En la sala de reuniones de Radio Universal hay una luz que parpadea y se niega a quedarse prendida. Alberto Kesman se acerca a la llave, le da un golpecito seco y firme, y la luz se queda por fin encendida. Esa acción tan trivial muestra que el relator y periodista conoce la radio en la que trabaja hasta el más mínimo detalle. Hace más de medio siglo –empezó en octubre de 1972– que Kesman relata fútbol en esa emisora y desde 1977 trabaja en Canal 12, con el deporte rey como obsesión de todas sus horas laborales. Semejante permanencia en dos medios de comunicación está lejos de ser la norma.

“A veces me caliento por tener tanto”, dice el relator sobre sus años, porque en agosto cumplirá 75 y ya sabe que no vienen solos. “Nunca me dolió la espalda, pero tengo algún problema en las vértebras y a veces me duele. Pero es normal: les duele a muchachos de 40 años, ¿no me va a doler a mí que tengo 75? Pero eso no quita el entusiasmo y el amor que tengo por lo que hago. El gusto por hacerlo no lo perdí”, subraya.

Queda claro que Kesman está lejos de pensar en el retiro. “Con la gente, todo; sin la gente, nada”, remarca, y agrega que es el público el que consume, escucha y opina, y en definitiva el que decide si debe seguir o no. Eso lo palpa en la red social X, por donde a veces le dicen “cosas muy lindas” y, en otras ocasiones, “cualquier cosa”. “¿Vos te creés que a alguno que me dice cosas feas lo bloqueo? ¡Se está sacando el estrés! Tiene ganas de putear a uno y me putea a mí. Yo no le digo nada y dejo que putee. ‘Tranquilo, decí lo que quieras’. Y hay ofensas duras... Qué vas a hacer, es la vida”, comenta el relator, mate en mano, bajo la luz que sigue prendida, un rato antes de que arranque con La oral deportiva en esta entrevista con la diaria que busca saber por qué Kesman es Kesman.

¿Siempre quisiste ser relator de fútbol, o alguna vez te planteaste una carrera diferente?

Nací en Fraternidad, un barrio netamente futbolero. Es más, a varias cuadras a la redonda no había ni un equipo de básquetbol. El fútbol era el deporte rey, como lo es, y era de lo único que se hablaba en el barrio. La propuesta mía era jugar al fútbol, pero por entretenimiento, porque sabía que no era bueno. Imitaba a [Carlos] Solé, jugando a los botones, y estaba seguro de que lo hacía bien. Esa seguridad me la dio el tiempo, porque podés estar convencido de algo, pero es la gente la que te mide el aceite. El tiempo hizo que la gente me diera el espaldarazo para poder reconocer que ese gusto que tenía por hacerlo daba resultado.

Pero tus padres querían que estudiaras medicina.

Claro, mis viejos querían que estudiara. Dejé de estudiar antes de entrar a la Facultad de Medicina, me faltaban dos exámenes de Preparatorio y dije: “Voy a ver si entro a trabajar en algún lado”. Se me dio por dar un examen para entrar a un banco. Fui a estudiar a lo que en aquella época era la academia Pitman, que te preparaba para presentarte a concursos. Cuando fui a presentarme al banco, me encontré con un señor conocido de la familia que me preguntó si no quería ir a trabajar a su barraca de madera. Entonces, al otro día me puse el mejor traje que tenía y fui a la barraca, y vino el capataz y me preguntó qué hacía tan bien vestido. “Vengo a trabajar”. “No, no. Andá a tu casa, ponete los [vaqueros] Far West y vení. Como ya cargamos los camiones, tenés que limpiar el baño”, me dijo. Me calenté, porque de primavera me metió la pesada y tuve que limpiar el ñoba. Lo hice, y al otro día empecé a las seis de la mañana cargando los camiones.

Mi familia era humilde, de trabajo, pero no faltaba de comer, que era lo más importante. Conocer y tener experiencia es muy importante. En aquella época había un boliche en cada esquina, y no era el lugar al que la gente se iba a emborrachar sino donde se sabían los códigos del barrio: el respeto por el vecino, por el amigo, la unión y la ayuda al otro. Era como una escuela de códigos, que hoy no existen tanto, porque muchos de los códigos de barrio se han perdido.

¿Tenés nostalgia de todo eso?

Sí, claro. Como dice [Aníbal] Troilo: “Mi barrio era así, con Yacumín, el ‘carbunia’ de la esquina, que jugaba de half izquierdo al lado mío siempre, para estar más cerca de mi corazón”.

