Desde el momento en que se estrenó una película basada en la Batalla Naval, ninguna adaptación puede asombrarnos mucho. Sí, el juego de tirar coordenadas para hundir la flota de tu contrincante se transformó en una cinta de acción que incluía una flota de extraterrestres invasores.

Ahora que los preparé para lo peor, les cuento que en 2020 se estrenó un documental chileno súper melancólico sobre un anciano que se infiltraba con dificultad en un asilo de ancianos buscando espiar el funcionamiento del lugar. El agente topo estuvo nominado al Oscar en la categoría documental y estrujó un montón de corazones con las aventuras de Sergio, Bertita, Petita, Marta y unas cuantas personas más.

Hace poquitos días se estrenó en Netflix la serie Un hombre infiltrado, que toma la premisa del viejito que se reporta desde un residencial muy humilde, rodeado de gente muy real, y lo transforma en una comedia sobre un hombre en la tercera edad (pero enterísimo) que se infiltra en una chetísima comunidad para jubilados de San Francisco, donde más allá del estado de salud de cada residente, todos parecen salidos de un catálogo de modelos de su edad.

El encargado de la adaptación fue Michael Schur, quien cocreó grandes comedias como Parks and Recreation o Brooklyn Nine-Nine, además de crear la enorme The Good Place. Dándole el beneficio de la duda (para ser honesto, recién vi El agente topo al terminar esta serie), me zambullí a disfrutar de estos ocho capítulos de media hora que hacen reír más que el original, sin arrancar muchas carcajadas, y te humedecen los ojos cuando el original te dejaba hecho un bollo en el suelo y llorando con mocos. Me contaron.

La principal diferencia es que este Sergio (aquí llamado Charles) está interpretado por Ted Danson, que seguro es capaz de correr el ómnibus más tiempo que yo sin perder el aliento. Su papel es el de un profesor de ingeniería que enviudó hace poco y todavía no ha logrado crear lazos nuevos, pero alcanza con rascar muy poquito para encontrar al Ted de siempre, incluso presente en otras creaciones de Schur. No muestra grandes debilidades, más allá de las sentimentales, como esos héroes del cine que en el contrato firman que no pueden perder una pelea (cof, cof, The Rock, cof).

Esto no quiere decir que no haya disfrutado de A Man on the Inside (su título original en inglés). Simplemente preparo a aquellas personas que esperan algo similar a la historia que lo inspiró.

La serie hace reír con un muy buen elenco, que incluye a Stephanie Beatriz en el rol de Didi, la responsable del residencial, que no termina de darse cuenta de si Charles está escondiendo algo. Lilah Richcreek Estrada en el papel de la investigadora y Mary Elizabeth Ellis como Emily, la hija de Charles, completan el grupo principal de buenas actuaciones de comedia.

Por supuesto que el resto del tiempo conoceremos a los diferentes “inquilinos” de la comunidad para jubilados, que incluyen su propia versión de Bertita (es decir, la que rápidamente le echa el ojo al recién llegado) y personajes que en mayor o menor medida sufren un problema mayor incluso que las deficiencias físicas y mentales: la soledad. Esto corre para ambas creaciones audiovisuales.

Un hombre infiltrado nos hace reír mientras nos hace pensar en lo que sería de nosotros sin los vínculos y en cómo siempre estamos a tiempo de recomponerlos o de crear unos nuevos. Las relaciones interpersonales nos hacen crecer, nos obligan a ejercitar diferentes músculos, y eso hace Charles, pero también lo hacen Didi, la investigadora Julie, Emily y otras muchas personas más.

El costado detectivesco, motor de la trama, no resiste mucha revisión. Pero si entendemos que esta no es una serie sobre un misterio (que termina resolviéndose, con vuelta de tuerca y corazón estrujado), podemos disfrutar de cuatro horas de compañía con una historia optimista y humana. Que, por supuesto, podemos ver junto a otras personas, para darnos una lección a nosotros mismos.

Un hombre infiltrado. Ocho episodios de media hora en Netflix. El agente topo también está en Netflix.