Al final de una extensa gira que ya superó los 40 shows, con actuaciones en Puebla, Lima, Bogotá, Caracas, Quito, Londres, Dublín, París, Ginebra y Madrid, el músico y compositor argentinoestadounidense Kevin Johansen y el dibujante argentino Ricardo Liniers vuelven a darse los buenos días a través de las pantallas de sus teléfonos, repartidos en dos habitaciones de un hotel de Temuco, en Chile.
Desde enero de 2024, los dos amigos retomaron la fórmula artística que habían probado muchas otras veces: canciones y dibujos en combinación, pero sin el acompañamiento de los músicos de The Nada.
Este año Johansen lanzó Quiero mejor, el disco más sereno y homogéneo de su carrera, al que no le falta su sello: la amalgama de palabras de diferentes idiomas al servicio de un efecto sonoro, no sólo musical, como la que luce en el rap “Hola need”: “And that’s ‘hola’ / Needed to know / Yeah, that’s ‘hola’ / Needed to know / Eres all I need / Cause I kneeded the dough”, pero este tour es otro viaje: se trata de recrear, con gran gimnasia pero en el inédito formato del dúo a secas, el repertorio con el que esta amistad provocó un hecho artístico simpático y atractivo.
Por su parte, lo de Liniers, que acomodó un cargado set de dibujo en una mesa de su habitación, consiste fundamentalmente, entre muchos proyectos editoriales, en seguir dibujando y publicando su tira diaria Macanudo, que además de salir en el diario porteño La Nación, aparece en las páginas de Los Angeles Times y otro montón de diarios estadounidenses, y a la que sus fanáticos también pueden acceder a través de su árbol de servicios de Instagram.
“La tira diaria es algo que está desapareciendo, y es una tristeza porque un poquito fue el medio con el que muchos aprendíamos a leer”, comienza diciendo Liniers. “Llegaba el diario a tu casa, tu viejo agarraba la parte aburrida y los chiquitos íbamos a las tiras. Y también era un espacio donde gente que no leía historietas leía historietas. Por ahí tu tío, tu abuelo, todos leían la historieta del momento. Eso, además, te habla de una posible desaparición de los diarios, que sería otra tristeza”, dice el dibujante.
Hace un tiempo escuché que los alemanes le habían encontrado la vuelta a los diarios en papel. ¿Sabés algo de eso?
Liniers: Pasan cosas raras, como que de repente eligen a Donald Trump y la gente se obsesiona con las noticias y levantan las tiradas de los diarios y las revistas periodísticas. Pero me parece que todo el mundo ahora se está informando vía internet y por Tik-Tok, y está buenísimo porque la gente está mucho mejor informada ahora que antes: la Tierra es plana, las vacunas no sirven. El efecto es una maravilla. Además, elegimos presidentes rarísimos.
A propósito, hace poco dijiste en una entrevista con un medio ecuatoriano que ahora, con las redes sociales, “nos volvimos todos políticos” y que eso te parecía “horrible”.
Liniers: No, no dije que todos somos políticos, es algo peor todavía. Ahora todos somos famosos, que es algo todavía más nocivo. Todo el mundo cree que es famoso porque lo siguen mil personas, y cuando yo era chico si a alguien lo escuchaban mil personas era toda una novedad. Todo lo deforme o raro que se le adjudicaba a alguien famoso ahora mutó en que todo el planeta es así de deforme. Así que esto no puede terminar bien. Antes suponíamos que los millonarios eran insoportables, ahora Elon Musk se encarga todos los días de confirmarlo.
En enero arrancaron juntos una gira muy extensa por Europa y América Latina que está llegando a su fin. ¿Con qué recuerdos se quedan?
Johansen: Un colega dijo alguna vez una frase que viene ideal para esta respuesta: “Las giras no son para hacer turismo”. Me parece que uno conoce los lugares a través de la gente. Lo peor que te puede pasar es hacer 300 kilómetros y que alguien venga y te diga: “Mirá, acá a 300 kilómetros hay una catarata”. Por otra parte, yo, que tengo casi diez años más que Ricardo, en lo primero que pienso es en lugares para ir a cenar.
Liniers: Es un poco así, a mí también me vienen a la cabeza más restaurantes que museos.
¿Dónde están los más recomendables?
Liniers: En Chile se come muy bien. Perú es absurdo, rico y tiene la particularidad de que la cocina va cambiando en todos sus lugares.
Johansen: A mí también me gusta conocer la arquitectura de los lugares. Aguascalientes, en México, por ejemplo, es muy hermoso. Aunque yo camino mucho más que Ricardo, siempre damos una vuelta por los pueblos y las ciudades, especialmente las más antiguas.
Lo que hacen juntos funciona muy bien en lugares muy distintos de América Latina, y en esta gira han regresado a varias ciudades en donde tienen un público asegurado. ¿Cómo reciben ese reconocimiento?
