Este fin de semana y el próximo, en el teatro El Galpón se podrá ver Olor a canela, una obra de Apa Angeloni y Piero Bolognini, dirigida por el primero, que aborda el vínculo entre una niña, Renata, y su abuela Amalia. Ese vínculo tan entrañable para las infancias, en el que el cuidado se tiñe de complicidad, es el disparador de una historia que transcurre en ese lugar habitado por la aventura y la magia que suelen ser las casas de las abuelas.

“La idea de la obra surge cuando Piero estaba por perder a su abuela, en el afán de trasmutar el dolor y la tristeza en belleza. Ahí surgen los personajes y las primeras escenas, que luego fueron mutando. Cuando Piero pierde a su abuela, la obra queda en pausa. Un día me acompañó a una clase de dramaturgia, cuando yo ya estaba terminando la carrera, e hizo el ejercicio propuesto retomando la obra que habíamos empezado. En ese momento decidimos terminarla”, cuenta Angeloni sobre el origen del trabajo.

Ese punto de partida íntimo dio lugar, tanto en la creación de la dramaturgia como en la puesta en escena, los ensayos y las primeras funciones, a un abordaje universal, en la medida en que lo que transmite Olor a canela comenzó a dialogar con las experiencias de cada una de las personas involucradas, actores y público. “La obra es un homenaje a nuestras abuelas, y cuando se materializó se volvió un homenaje a todas las abuelas del equipo. Una vez estrenada, y a medida que corren las funciones, la obra es dedicada a todas las abuelas del mundo. Es también belleza, la belleza que existe en ese lazo único y mágico, la belleza de lo simple, del calor del abrazo y el humo de la cocina, de las glicinas en flor y el abrigo del tejido de una abuela. Son postales ordenadas en distintos tiempos, es canción y sonoridad de la casa de abuela, son historias que nos contaban nuestras abuelas”, dice la directora, que define la experiencia en pocas palabras: “Es una historia que nace del amor, y ese amor sólo se expande y crece”.

Por otra parte, además de la expansión hacia todas las abuelas, refiere metonímicamente al ciclo de la vida, sostiene Angeloni: “En ese ciclo nacemos, amamos, imaginamos, jugamos, cantamos, crecemos, reímos mucho, lloramos, volvemos a amar miles de veces y partimos. Al partir, la abuela deja pistas y sigue acompañando a su nieta desde la magia. De las devoluciones que nos hace el público podemos decir que se trata el tema con belleza, profundidad y mucho respeto. Buscamos la belleza como bandera desde el diseño, la estética, la composición. La obra nos invita a un viaje de emociones en donde todo está permitido, y nos emocionamos, nos reímos, nos sorprendemos a la vez. La poesía de la imagen, de la música y de la palabra también están muy presentes. Es así que la pieza se vuelve una caricia al alma. Así la definen unos cuantos espectadores, y yo también”.

Nominada a cuatro premios Florencio ―en las categorías dramaturgia, elenco, escenografía y estética integral―, Olor a canela combina los lenguajes del teatro, la música y el circo. “Al conformar el equipo vimos que cada una de las personas que lo componía, además de ser actriz o actor, era también música, bailarina, artista circense. Esos cuerpos que estaban creando ponían en la olla de creación todas sus magias. Es así que confluyen todas las artes y no podemos decir que es un espectáculo en el que sólo hay una de ellas. Hay momentos en los que se cuenta con la palabra, otros con una canción, con un gesto acrobático, con una imagen, una música tiñe una escena y la luz danza con ella. Como sucedía en la cocina de la abuela, todos los ingredientes están a disposición para que la magia acontezca y resulte una verdadera delicia”, explica Angeloni, y Bolognini agrega, a modo de síntesis: “Es la combinación de un poquito de cada una de las cosas y está buena, funciona buenazo. Sería un liestropienus, algo inventado que es hermoso”.

Olor a canela, sábados y domingos de noviembre a las 15.00 en la sala Atahualpa de El Galpón. Entradas en venta por Redtickets; 2x1 para Comunidad la diaria.