al empezar a grabar mis propias canciones quería hacer algo diferente. En Suecia en ese momento había muchos que tocaban guitarra, pero en esa época la música acústica estaba más inspirada por América del Norte. Yo sentía que haciendo mi música, tocando la guitarra que me había acompañado siempre, había un lugar para mí. Un estilo que no era propio, pero sí era propio en ese tiempo y en ese lugar.

Es curioso como en todas las culturas latinoamericanas y europeas siempre existieron cantantes acompañándose sólo con su guitarra y la gente tiene una relación medio nostálgica con ellos. Cuando empecé a tocar solo, hubo gente que me comparó con Nick Drake y yo no lo conocía. Pero lo empecé a escuchar y me inspiró bastante, así que alguna de las canciones de mi primer disco quizás sí estén influenciadas por su música. El sonido de una guitarra y una voz grabadas medio low fi es algo que existe en un montón de culturas. Así que el estilo que elegí no es nada único.

¿Lo de cantar en inglés fue pensado o salió naturalmente?

Fue totalmente sin pensar. Era lo que todos hacían. La mayor parte de la música que escuchaba era en inglés. Desde la época que hacía skate y escuchaba hardcore escribía letras en inglés sin pensarlo, no se me ocurría escribir en español o en sueco. Y las veces que lo pensaba sentía que se escuchaba demasiado “directo”, era más enigmático escribir en inglés. Después cuando empecé a hacer giras, era más natural cantar en inglés, era más fácil comunicarme. Pero ahí cambió esa sensación de hacer algo enigmático, porque cantar en inglés en Inglaterra, en lo que ese tiempo era mi tercer lenguaje, se sentía medio raro. Eso fue cambiando porque hoy el inglés es muy natural para mí.

En mi tercer disco hice unos intentos, pero me trabé con el español, no me sonaba natural. También intenté escribir en sueco y no me salía. Pero en Local Valley, mi último disco, comenzó a salir, quería mostrar más lados de mi personalidad y volver a mis raíces suecas y sudamericanas. Fue una muy linda experiencia componer “Valle local”, “El invento” y “Tjomme”. También fue muy bueno para mí hacer una versión de la canción “En Stund På Jorden” de Laleh, una artista que es muy famosa en Suecia y en los países nórdicos. Para mí es muy difícil escribir sobre la muerte y esa canción expresa lo que yo quería decir.

Has hecho versiones de temas ajenos en casi todos tus discos. ¿Te parece que es importante que la gente tenga referencias del original o no es algo relevante?

Las versiones pueden tener distintas funciones. Con “Heartbeats” de The Knife, lo interesante era que la original recién había salido cuando yo hice mi versión. Me gustaba eso, que fuera como en Jamaica que hacen como cinco versiones diferentes de un mismo tema. Con ese tema y con las versiones de “Teardrop” de Massive Attack, “Love Will Tear Us Apart” de Joy Division o “Hand on Your Heart” de Kyle Minogue, está también que la gente a la que le gusta la canción llegue a mi música de esa manera. Pero últimamente he dejado esa táctica o ese estilo de hacer versiones. Busco agregar una canción que le dé una variación a un disco o un concierto, algo que le aporte algo distinto.

En este disco hacés también una versión de “Line of Fire” de Junip, el trío que tenés con Tobias Winterkorn y Elías Araya. ¿Cómo seleccionás qué canciones son para Junip y cuáles para tu proyecto solista?

Cuando comenzamos a hacer música con Junip era bastante fácil distinguir qué canciones iban a cada proyecto porque decidimos desde el inicio que íbamos a componer los tres juntos, por lo menos al principio, para sentir que los tres aportábamos algo propio. Pero yo escribía las letras y ahí sí podía sentir que algunos textos pegaban mejor con Junip y otros con mi obra solista. “Line of Fire” es el tema más conocido de Junip y lo vengo tocando desde hace tiempo en mis shows. Como la he tocado tanto en vivo solo, sabía que la iba a grabar en algún momento y se sentía bien grabarla para este disco.

Me da la impresión de que tu último disco, Local Valley, es más luminoso que los anteriores. ¿Lo ves así?

Sí, es algo buscado. Quise mostrar otras caras de mi personalidad y a la vez hablar de más temas. La vida es variada y quería hacer un disco que reflejara eso. Pensando en el tema del valle local, de nuestro lugar en el universo, me interesaba incluir canciones optimistas, de música bailable o semi bailable al menos y no temas tan serios.

Hay una mayor influencia de la música africana también, ¿no?

La influencia africana estaba ahí desde el segundo disco en canciones como “Killing for Love”, por ejemplo. Aquí está más presente; en “Valle local” sobre todo el estilo de guitarra está influenciado por la música de Malí. Pero también me ha influenciado el highlife de Ghana. Hay cosas más rítmicas en este disco.

Hablábamos al principio de la influencia de la música latinoamericana en tu obra. ¿Conocés la música de Eduardo Mateo? Siempre sentí una conexión con lo que vos hacías, especialmente en tu tercer disco.

Conozco a Eduardo Mateo, de hecho hice una versión de “Si vieras” para una compilación que estaba organizando un amigo de una banda sueca. No sé en qué quedó ese proyecto, pero me gustó mucho hacer esa canción. Mateo me parece un artista muy interesante, pero no lo conocía antes. Pienso que en los 60 y 70 había muchos artistas en búsquedas similares y eso es algo que me ha influenciado mucho.

Esta va a ser la tercera vez que tocás en Montevideo. ¿Tenés recuerdos de las dos veces anteriores?

Sí, la primera vez toqué con Juana Molina en 2007, la segunda vez fue en La Trastienda en 2016. Me gustó mucho. Me quedó la sensación de que Uruguay es como Dinamarca, si lo comparo con los países nórdicos. Un país pequeño y muy amable, con muy buena onda.