Parece que en la televisión y el cine las mujeres felices sin hijos no son personajes muy interesantes y han preferido narrar sus vidas desde un padecimiento de tristeza y ansiedad. Sin embargo, desde Workin’ Moms hasta The Letdown son varias las series que aprovechan la maternidad como puente para contar historias que enganchan y evitan romantizar esta etapa en la vida de las mujeres. Es el caso de la comedia dramática danesa Maternidad activada, que demuestra que este anhelo de la maternidad todavía se puede interpretar con empatía e incluso ser gracioso.

La primera temporada, estrenada en 2022, relata la historia de Nana Jessen (Josephine Park), una doctora especializada en fertilidad que, en medio de una borrachera y al enterarse de que le quedaban seis meses para quedar embarazada, con la insoportable carga emocional del reloj biológico, se autoinsemina con el esperma de su exnovio. A partir de entonces, vemos cómo navega, entre el pánico y la emoción, la explicación de ese embarazo: se mete en situaciones absurdas, se entrevera en mentiras y entreteje catástrofes. Ahora, embarazada y con la ilusión de recuperar a su ex (quien no quiere saber nada con ella), transita el proceso de maternar sola, que le permite empezar a ver a sus pacientes con otros ojos.

En esa primera temporada la serie ahondaba con emoción y un lenguaje directo las nuevas concepciones de familia, las varias formas de maternar y los muchos sentimientos que afloran respecto de los hijos. Nana empatizaba con sus pacientes y construía realidades personales imaginarias para que transitaran mejor el proceso de fertilización, la frustración de no poder concebir o las tristezas de las pérdidas. Park ofrecía una actuación tan cálida y divertida que la serie conseguía esquivar el cliché sobre una mujer desesperada por llenar un vacío reproductivo, y mostraba a una mujer que tomaba una difícil decisión con ramificaciones profundas y de largo alcance.

Ahora, en la segunda temporada, Nana es mamá soltera y se enfrenta a una nueva vida. La conciliación entre el mundo laboral y familiar, la identidad como mujer después de convertirse en madre y las diversas formas en que cada mujer experimenta y define la maternidad son abordadas con la misma sensibilidad y humor de la primera temporada. Aparecen los duros desafíos emocionales que enfrentan las madres, como la culpa, la presión social, el agotamiento, la reconfiguración de las relaciones familiares a partir de la maternidad, y la construcción de los vínculos con los hijos más allá de lo genético. El tono sigue siendo empático y divertido, con la enorme capacidad de tratar con simpleza temas complejos como el aborto, la infertilidad, el puerperio, las mentiras, el valor de la verdad y los miedos a no ser lo que los demás esperan de nosotros.

Ambas temporadas de Maternidad activada tienen muy buenos guiones, grandes actuaciones y, de paso, ofrecen educación sexual integral. Una comedia en su punto justo de solidez argumental, buen gusto, humor y emoción que resulta un gran hallazgo nórdico.

Maternidada activada. Dos temporadas de seis capítulos de aproximadamente media hora. En Netflix.