Valeria Bertucelli, una de las actrices más reconocidas en Argentina (creadora de la icónica Tana Ferro en la película Un novio para mi mujer), debutó en la dirección en 2018 junto con Fabiana Tiscornia con La reina del miedo. En esta ópera prima se relataba la vida de Robertina, una conocida actriz que sufre de ansiedad y paranoia hasta que todo cambia radicalmente por la enfermedad de un amigo, lo que la lleva a parar y ver en perspectiva su absurda vida.
Ahora la polifacética Bertucelli vuelve a ponerse al hombro el guion, dirección y protagónico de la comedia dramática Culpa cero, en la que narra la vida de Berta Muller, una exitosa escritora de libros de autoayuda que, en el punto máximo de su carrera, es expuesta mediáticamente por un supuesto plagio. Lejos de asumir responsabilidades, Berta-Bertucelli niega las acusaciones y se justifica infantilmente. Expone así su lado más oscuro y miserable.
En la intimidad, Berta es la antítesis de una supuesta especialista en psicología y gurú de autoayuda: es soberbia, terca, vanidosa y actúa basada en caprichos e impulsos. Sin embargo, públicamente es una referente del desarrollo personal, sus libros son best sellers y da entrevistas desplegando infinidad de consejos. Ese mundo perfecto de fantasía explota cuando en redes sociales es acusada de plagiar su última obra, La virtud de la confusión, lo que no sólo pone en riesgo su carrera y reputación, sino que también desnuda su secreto mejor guardado: no es ella quien escribe sus libros. La verdadera autora de los best sellers es su asistente, Marta (Justina Bustos), quien, obviamente, nunca ha sido mencionada ni reconocida por Berta.
Así, mientras la acusan de “haber plagiado a Buda y Séneca” y ella repite en su defensa que “Oséneca” murió hace tantos años que pueden tomarse sus palabras como propias, vemos cómo Berta, además de creerse impune y ser bastante caprichosa, ignora por completo cómo manejarse en la era de absoluta inmediatez en la que vivimos, en la que un plagio es casi imposible de ocultar.
Luego de que su vida y carrera estallan por los aires, se refugia en Carola (Cecilia Roth), su confidente y abogada. Lo que al inicio era negación ante el escarnio público, termina provocando en ella el descubrimiento de su lado más sombrío: su manipulación y narcisismo, sus contradicciones, su incapacidad creativa, su forma sistemática de lavarse culpas y su nula responsabilidad para asumir que mintió descaradamente.
Con un humor mordaz e irónico que vuelve a demostrar que es una brillante creadora de comedia, Bertucelli explora las neurosis y la construcción de muchas figuras públicas de consumo actuales, cuya rápida y vertiginosa fama los lleva a entrar en un loop de engaños, autocomplacencia, cinismo y abuso de poder, subestimando a sus lectores y justificando sus acciones con argumentos tan aniñados como ridículos. Con un timing perfecto y a fuerza de gags continuos, Bertucelli navega por lo que rodea al mecanismo de la cancelación, la exposición y las apariencias y, con humor, analiza la extraña necesidad colectiva de “ajusticiar” a quien no hace las cosas de acuerdo con el orden moral prestablecido.
Bertucelli se rodeó de un gran elenco –además de Roth, están Bustos, Martín Garabal y Fabiana Cantilo– y también trabajó en el guion con Malena Pichot; el estilo ácido del dúo es palpable. La película se ríe con inteligencia de las preocupaciones e inutilidades de los que tienen todo resuelto, del esnobismo, de los dogmas morales y del auge de la seudoespiritualidad. Es también la historia de la reinvención de Berta, que estimula a abrazar nuestros monstruos y oscuridades, a amigarnos con nuestro ser miserable y a liberarnos de la culpa.
Si La reina del miedo marcó el auspicioso debut de Bertucelli como directora, con esta tragicómica Culpa cero confirma su enorme talento delante y detrás de pantalla.
Culpa cero. 106 minutos. En Disney+.