Nuestro anónimo protagonista se pone una máscara de mono. Eso sería raro per se, pero además usa esa máscara para pelear a puños desnudos en un circuito de luchas ilegales en alguna ciudad de India. ¿Por qué hace eso? La razón se remonta a varios años atrás, cuando el joven –en aquel entonces un niño– presenció cómo su madre –al igual que su pueblo– era asesinada en medio de un desalojo forzoso promovido nada menos que por el líder espiritual más poderoso de India. Este líder, llamado Baba Shakti, maneja todo tipo de poder e influencias, que incluyen a Rana Singh, el jefe de Policía.
El protagonista, acaso el único sobreviviente de aquella masacre, entendió muy rápidamente que no sería por la vía legal que conseguiría justicia, así que apeló a la venganza. Para conseguirla, participar en esas peleas clandestinas en el club nocturno es el primer paso. A partir de allí conocerá a la gente correcta y podrá entrar como camarero de un lujoso club nocturno –y burdel– que es frecuentado por Rana. Ascender en el lugar e ir aproximando hacia el objeto de su venganza es el plan, aunque no por sencillo será menos efectivo.
Como se verá, no estamos ante la historia más original del mundo, pero, por cierto, eso importa muy poco. Porque Dev Patel, el otrora Slumdog Millionaire, apuesta todo lo que tiene a este relato de venganza: lo escribe, lo dirige (muy bien, por cierto: genera unas secuencias alucinantes tanto de acción como de vertiginosas persecuciones) y lo protagoniza en el que es su primer rol cómo héroe de acción.
La escalada de nuestro protagonista en los bajos fondos y el submundo de prostitución, drogas y crimen es un relato clásico de género, con los rivales cada vez más difíciles de vencer que van saliéndole al paso. Que los villanos sean figuras notables del statu quo y que los pocos aliados de nuestro héroe sean descastados de la comunidad le da al relato un aire de revancha social que suma durante un buen rato.
Cierto es que el ritmo infernal con el que comienza –y se mantiene aproximadamente una hora– se ve interrumpido por esos mismos mensajes (que para algún momento se tornan algo obvios y empantanan la cosa), pero Patel recupera el timón de su nave rápidamente y propone otra vertiginosa secuencia, la final, con toda la gloria del gran cine de acción. Un actor dramático –e incluso buen comediante– sorprende aquí entregadísimo a las secuencias de peleas para las que no usó dobles (y pagó por ello con varios huesos rotos), convencido –tal y como dijo en entrevistas– de que “el género de acción es acaso menospreciado, pero es un gran vehículo para contar historias importantes”. Tal y como se puede comprobar en su reciente estreno en Amazon, efectivamente es así. Vamos, Dev. Esperamos más películas de acción tuyas, si te salen tan bien como esta primera.
Monkey Man. 121 minutos. En Amazon.