Ignacio: Podríamos “conversar” sobre series de televisión casi todas las semanas, pero solemos reservar este formato en conjunto para series que contienen elementos que apelan a los gustos de ambos, como los misterios policiales o detectivescos y el humor. Y esta me parece que es otra serie que cumple con esos requisitos. Poker Face es una comedia y también un policial de esos que resuelven un crimen por episodio. Pero se diferencia del famoso whodunnit o quién lo hizo porque acá siempre sabemos quién lo hizo.

Rodolfo: Así es. El término –me lo dijiste antes de empezar a escribir esto y era la primera vez que lo escuchaba– es howcatchem y tiene todo el sentido. Poker Face, emulando series de otro siglo porque tampoco es que invente el formato, nos presenta un caso, una situación criminal en la que normalmente vemos un asesinato y ahí mismo al culpable. Luego, la serie retrocede en el tiempo y nos ubica a la protagonista. Dónde estaba y qué vinculación tenía con el fiambre. Y así empieza la investigación.

Ignacio: Antes de entrar en los detalles que la hacen única, a la protagonista y a la serie, me atrevo a caer en el cliché de definirla como la suma de otras dos series, a ver si convencemos rápido a los lectores de que le den una oportunidad. Por eso de ver cómo hace la protagonista para descubrir al culpable, se la ha comparado con Columbo, pero la serie que más me recordó (y googleando me di cuenta de que no fui el único) fue El increíble Hulk. Porque Charlie Cale deambula de ciudad en ciudad, consiguiendo empleos zafrales, hasta que un delito la obliga a perder el anonimato, soluciona el asunto y debe huir de ahí. No haciendo dedo, sino en un hermoso Plymouth Barracuda.

Rodolfo: Si puedo aportar mi granito de arena, para mí es antes que nada una versión de Reportera del crimen, así sea por compartir sagaz protagonista femenina. Y no sólo eso: comparte con la buena de Angela Lansbury eso de llegar a algún lado y que se muera alguien. De hecho, hacerte amigo de Charlie te condena más que ser amigo o familiar de Charles Bronson en la saga de El vengador anónimo. Ahí es donde veo el ADN más clásico de la serie, en todas estas referencias: Poker Face juega a ser una serie de finales del siglo XX (décadas de 1980 o 1990) pero con características modernas. Por ejemplo, la protagonista que tiene sus particularidades.

Ignacio: Pasemos a ellas, porque David Banner (en la serie de Hulk no era Bruce) tenía un poder secreto que le daba una manito a la hora de desfacer entuertos. Charlie es, hablando pronto y mal, un detector de mentiras humano. Tiene la capacidad de captar tus inflexiones, los músculos de tu rostro, y saber cuándo estás mintiendo. Como un Lie to me, para seguir citando, pero más específico. Ese es su as en la manga (justo ella, que trabajaba en un casino); sin embargo, no es un “superpoder” del que se abuse en la serie. ¿Esto también te pareció así?

Rodolfo: Más o menos, porque en verdad los “poderes” de nuestra protagonista son tramposamente variables, según lo que necesite cada episodio. No sólo detecta mentiras; está siempre en el momento justo para escuchar a la persona específica mentir, tiene capacidades deductivas que harían empalidecer de envidia a Sherlock Holmes, y en un episodio su olfato rivaliza con el de Daredevil. O sea, si le buscás verosimilitud incluso interna, se tambalea. Yo creo que no hay que fijarse tanto en eso, sino disfrutar de lo que propone episodio a episodio. Que, más allá del arco principal (Charlie en fuga de unos mafiosos) son autoconclusivos.

Ignacio: Solamente voy a mencionar que si tuviera ese poder me pasaría haciéndole preguntas a la gente, y que por suerte no lo tengo. Ahora sí, decías antes que juega a ser una serie del siglo XX y estoy totalmente de acuerdo. Son episodios autoconclusivos, que a pesar de ser solamente diez pueden resultar desgastantes en un binge watching (la vieja y querida maratón de series). Y tienen otro elemento muy setentero/ochentero que es el de las figuras invitadas. Eso de que cada episodio cambie completamente el marco les permite tener a unas cuantas “caras conocidas” por un ratito. A un pasito de El crucero del amor. Si los lectores entienden la referencia, seguramente sea hora del chequeo anual de salud.

Rodolfo: Los invitados son el gran aliciente de la serie y muestran el grosor de la agenda de su creador, Rian Johnson (que vive cómodo y muy tranquilo revitalizando formatos policiales añejos), porque cuenta con un sinnúmero de apariciones especiales: Adrien Brody, Ron Perlman, Joseph Gordon Levitt, Simon Helberg, Chloë Sevigny, Ellen Barkin, Tim Blake Nelson y, en mi capítulo favorito, Nick Nolte haciendo del maestro de los efectos especiales Phil Tippet.

Ignacio: Mi capítulo favorito fue el primero, que es cuando descubrimos el guiño de volver atrás en el tiempo después del asesinato y vemos a Charlie Cale en su peor momento. Esto me permite (qué calidá) cerrar la lista de nombres mencionando al más importante, que es el de la protagonista. Rian Johnson creó un personaje que le calza como anillo al dedo a la gran Natasha Lyonne, experta en personajes reventados, de garganta golpeada por los excesos. Charlie es una gran puteadora, y de hecho es lo más “adulto” que tiene la serie, porque los crímenes no son tan gráficos. Además, por el formato mencionado, suele aparecer recién a los 20 minutos de episodio (rondan la hora) así que uno nunca llega a cansarse de ella.

Rodolfo: De hecho, es el plus. Es fresca, es white trash, es desvergonzada. Es un tipo de personaje que no vemos seguido y mucho menos en series policiales de “a caso por semana”. Ella es estupenda y la interacción que genera con los personajes rotativos es creíble, lo que no es poca cosa dado que tenemos siempre que creernos su vinculación con cada asunto. También está bueno que la trama general tiene su cierre y eso nos permite alternar con el único secundario fijo de la serie: Benjamin Bratt, otro que está muy divertido en su rol de mafioso harto de perseguir a Charlie.

Ignacio: A la serie le encuentro pocos puntos flojos: la repetición si ves muchos episodios seguidos, y algunos diálogos demasiado explicativos, que te permiten sospechar cómo hará Charlie para descubrir lo que pasó. Pero los condimentos vintage y la piedra fundamental (ella) funcionan a un nivel tal, que no me molestaría ver diez episodios más.

Rodolfo: Coincido. Como decías antes, no es para maratonear. Una vez más, su consumo es muy siglo XX: a capítulo por semana y sin apurarse. Y sí, el esquema se repite, pero me parece que es parte del asunto aceptar las reglas del juego, y nunca vas a ver el juego mejor hecho que con esta serie. Ah, esos diez capítulos que no te molestarían ya están en marcha, porque tiene segunda temporada confirmada. A ver cuántas mentiras más pesca Charlie y cuántos artistas reconocidos pueden pasar (y morirse) a su lado.

Poker Face, con Natasha Lyonne. Diez episodios de alrededor de una hora. En Universal+.