Cuando Harper Steele, exguionista del programa humorístico Saturday Night Live, se declaró transgénero, se lo contó a amigos y familiares en un correo electrónico: “Ya soy mayor y haré la transición para vivir como mujer”, decía. Además de anunciar el cambio, Harper compartía allí algunas de sus ansiedades sobre el proceso y también varios miedos no referidos a la transición, sino a perder a las personas que amaba. Uno de los destinatarios de ese mensaje fue el actor cómico Will Ferrell, gran amigo de Steele desde hacía 30 años.

Se conocieron cuando ambos comenzaron a trabajar simultáneamente en la icónica emisión de la cadena NBC. Los primeros comentarios que escuchó sobre Ferrell, recuerda Steele, fueron que era un “fiasco”, pero él entendió cuáles eran los dones especiales de la ahora leyenda de la comedia. Steele, cuyo nombre de pila en aquel tiempo era Andrew, escribió muchos de los sketches más famosos que protagonizó Ferrell en Saturday Night Live, dando comienzo a una gran asociación creativa y una profunda amistad.

Separados durante la pandemia, Ferrell y Steele vuelven a unirse en la entrañable Will and Harper, una road movie dirigida por Josh Greenbaum (The Short Game) que fue presentada en el Festival de Cine de Sundance. La película narra, con humor y sensibilidad, la decisión de ambos de embarcarse en un viaje por carretera de 16 días desde Nueva York hasta Los Ángeles para procesar esta nueva etapa de su relación. Así, los dos artistas reflexionan sobre su amistad y sobre lo que significa ser trans en Estados Unidos. Steele, amante de los viajes en auto, duda si será bienvenida como Harper en los lugares a los que solía ir; está llena de preguntas y temores, ya que ha pasado 61 años de su vida siendo varón y se está redescubriendo. Paradas en bares de ruta y visitas a pueblos bastante hostiles para la comunidad trans les dan a los viejos amigos la oportunidad de ponerse al día y hablar sobre el viaje emocional de Steele.

Harper es la nueva versión de Steele, que ahora percibe lo diferente que es habitar el mundo cuando se es mujer: los riesgos, prejuicios y recaudos asociados al saberse y vestirse como una mujer. A modo de experimento social mezclado con ejercicio de introspección, Will intenta conocer más del proceso que llevó a Andrew a ser Harper: cómo eligió su nombre, desde cuándo se percibe mujer y cómo lo tomaron sus hijos. Harper también está llena de interrogantes: si su amistad cambiará, si Will la verá de manera diferente o cómo navegará en el mundo masculino del que hasta hace poco formaba parte. Ambos blanquean sus dudas y hablan de cómo manejar su vínculo, cómo actuar, qué preguntar y qué no preguntar.

El documental está repleto de diálogos irónicos y charlas profundas. Will y Harper manejan el mismo código de humor y eso se transmite con tanta sinceridad y naturalidad que es imposible no adorar su amistad. Pero también exponen la homofobia de un país en el que se están aprobando muchas normas antitrans, mientras la retórica y la violencia transfóbicas aumentan de forma alarmante. El director utiliza con inteligencia este diario de viaje para desnudar realidades sobre la aceptación de las personas trans y la discriminación a la que son expuestos. Para eso, contrapone la realidad de Ferrell, quien ejerce conscientemente su privilegio de hombre cis blanco y famoso (sabe que en un estadio o en un bar de mala muerte estará bien porque nadie cuestionará su lugar allí), con la situación de Harper, una mujer que vivió toda su vida en el cuerpo equivocado y que, ya en su vida adulta, decide transicionar para ser ella misma.

Will and Harper es un conmovedor análisis de cómo una relación inquebrantable sigue evolucionando con el paso del tiempo y de la necesidad de evitar el sufrimiento de un amigo en un marco social adverso. Se dice que la comedia suele nacer de la tristeza; teniendo esto en cuenta, es fácil entender por qué Will Ferrell y Harper Steele son personas divertidas.

Will and Harper. 116 minutos. En Netflix.