Cuando escucho Bollywood, pienso en coloridos dramas románticos históricos con canciones y bailes intercalados en producciones de más de tres horas. Pero lo cierto es que el cine de la India tiene un enorme mercado propio y lleva más de un siglo produciéndose, por lo que, lógicamente, ofrece variedad de opciones, posibilidades e historias. En particular, en tiempos recientes hay un género que ha venido impactando con peculiar fuerza dentro de sus fanes de otras partes del mundo: las películas de acción.

Sean de artes marciales (donde destaca, entre otros, la estrella Vidyut Jamwal como el practicante más famoso del Kalaripayatu, el arte marcial propio de la India), de tiros y explosiones (como las del popular Chiranjeevi, veterana estrella de este país y el protagonista de la saga Khaidi, una de las más taquilleras de Asia) o de delirante reconstrucción histórica (para las que basta recordar tan sólo a RRR, de inédito éxito internacional y hasta un premio Oscar por su canción principal), el cine de acción en la India es, hoy por hoy, garantía de diversión, emoción e impresionantes set pieces que nada tienen que envidiar a las del cine de este mismo género que se hace en cualquier otro país.

Para probar esto último llega Capitán Miller a Amazon, que combina todo lo antes mencionado: artes marciales, tiros y explosiones, más una delirante reconstrucción histórica. El del título, interpretado por la estrella Dhanush (el prototipo del artista indio: actúa, canta, baila, compone sus propias canciones y filma como un descosido de manera permanente) es un campesino de un muy modesto pueblo que, ante el desprecio de casta al que se ve sometido, opta por volverse un soldado cipayo a las órdenes del rajá británico. Es 1930 y la India es parte del imperio inglés, pero esto no impide que por debajo de las órdenes del rajá haya un orden férreo y establecido hace siglos, en el que nuestro protagonista jamás lograría progresar.

Sin embargo, pocas semanas como soldado –en las que pierde su nombre original, Analeesan, a cambio del más pronunciable para los occidentales Miller– le demuestran que a mal puerto ha ido por agua: no sólo no hay progreso a la vista, sino que Miller, con sus compañeros, pronto se ve involucrado en la masacre de manifestantes indios –sus compatriotas– contra órdenes del rajá. Asqueado y profundamente conmovido por lo sucedido, nuestro protagonista se aísla en la selva, pero pronto se contactará con los rebeldes locales y se unirá a ellos. No tardará en ser conocido como Capitán Miller y liderará la rebelión de regreso a su propio pueblo.

Hablamos de una película de 157 minutos, por lo que hay tiempo de sobra para que transcurra tanto lo ya reseñado como mil cosas más: el uso religioso de una reliquia con la que se somete espiritualmente al pueblo, un romance con la hija del gobernante local, traiciones varias puestas y unas singularísimas secuencias de acción para lucimiento de los especialistas –una persecución de moto a camiones es el punto alto de la película–.

Justo es reconocer que Capitán Miller carece quizá de ese ingrediente “extra” que sí tenía la mencionada RRR, ese plus de disparate y diversión que aquí se opta por sustituir con más drama o incluso solemnidad. Esta elección, respetable, por cierto, provoca que –según la paciencia del espectador– sea difícil transitar los momentos en que la narración se torna parsimoniosa, formal, casi protocolar.

Por suerte, cada momento de esos es contrapesado rápidamente por uno tremendamente explosivo que nos impulsa adelante y nos hace seguir viendo la gesta épica de rebelión del Capitán Miller, y nos permite disfrutar de buen cine de acción, hecho en cualquier parte del mundo.

Capitán Miller. 137 minutos. En Prime Video.