A lo largo de tres décadas la española Angélica Liddell escribió decenas de piezas escénicas, además de poesía, relatos y artículos. A fin de mes va a ser la encargada de abrir la edición 78 del Festival de Aviñón, uno de los encuentros teatrales más importantes del mundo, en la que el español será la lengua invitada. La crítica ha comparado a Liddell con Antonin Artaud, Jean Genet y Pier Paolo Pasolini; se habla de una artista radical y con un lirismo propio.

Este sábado María Dodera será la encargada de que una obra de Liddell, Perro muerto en tintorería, debute en los escenarios uruguayos. Dodera viene de hacer Slaughter, de Sergio Blanco, que recibió tres premios Florencio 2022, y La zapatera prodigiosa, de Federico García Lorca, con la que dirigió a la Comedia Nacional en la temporada pasada.

“Seis actores y una directora se sumergen en una obra que transita la frontera entre la manifestación pública y la ficción, en una maratón gimnástica y artística de sangre y sudor. La epidemia del medio y la falsa libertad, la deshumanización y la invención del ‘enemigo’, la dictadura del entretenimiento, la loa a la obediencia y la violencia se amontonan como ropa sucia en una tintorería de cuerpos que lavan conciencias”, anuncia la producción de lo que Dodera no duda en calificar de obra maestra: “Es una instalación que abarca el teatro en su totalidad”. Con música de Sylvia Meyer y, en vivo, de Federico Deutsch, se trata, para la directora, de “un tour de force actoral de alto voltaje”.

Foto del artículo 'Perro muerto en tintorería: un tour de force en un mundo inhóspito'

Foto: Alejandro Persichetti, difusión

¿A qué género pertenece Perro muerto en tintorería? “Cada día me cuesta más encasillar al teatro, rotular en géneros, explicar  argumentos, y más me cuesta aún en un teatro que está hecho en libertad y para la libertad, como el teatro de Angélica Liddell”, responde Dodera, que lleva hechas unas 40 obras que han recibido, entre múltiples reconocimientos, más de 70 nominaciones al Florencio. Puesta, de todos modos, a contestar, cree encontrar en esta historia resonancias de tragedia contemporánea en la dimensión de sus personajes y en el intento de estructurarla: “Como en la tragedia, existe un personaje que opera de coreuta en comunicación con la asamblea/público. Como en la tragedia, se peca de hibris y existe el sacrificio. Esta obra es un sacrificio poético para poder señalar y operar sobre un sacrificio real, para poder afrontar nuestro sacrificio de lo humano en el que estamos expuestos día a día”.

Relato propio

La primera puesta en escena de la obra, de 2014, se extendía aproximadamente por tres horas; en cambio, la que se verá desde este sábado en Montevideo es de una duración promedio: una hora y 20 minutos, concentrando menos tópicos de reflexión. Entre las características de la pieza, Dodera aclara que “existe una trama, menos que ficción y menos que relato argumental: una vez que se desarrollan los accidentes de seguridad que tanto miedo causan a los protagonistas (el asesinato de un perro, el accidente del autobús de 50 niños, la seducción de una maestra a un alumno), hechos que se van acumulando tal como en nuestras pantallas y van guiando el hilo de voz de la reflexión en vez del hilo dramático. El espectador que vaya a ver este espectáculo se va a ver obligado a crear su propio relato guiado por esa voz de reflexión”.

María Dodera.

María Dodera.

Foto: Alejandro Persichetti, difusión

En cuanto a lo escénico, “menos que escenografía: instalación. La instalación es, como la performance, uno de los lenguajes contemporáneos de los que se apropia Liddell para construir su relato. El espectador que nos visite va a vivir la instalación de nuestra Tintorería, espacio construido para el ejercicio de imágenes, acciones y voces que se relacionan en forma orgánica y nunca ilustrativa. Por momentos se trabaja la acción menos que drama: trabajamos la performance. En los escasos despliegues de la trama se despliegan figuras de movimientos y acciones fuera de lo teatral, cerca de la performance”, adelanta.

De todas formas, a modo de línea argumental, Dodera explica algunos conceptos: “Perro muerto en tintorería representa en forma metafórica ‘perro muerto por nada’. El hombre muerto que no vale nada en un mundo de barbarie, donde las reglas del neoliberalismo nos dejan al descubierto los efectos colaterales, como niños y mujeres muertos por nada en guerras, civiles inocentes muertos por nada y voces anuladas y sin lengua. Olvidar la lengua es olvidar una identidad, es despersonalizar, es coser la boca y taponear lo oídos. Es no ver, no oír. El miedo del individuo ante una sociedad amenazadora ha sido constante. Este miedo terrible ha ido plasmándose en personajes marginados del entorno global. Los dramas de Liddell han explorado espacios íntimos, madrigueras en las que sus personajes habitaban de manera endogámica, cerrada, hasta generar inevitablemente una progresiva mutilación entre sus miembros, principalmente la institución familiar; y también causas colectivas, quedándose en la disección de los conflictos escondidos de aquel mundo privado”.

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Foto: Alejandro Persichetti, difusión

Termina Dodera con una frase de la española: “‘La apoteosis de la burguesía consiste en no reconocer la melancolía en el resto de los hombres [...] Lo que pudre la sociedad es que nadie se avergüenza de sí mismo’. Por todo esto y quizás por otras cosas más es que necesito poner en escena Perro muerto en tintorería. No es una obra para ser contada en un cuentito, es una obra para ser vivida, para implicarse o no.  Es la invitación que proponemos”.

Perro muerto en tintorería, en el teatro Stella D’Italia (Mercedes y Tristán Narvaja). Viernes y sábados de junio a las 21.00 y domingos a las 19.00, sólo por junio. Entradas a $ 600 en RedTickets. 2x1 con la diaria Beneficios.