¿Qué te llamó la atención de la voz de Solé?

En todos los partidos escuchaba a Solé, y lo imitaba cuando “transmitía” los partidos de botones que jugaba con amigos del barrio en la cocina de mi casa. Tendría diez años. Y a los 15, todavía estudiando, se me dio por presentarme en Radio Sport para pedir que me hicieran una prueba. Me llevaron al estadio y me hicieron la prueba. Fui solo. “Tenés una voz de chiquilín bárbara, vení dentro de un tiempo”, me dijeron. Yo miraba el almanaque y tachaba... Fui de vuelta y no me dieron bola. Entonces, fui a Radio Ariel y ahí me dieron bola porque estaban haciendo una prueba a varios. Tuve la suerte de que me eligieron. Debuté en un partido de tercera división. Le conté a todo el barrio que iba a transmitir; imaginate la audiencia que tuve, eran como 200.

¿En ese instante ya pensaste que el relato era lo tuyo?

Desde el primer momento en que transmití pensé que era lo mío, pero no sabía si iba a llegar o no. Yo pensé que podía, pero también tenía claro que era un imitador de Solé y que debía agregarle cosas para darle un toque de personalidad a lo que iba a hacer. Creo que, de alguna manera, siempre con la base de Solé –que es la base de todos los relatores–, pude llegar a lo que hoy en día la gente mide. No voy a decir que soy el mejor ni el peor, pero me siento conforme con lo que la gente opina de mí.

¿Cuál es el plus que le agregaste? Se me ocurren ciertas frases que sacás de la nada, porque sos más picaresco que Solé.

Es que la espontaneidad del barrio no te la permitían en la radio en esa época, era todo mucho más formal; el mundo cambió. Creo que le agregué la impronta de reaccionar cuando pasan cosas que no esperás. Yo nunca quise decir “Kesman es el número uno”, porque considero que el número uno fue, es y será Carlos Solé, maestro de maestros. Nos enseñó muchas cosas a los relatores que absolutamente todos, de acá, de allá y de acullá, tienen en su forma de transmitir. Hay cosas que salen de la impronta. Me pasó en Qatar, cuando el tiro de [Federico] Valverde pega en el poste horizontal [contra Corea del Sur]. ¿Qué querés que diga? Si era gol nos hubiera clasificado. “¡La puta madre que lo parió!”... Me salió del alma. Eso, antes, la época no te lo hubiera permitido.

Contra Corea del Sur fue que luego de nombrar la formación de esa selección dijiste: “Es más difícil transmitir esto que darle un beso de lengua a un tigre”. ¿Ese tipo de frases se te ocurren en el momento?

“Lo que natura no da, Salamanca no presta”. Sale del alma, es espontaneidad y después queda como frase. ¿Creés que hay algo más difícil que darle un beso de lengua a un tigre? ¿Vos te animás? Hay cosas que se hacen casi imposibles y das un ejemplo gráfico.

¿Y lo de pegarle “de rambullé” de dónde salió?

De un cuidacoches que cuidaba en Clyde’s, que era un lugar en donde se tomaban copas y se iba a pescar, más que nada.

Nunca una anécdota en una biblioteca o en una librería...

Íbamos a pescar, a la conquista... Yo decía “le pegó bombé”, y el cuidacoches me dijo: “Kesman, le pegó de rambullé”, y la frase me gustó. Entonces, llegué a casa, agarré el diccionario y decía que eran los pelos del corderito, la marquesa de Rambouillet y el Palacio de Rambouillet. Pensé “jugada de lujo, jugada de rambullé”. Todo tiene un comienzo y a veces no es el instinto de uno.

Foto del artículo 'Alberto Kesman: “Si te gusta lo que hacés y te sentís cómodo, no te vas a retirar”'

Foto: Ernesto Ryan

Una vez iba con un amigo en la carretera para el este, pasamos por un balneario y mi amigo me contó que fue a un boliche de ahí, pidió un whisky y era espantoso. Le preguntó al que se lo sirvió qué le había dado y le contestó: “Es lo que hay, valor”.

Cuando empezaste a relatar en radio aún no se transmitían partidos por televisión masivamente. ¿El dominio posterior de la televisión te cambió la forma de transmitir los partidos?

