El primer día de clases, de Alejandra González y Daniel Kondo
Título reciente de la editorial fernandina Morisqueta (El rojo orgulloso, de los mismos autores, resultó premiado con el BRAW Amazing Bookshelf en Bolonia y el premio a las letras ópera prima en Uruguay en 2023), El primer día de clases da vuelta la perspectiva para enfrentarse a la situación planteada en el título desde la experiencia de los objetos que habitan un salón de clases. “¿Quién no se ha puesto nervioso antes de un día tan importante?” funciona como el disparador del cuento, que se desarrolla en la vigilia que precede a esa mañana señalada. Los ojos están puestos en los juguetes, muebles y útiles que harán el cotidiano de la clase de preescolar, y la calma nocturna se ve invadida por los nervios, la ansiedad, la expectativa, los temores.
El orden de las estanterías se trastoca y asistimos al desvelo de los objetos que cobran vida, personificados: un sapo de trapo, los cubos, las témperas, las hojas en blanco, un camioncito de bomberos, una tortuga, una muñeca y hasta el tobogán del patio, porque la escena excede el salón. En la línea de ¡Ya vienen!, de Sylvie Neeman y Albertine, publicado en la editorial argentina Limonero, en este caso no es la maestra la que espera la irrupción de los pequeños, sino los objetos del salón de clase. Esto permite poner en juego el recurso, central en la serie de Pixar Toy Story y que se puede rastrear al ballet Cascanueces, de Tchaikovsky, y a toda una tradición en la literatura y el teatro para niñas y niños, que permite al lector verse en el espejo de esas reacciones, llevado por el asombro de lo maravilloso de la realidad dada vuelta.
La sencillez del planteo se consolida en una historia de colaboración y amistad, en la que los temores y la memoria entran en juego para que unos se pongan en el lugar de los otros y entre todos logren, en un movimiento circular, retornar a la calma inicial, en una actualización de la clásica estructura de reponer el orden. Todo sucede –por supuesto– siguiendo el liderazgo de la tortuga, que con su experiencia y modo lento aporta la calma y la sabiduría necesarias y les hace de contrapunto a sus compañeros mediante el recurso de la pregunta.
Los temores individuales van moldeando la historia, que se construye en el diálogo y la construcción colectiva. Las ilustraciones de Daniel Kondo y el diseño gráfico son un elemento fundamental para que los textos de Alejandra González, precisos, sin adornos innecesarios, se potencien. Las formas geométricas, planas, los colores fuertes, los fondos blancos, el recurso de las series, ofrecen un contexto que dialoga con los recursos del jardín de infantes. Los rostros expresivos, con el sapo como hilo conductor, dan cuenta de los cambios en lo que sienten los personajes, para pasar de la boca hacia abajo en un gesto de desazón del inicio, a la sonrisa del final, cuando, ahora sí, llegan los niños y niñas.
Rosa, de Leonardo Cabrera y Julia Cerveñansky
Este libro de Alter Ediciones había sido publicado en versión digital en 2022 y ahora su versión en papel acaba de salir de imprenta. El título epónimo abre un camino de lectura al remitir a una figura icónica de la cultura afrouruguaya: Rosa Luna. Sin embargo, los indicios que conducen a esa identificación no obturan la posibilidad de una lectura más general: en esa bailarina de candombe que se insinúa caben todas y cada una de las niñas que habitaron el Mediomundo. Rosa se ubica, entonces, en una perspectiva que amplía la potencia de un posible homenaje –no es casual que no se incluya el apellido, que hubiera reducido la historia a una evocación biográfica– para dar cuenta de una historia más universal, en la que la belleza y las duras condiciones materiales van juntas y en la que están presentes cierta espiritualidad y elementos mágicos, pero es crucial la mirada atenta de otras mujeres de la comunidad.
La ubicación en el conventillo Mediomundo no es, evidentemente, un mero dato geográfico, es la condensación de información espaciotemporal, social y cultural. La acción necesariamente se sitúa en algún momento anterior a 1978, cuando en plena dictadura cívico-militar la población del conventillo, de mayoría afrodescendiente, fue sometida a un proceso de desplazamiento forzado y obligada a trasladarse a barrios de la periferia de Montevideo. Se trata, además, de un sitio icónico de la colectividad afrouruguaya, por lo que la historia se enmarca en los problemas que esa comunidad enfrenta y ha enfrentado. Es desde esta perspectiva que ese personaje ominoso que se le aparece a la protagonista, el Buncho, debe entenderse; aunque en el texto de contratapa se menciona el miedo como clave de interpretación, esa presencia incómoda admite una lectura más amplia y abarcativa.
Rosa conduce al lector a acompañar la cotidianidad de la protagonista y, en ese tránsito, a una identificación que permite ponerse en sus zapatos. De este modo, la vida del conventillo y del Barrio Sur se puede ver, oler y sobre todo oír y sentir: la potencia del sonido de los tambores y la vivencia del candombe en el patio y la calle son motor de transformación y de goce. Aunque es un elemento constitutivo de la cultura montevideana, el candombe tiene una presencia escasa en la LIJ (Candombe, de Bianki, por Pequeño Editor; Ronda catonga, de Ildefonso Pereda Valdés con ilustraciones de Fidel Sclavo, en la colección Desolvidados de ¡Más Pimienta!; Tambor tambora, de Jorginho Gularte con ilustraciones de Andrés Silva, en la colección de libros canciones de Criatura Editora; La llamada del rey candombe. Historia de una tradición afrouruguaya, de Eduardo Roland y Augusto Giussi, son algunos ejemplos que sí lo abordan), por lo que este libro es, también en ese sentido, bienvenido. Su interés excede, no obstante, la temática y el componente anecdótico: los textos de Leonardo Cabrera y las ilustraciones de Julia Cerveñansky –en su primer trabajo editorial– dialogan de manera que las imágenes que apelan a la percepción sensorial permiten acercarse a la experiencia de Rosa, al tiempo que la ilustración texturada, de colores intensos, plasma un universo potente en el que los detalles y el juego de presencias y ausencias adquieren preponderancia.
El primer día de clases, de Alejandra González y Daniel Kondo. 44 páginas. Morisqueta, 2025. $ 890. Rosa, de Leonardo Cabrera y Julia Cerveñansky. 44 páginas. Alter Ediciones, 2025. $ 550.