Varias veces nominado al Oscar, Noah Baumbach es uno de los directores destacados del cine independiente estadounidense actual. Su obra se caracteriza por mostrar relatos íntimos de personajes en momentos de quiebre y algo rotos, diálogos filosos y una mirada sensible e irónica sobre los vínculos, el paso del tiempo y las contradicciones de la vida adulta. Historia de un matrimonio (con Adam Driver y Scarlett Johansson), de 2019, es el perfecto ejemplo de ese estilo: un retrato sobre el fracaso de una relación y sobre cómo dos personas que se amaron profundamente pueden lastimarse de gran forma.

Con su última obra, Jay Kelly (nominada al León de oro como mejor película en el último festival de Venecia), Baumbach va mucho más que a mostrar las luces y sombras de Hollywood: nos ofrece un espejo en donde reflejar nuestras dudas, errores y todo eso que nos pesa al mirar hacia atrás. Baumbach, además de dirigir, es coguionista junto con Emily Mortimer.

Protagonizada por George Clooney, Adam Sandler y Laura Dern, la comedia dramática apunta más a qué sucede cuando las luces se apagan que al propio brillo de la fama. La historia sigue a Jay Kelly (Clooney), una estrella de cine ya veterana y en el inicio del ocaso de su carrera, quien, antes de recibir un importante premio a la trayectoria en Italia, se enfrenta a una crisis existencial personal: los éxitos han sido solamente profesionales y siente que tiene una vida íntima triste y solitaria. Parece que todos lo conocen a él, pero él no se conoce a sí mismo. Con la muerte de su mentor, el director Peter Schneider, y la distancia con sus hijas, Jay, junto con su fiel mánager Ron (Sandler) y su agente de prensa Liz (Dern), decide emprender un viaje en tren por Europa. La travesía será movilizante y reveladora, le permitirá encontrarse con su pasado y así replantearse quién es realmente más allá de las luces.

En un punto, Jay Kelly es, a la vez, víctima y responsable: dedicó su vida al cine y al entretenimiento, y ese éxito le funcionó como excusa para ejercer su poder sobre los demás y desaparecer de la vida de sus hijas. De algún modo, el film cuestiona el endiosamiento y la idealización de las estrellas de la industria audiovisual que, por ambición y exigencia, terminan alejándose de su propia condición humana.

Clooney, con su innegable carisma y haciendo una especie de metaversión de sí mismo, es el actor perfecto para encarnar a un hombre que vivió bajo la mirada de todos, pero que apenas se ve a sí mismo, atravesado por la vulnerabilidad que aparece cuando nos replanteamos si valió la pena el tiempo dedicado a un proyecto. Sandler, por su lado, nos muestra una vez más el enorme actor dramático que es, encarnando a un personaje que, además de su amigo y guía, es un espejo de Jay.

Lo que hace diferente a Jay Kelly es su capacidad de abordar temas complejos con sencillez y humor, algo habitual en Baumbach. La entrañable historia no trata sólo de las estrellas de cine, sino que nos interpela a pensar en nuestras prioridades y se adentra en las zonas más oscuras de la fama, la identidad y las huellas que deja la ausencia paterna. ¿Qué tenemos pendiente en nuestra vida? ¿Qué vínculos no esperan y necesitan de nuestra presencia?

Jay Kelly crea cine dentro del cine, mantiene con habilidad un tono simple pero reflexivo y está repleta de honestidad emocional, donde radica su verdadera fuerza: obliga a pensar y, sobre todo, a sentir. Tiene una justa humanidad y no se queda en la superficie de la fama ni en los clichés del éxito, sino que decide explorar la vida interior de un padre imperfecto, un hombre solitario que nunca está solo y que, como tantos, ha puesto su trabajo antes que el amor y su familia y se transforma en un cálido recordatorio de que nunca es tarde para replantearse qué significa vivir de verdad, cómo estar más presentes en la vida de quienes queremos y qué capítulos de nuestra historia todavía podemos volver a escribir.

Jay Kelly. 132 minutos. Netflix.