Johansen: Es muy linda la sensación de hacer algo diferente y que funcione, y que encima la gente lo quiera y lo festeje. Subimos al escenario a combinar dos disciplinas. Puede sonar pretencioso, pero ahí se está generando arte y de un modo muy orgánico. Suelo decir que Ricardo hace algo que no se escucha y yo, algo que no se ve. Obviamente, detrás vienen muchas influencias de música y de artes plásticas, o la película Yellow Submarine, de los Beatles. Naturalmente lo nuestro es mucho más humilde, pero a la vez no es algo muy habitual de encontrar.
Salvando las distancias, me gusta pensar lo que hacemos como una extensión lesluthieresca, en esto de traer a la mesa un poco de humor y observación social a través de dos disciplinas.
Liniers: Y es verdad que no es tan fácil de encontrar algo como lo que hacemos. Cuando uno va a un recital, te puede gustar más o menos la música, pero medio que sabés lo que vas a ir a ver, tal banda, tal estilo. En cambio, en nuestro show pasa mucho que la gente realmente no sabe qué está yendo a ver.
Por ahí les dijeron que hay un dibujante, o vieron algo en Youtube, pero no saben bien de qué se trata el show. Entonces, cuando terminamos te encontrás con esa gente con cara de sorpresa, como diciendo: “¡Eso estuvo buenísimo! ¿Qué fue eso?”.
Vimos a varios colegas y amigos que hacen shows de dibujo y música, pero como los dibujantes solemos ser tímidos, algo que a mí ya se me fue, no resulta tan fácil lograr una dinámica atractiva. Con Kevin éramos muy amigos antes de subir al escenario, y eso nos permite estar muy relajados en los shows. Vos sabés que ahí está tu amigo, que él va a hacer un chiste y yo le voy a hacer un chiste y que está todo bien porque nos estamos cuidando el uno al otro. Entonces, de ahí salen cosas muy raras y divertidas. Si no tenés esa base, es más complicado.
Además, improvisan mucho.
Johansen: Sí, de hecho nunca ensayamos nada. Fuimos encontrando cosas que nos gustaban y las tenemos como en una valija de herramientas, pero la base del espectáculo es la improvisación. Ricardo puede estar haciendo algo gracioso y a la vez yo estoy buscando conectar con algo emotivo. El show tiene un montón de contrastes, y cuando logramos que esas cosas se conecten en algún punto, es maravilloso.
Cuando los músicos consiguen una buena sintonía con lo que están interpretando hablan de un duende, algo casi inconsciente que les permite hacer la mejor de las músicas sin esfuerzo. ¿A vos, Ricardo, te pasa algo parecido con el trazo de tus dibujos?
Liniers: Federico García Lorca era el que hablaba de ese duende, y no lo digo como alguien de gran formación cultural, sino porque para mi historieta Macanudo dibujo muchos duendes. Pero yendo a la pregunta, el arte para que funcione tiene que tener ese duende, que es medio imposible de definir, pero cuando aparece te das cuenta de que algo cambió. Yo disfruto mucho cuando, por ejemplo, viene una canción más abstracta, que no querés interrumpirla con un dibujito, y entonces lo que hago es ir siguiéndola con los colores o con la forma, al ritmo de la música, y siento que ahí sí estoy entonando bien. Algo que, definitivamente, no me sale nunca cuando hago música.
Cuando Kevin toca “Vals de la luna”, una canción de su último disco, yo voy manchando la hoja y sigo ese ritmo de uno, dos, tres, porque, justamente, es un dibujo muy musical.
¿Cuáles son las mañas de cada uno? No debe de ser fácil sostener una gira tan larga, aunque no sé si han vuelto a sus casas entre shows.
Liniers: Por suerte, hemos vuelto a casa algunas veces. Si no, a esta altura nos estaríamos odiando más de lo que ya nos odiamos. Todo esto está hecho pura y exclusivamente por el dinero. Es por eso que estamos en habitaciones separadas, antes dormíamos en el mismo cuarto.
No sé si tenemos muchas mañas, pero no tenemos muchas mañas complicadas. Yo soy muy de dibujar mientras estamos esperando comida en el restaurante, pero salvo eso…
Vos dibujás todo el tiempo.
Liniers: Sí, es un tic nervioso que tengo.
Johansen: Dibuja todo el tiempo. Y en mi caso siempre estoy buscando alguna melodía y por ahí las grabo en el celular. Esta madrugada me desperté y me apareció una canción. La máquina no descansa. A veces en el momento menos pensando volvés a escuchar algo a lo que no le habías dado pelota y decís: “Acá hay una melodía”. Entonces, intento estar atento a las cosas que andan dando vueltas por la cabeza, pero nunca sabés cuándo puede aparecer ese duende de la inspiración.
Liniers: También es lindo cuando viene Kevin y me dice: “Mirá, escuchá esto”, y de repente es un tarareo que grabó hace un rato. Yo no entiendo nada, pero él va feliz de la vida con esas cositas.