La radio es interminable en el marco de un partido de fútbol porque te acompaña a donde vas. Estás en tu casa, te vas a hacer un refuerzo y te llevás la radio contigo; querés ir al ñoba y te llevás la radio. El tipo que está laburando escucha la radio. La radio es invencible.

En el Mundial de Qatar, de 2022, el fenómeno Ronaldo –el brasileño– te entregó el reconocimiento por cubrir 12 campeonatos del mundo, o sea que arrancaste en Argentina 78. ¿Cuál fue tu campeonato preferido?

El del mejor lugar que ocupó Uruguay, que fue el de 2010 [en Sudáfrica], pero si me decís cuál fue el mundial que más me gustó vivir, fue el de Italia 90. Fue el mejor organizado, no tengo ninguna duda en decirlo. Pero las emociones también tienen que ver. Cuando terminó el campeonato de Sudáfrica, que salimos cuartos, no teníamos vuelo para volver y estuvimos diez días más. Vi todo el festejo y la caravana de autos por televisión, tomando unos whiskies con los muchachos de la radio. Estábamos deseosos de llegar a Uruguay para convivir con la alegría.

“Los resultados son lo más importante, por eso a Bielsa no lo puedo discutir, pero no me gusta su personalidad”.

¿Qué tuvo Italia 90?

No faltó nada. Cuando hay un mundial y tenés tu lugar, te tratan como un periodista, con el respeto que en el momento se trató... Quizás en otro momento al periodista se lo respetaba más, tenías posibilidades de hacer notas. Hoy en día hay conferencias de prensa por la cantidad de periodistas que hay; yo le hice notas mano a mano a Pelé y a Maradona... Hoy hay una lejanía más grande, que es necesaria por la cantidad de gente que hay. Pero Uruguay, que es un país pequeño, debería dar más apertura al jugador para que pueda elegir: si quiere hablar, que hable, y no estar reglamentado dictatorialmente y que le tapen la boca. Porque el jugador no elige, decide otro: “Habla Fulano”. En eso no hay dictadura, fijate vos… Si fuera en otro tema dirían: “Mirá la dictadura que hay”.

Pero los jugadores de hoy son mucho más estrellas que antes, en todo sentido.

¿Te parece? Antes, un jugador de Peñarol, Nacional, Fénix, Rampla o River iba por la calle y lo conocía todo el mundo. Ahora, un jugador de un equipo menor anda por la calle y no lo conoce ni el almacenero, y tenemos televisión, streaming, restreaming, contrastreaming y todo lo que vos quieras. Claro está que hoy tiene mayores posibilidades porque el mundo se ha abierto. Por ejemplo, antes un jugador para ir a España necesitaba padre español, madre española, tío español; no entraba fácilmente.

¿Cuáles son los tres mejores jugadores de fútbol que viste en una cancha?

Pelé, Maradona y Messi. Pero tengo que tener memoria de los grandes jugadores uruguayos: para mí, Julio Cesar Abbadie era un fuera de serie, siempre me sorprende la calidad futbolística que tenía. Me sorprende la calidad goleadora de Luis Suárez, a pesar de que sea un jugador que todavía está en actividad. Y viví lo que significó Rubén Sosa en Italia: cuando yo iba con un bolsito que decía “Uruguay”, me decían [le impone tonada tana] “¡Rubén Sosa, Rubén Sosa, uruguaiano!”. Fue un fenómeno.

Y de los 12 mundiales que cubriste, ¿alguno no te gustó por la organización o por el lugar?

El de Corea y Japón [2002] fue muy bien organizado, pero por el idioma, más difícil de acceder a entenderte; no diría que fue malo, sino frío. Y nunca me olvido del gol que el Chengue [Richard] Morales tiene para hacer y que [el entrenador Víctor] Púa cabecea.

¿Cómo viviste el Mundial de Qatar? Porque culturalmente también es un país muy diferente a lo que estamos acostumbrados.

Hicieron una reunión para decirnos que debíamos tener ciertos cuidados por la cultura, porque la mujer no iba a viajar en los trenes donde viajan los hombres, y que los que no eran musulmanes no tenían derecho a estar en tal lado o en tal otro. Pero verdaderamente no fue así: encontré un campeonato muy bien organizado, aunque podés tener algunas críticas para hacer o te pueden quedar algunas dudas. Las distancias eran tan pequeñas que fue muy cómodo transmitir en Qatar, fue uno de los mejores campeonatos del mundo en cuanto a la comodidad.

