El director y guionista Marcos Carnevale, con una prolífica carrera de más de 30 años en cine y televisión y exgerente de contenido de la exitosa productora Pol-ka, es sin duda versátil. Ha creado obras brillantes como Mujeres asesinas y Elsa & Fred, así como otras menos destacadas como Granizo y Más respeto que soy tu madre. Ahora, Carnevale regresa con Goyo, una tragicomedia en la que, al igual que en Inseparables y Corazón de león, pone la inclusión en primer plano.
La historia sigue a Goyo (interpretado por el uruguayo Nicolás Furtado), un guía de museo y pintor neurodivergente con síndrome de Asperger, que se enamora de Eva (Nancy Duplaá), la nueva guardia de seguridad de su trabajo, una mujer 20 años mayor que parece haber perdido la fe en el amor. El elenco de lujo se completa con Cecilia Roth, Soledad Villamil, Pablo Rago y Diego Alonso.
“Yo tengo una fascinación por Vincent van Gogh, por su mirada, además de su arte, porque siempre fue tildado de loco, se ha dicho de todo y lo analizan a la distancia –que fue bipolar, que fue esquizofrénico–, pero a mí nunca me importó nada de eso, al punto de entender que lo único que tenía era una mirada distorsionada y maravillosa de ver la realidad”, dice Goyo en un momento. Su enunciado marca el sentido de la película, que no es otra cosa que poner en debate la integración, con empatía y amor, de personas consideradas “diferentes”. La historia es sencilla y el conflicto central nos ofrece otra manera de ver a los adultos con síndrome de Asperger: Goyo se choca con problemas para socializar no sólo por su condición sino por la falta de comprensión de un mundo que no parece preocuparse demasiado por aceptarlo.
El eje central de Goyo es la historia de amor, tan tierna como improbable, entre Eva y el protagonista, un romance que habita las diversidades de las relaciones humanas y que es narrado con sensibilidad y humor. El tragicómico entramado familiar de Goyo incluye a Matute (Rago), chef superexitoso que le aconseja sobre mujeres y lo anima a salir de su zona de confort, mientras que su hermana Saula (Villamil) es una reconocida pianista con cierta predilección por el alcohol que tiene una actitud sobreprotectora e intenta mantenerlo en una caja de cristal. A ellos se suma otra figura clave, Magda (Roth), “una madre a la que le cuesta ser madre”, como dice el mismo Goyo.
Un gran acierto de Goyo es meternos en el mundo desde la perspectiva de una persona con Asperger, muy poco explorado en la industria del cine. Su literalidad y extrema sinceridad son tratadas con delicadeza y respeto, evitando caer en el camino fácil de la sátira. De forma emotiva y realista, el mundo lleno de arte y obsesiones de Goyo contrasta con el complicado y sufrido de Eva. Son una pareja imposible que nos viene a mostrar cómo aun dentro de las diferencias, una construcción social aprendida y cuestionable, puede subsistir el amor.
La pareja protagonista tiene una química tangible y genuina, parecen mirarse y entenderse, pero se destaca la buenísima actuación de Furtado, que logra transmitir sensibilidad, simpleza y complejidad en un personaje construido con amor y cuidado, con foco en cada una de sus posturas, gestos y miradas, a veces sutiles, a veces raras y otras veces inquietantes. A través de la mirada de Goyo, una persona con Asperger que ve el mundo sin filtros y con honestidad, Carnevale nos invita a cuestionar nuestros propios prejuicios y limitaciones y a celebrar la diversidad, entendiendo que lo diferente es la norma.
Goyo. 107 minutos. En Netflix.