Para vos, Ricardo, lo normal es que te pregunten por los dibujos, pero también te gusta mucho la música.
Liniers: Es que los dibujantes, si les preguntás a mis colegas de historietas, son todos muy melómanos. Escuchamos mucha música porque nuestro trabajo es en soledad y la mejor manera de llenar el espacio alrededor tuyo es con música. Entonces desde chicos, uno es más del tango, el otro será más del rock, pero lo que sea lo escuchamos con mucha obsesión. Yo siempre he sido seguidor de cantautores en la línea de Bob Dylan. Me gustaba la idea de alguien con una guitarra contándome una historia o haciendo un personaje o armando algo que moviera para un lado o para el otro, como me pasa con Lou Reed y Leonard Cohen. Después la vida me cruzó con uno de Alaska, que es rarísimo.
La vida te da sorpresas, como decía Rubén Blades, y me puso justo en el lugar que más me divierte. Lo que yo hacía en mi casa solito es lo que hago en el escenario. Ahora, en vez de darle play al compact disc, le toco la cabeza a Kevin, le digo “Play, Kevin” y mi amigo empieza a tocar y yo a dibujar, que es lo que vengo haciendo desde 1992.
¿Cómo recuerdan a Enrique Zurdo Roizner (1939-2024), con quien compartieron muchos años de escenario como integrante de The Nada?
Johansen: El Zurdo fue un hermano de la vida. Es un duelo extraño porque se nos fue el 14 de enero de este año y nos pasa que lo extrañamos, pero al mismo tiempo lo sentimos muy presente. Yo lo conocí cuando tenía 62 años y se fue con 84.
Liniers: Siempre decimos que el Zurdo vivió toda su vida siendo un baterista relevante, tocando en todo tipo de bandas y en todo tipo de discos. Se cruzó con los músicos más increíbles, como Astor Piazzolla y Vinícius de Moraes, tocó en el disco de Titanes en el ring y aparece en los lugares más insospechados de la historia de la música.
Haber conocido al Zurdo es otra de las cosas que yo le agradezco a Kevin, porque es una de las cosas más lindas que me pasaron. Además de todo esto de dibujar y viajar, me trajo a este personaje a mi vida. En un momento en el que yo había perdido a todos mis abuelos, me dije: “Acá tengo un reemplazo buenísimo: este señor con pipa que toca la batería”. Durante un tiempo uno de mis chistes era hacer como que yo tocaba la batería, me daba vuelta y lo veía al Zurdo riéndose como diciendo: “Sos un caradura”. Fue una persona que vivió toda su vida haciendo lo que le gustaba.
Su forma de tocar venía del jazz, ¿no?
Johansen: Sí, y él tocaba con palitos, no con cepillos. A veces yo le preguntaba por eso, porque a mí me gusta el sonido del cepillo, y te contestaba: “Toco todo con palos, Los Panchos, Palito Ortega, lo que venga”.
Liniers: El Zurdo le enseñó a tocar la batería a Daniel Rabinovich [de Les Luthiers].
Johansen: Una vez me lo encuentro a Rabinovich y me dice: “¿El Zurdo sigue fumando esa pipa con olor a mierda?”. Fue un tipo muy querido en el ambiente. Siempre fue un tipo muy vivaz y con un humor y una musicalidad envidiables.
Ricardo, cada vez hay más paisajes naturales en tus dibujos. ¿De dónde salen? ¿Tienen que ver con las giras que hacés con Kevin? ¿Con tu mudanza?
Liniers: Muchísimo. Si te fijás, en las primeras tiras de Macanudo el árbol era un palito y unos firuletes como lo dibujábamos en el jardín de infantes. Yo viví casi toda la vida en Buenos Aires. No vi un horizonte hasta de grande, pero hace ocho años me mudé a Vermont, al norte de Nueva York. Ahora vivo con mi familia en medio de un bosque y de repente mejoró bastante el laburo naturalista. Yo digo que estoy en mi período verde y disfruto mucho más dibujando árboles, montañas y bosques y senderos. Buenos Aires era un espacio medio místico al que además tenía idealizado. Mudarme me conectó con algo más real que se metió mucho en la historieta. Durante la pandemia, con todo el mundo encerrado, para mí era medio obligatorio meter unas hojitas de árboles y unos arroyitos que por lo menos salieran en el diario.
¿Cómo sigue este proyecto en conjunto?
Johansen: Estamos registrando un documental sobre nuestros viajes con el amigo Liniers y hay una parva de shows grabados.
Liniers: Y un poco más adelante vamos a hacer todo el show con inteligencia artificial y nos quedamos cada uno en su casa.
Kevin Johansen + Liniers. Miércoles 11 y jueves 12 de diciembre a las 21.00 en la sala Zitarrosa (18 de Julio 1012). Entradas desde $ 1.300 a $ 2.500 por Tickantel.