Pero eso fue por el mundial, después todo volvió a la realidad... Y los que nos gusta tomar un whisky después o antes de cenar, en vez de pagar 20 dólares por una botella, pagamos 70; entonces, había que tomar menos whisky y más agua.

¿Sólo te gusta el whisky? ¿No te tomás una cervecita, por ejemplo?

Un vaso de vino tomo; ocasionalmente, una cerveza, pero el whisky para mí tiene algo muy especial, me gusta mucho. Pero, ojo, una cosa es que te guste y que tomes, y otra cosa... Voy a cumplir 75 años, si anduviera todo el día con la botella en la mano... Hay más bolazos que se tiran que cosas que son reales. Si me tomo un whisky de noche, ¿soy un borracho? No, tomo un whiskicito y chau; no me tomo una botella por día, andaría por la calle tirado.

Imagino que te gusta el buen whisky, no cualquiera.

Sí, prefiero gastar un pesito más, tomar un whiskicito menos, pero tomar uno bueno. Un 12 años es el especial.

Al estar por cumplir 75, ¿se te viene a la cabeza el retiro?

Si te gusta lo que hacés y te sentís cómodo, no te vas a retirar. ¿Sabés quién te retira en esto del periodismo? La gente. Cuando la gente te deja de escuchar, ya no le interesa lo que decís y no te quiere más, sos el primero en enterarte. No es como cuando te engaña una mujer, que sos el último en enterarse, en esto sos el primero. Entonces, no creo que hoy en día la gente me quiera echar.

En los 80 cubriste varios campeonatos internacionales que ganaron Peñarol y Nacional, como la Copa Libertadores y la Intercontinental. Hoy los equipos uruguayos están muy lejos de aspirar a ganar esos campeonatos. ¿Por qué pensás que pasa eso?

Es que la plata le ha ganado al deporte, porque evidentemente la plata cambió las posibilidades de los equipos. Hay equipos de distintos lugares de América del Sur que si no tuvieran un poder económico no estarían compitiendo, mientras que los equipos grandes de este país tienen que surtirse de jugadores que ya están dejando. Nacional acaba de contratar a Eduardo Vargas, que tiene 35 años, ya está en el declive de su carrera, ¿me explico? ¿Qué puede traer Uruguay, más allá de alguna sorpresa como dio Peñarol con Leo Fernández? Entonces, es mucho más difícil. Y además participan más equipos: antes era un equipo por país, después dos; hoy no solamente hay cuatro de Uruguay en la Copa Libertadores, sino que hay ocho de Brasil. ¿Por qué? Por la guita, porque la televisión manda. ¿Le van a dar más cupos a Uruguay, que tiene 3.300.000 habitantes? ¿O a Brasil, que tiene 200 millones? Hay más televisión en Brasil. No te comas la pastilla.

¿Cómo te cae Marcelo Bielsa como director técnico de la selección uruguaya?

Los resultados mandan, yo soy resultadista. Hoy, que me estás haciendo esta nota, en una eliminatoria que clasifica a seis equipos y medio a un mundial, Uruguay está segundo; aunque fueran cuatro, estaríamos clasificados, o sea que la tarea hasta este momento ha sido buena. Lo que no me gusta de Bielsa es su trato primario con el jugador. Pero entiendo que los resultados son lo más importante, por eso desde ese punto de vista hoy no lo puedo discutir, pero no me gusta su personalidad. En las conferencias de prensa contesta y responde muy bien, pero su actitud frente a muchas cosas no es de mi simpatía. No es que le tengo bronca ni le deseo lo peor, porque si le deseara lo peor, sería un pelotudo que quisiera que a Uruguay le vaya mal, y no, yo quiero que le vaya bien.

¿Te gusta ver otro deporte o sólo fútbol?

El boxeo me gusta; además, lo practiqué durante mucho tiempo. Los años hicieron que aflojara las riendas. Me entretiene y lo recomiendo porque no es un deporte violento, al contrario: te sentís más seguro, más tranquilo, no peleás en la calle. Te baja las revoluciones, el estrés y los nervios, es un deporte que además, desde el punto de vista gimnástico, es muy bueno para la salud. Lo hice durante mucho tiempo y lo recomiendo.

¿Te agarraste a las piñas?

¿Y quién no? Pero en boca cerrada no entran moscas. Lo que pasó, pasó; se gana, se pierde y se empata. Que las perdidas las cuente el que las ganó y yo no cuento nada.

Entre el boxeo y el whisky, ¿qué elegís para desestresarte?

Una dama.