Las formas en que se construyen los referentes culturales, sobre todo en la música, son muy variadas y responden a diferentes momentos, pero si hay algo que todos tienen en común es el carisma. Mariana Espósito, o simplemente Lali, a lo largo de más de dos décadas de mucho trabajo ha sabido transformar su carrera en la de un ícono de la cultura pop: su camino empezó en la televisión infantil de la mano de Cris Morena (lo que le dio una visibilidad masiva desde niña) y, luego de pasar años con Teen Angels (banda surgida de la serie Casi ángeles), Lali emprendió su camino solista; un camino repleto de búsqueda personal y de identidad, marcado por una fuerte mutación de géneros musicales como el pop, el reguetón, el urbano y una Lali de ahora, más rockera.

Si algo ha acompañado siempre a Lali han sido su carisma y su autenticidad. A pesar de ser una superestrella, proyecta una imagen de chica de barrio genuina y accesible, lo que genera una gran conexión con su público, y se muestra firme en su compromiso social: Lali usa su arte para pararse del lado de la vereda en el que quiere estar y defender activamente causas sociales, especialmente los derechos de las mujeres, la diversidad y la inclusión (por ejemplo, con el apoyo al aborto legal). Su compromiso la posiciona como una referente cultural y un ícono queer, y también la expone a ser blanco de ataques sistemáticos de la clase política libertaria y, en particular, del propio presidente argentino, Javier Milei.

Con el documental Lali, la que le gana al tiempo, dirigido por Lautaro Espósito (su primo) y producido por Netflix y la propia Lali, vemos un ordenado y ágil recorrido de la evolución musical y personal de una artista que ha sabido tomar las decisiones correctas. Nos retrotrae a finales de 2021, cuando Lali llevaba más de un año con su carrera musical en pausa y estaba llena de dudas, contradicciones y angustias. Dedicada a filmar varias series exitosas (Sky rojo, El fin del amor), regresa a los escenarios con su enorme tour Disciplina, que marcó un punto de inflexión en su carrera y la transformación final para convertirse en la Lali de hoy. El documental, bien narrado y con mucho material inédito, funciona como un retrato íntimo y una crónica de este período crucial en su carrera y nos da acceso exclusivo a su universo profesional y personal. Incluye grabaciones caseras, un detalle de su proceso creativo y el detrás de escena de la preparación de shows masivos en el Movistar Arena y en el estadio de Vélez Sarsfield.

El documental da cuenta de la rigurosidad de Lali, su profesionalismo y hasta obsesión por estar en todos los detalles, las discusiones con sus productores y cómo ella concibe sus shows: una poderosa experiencia de mucho respeto por su público y un producto final impecable. Pero los tramos más interesantes son con la Lali mujer, la Lali amiga, exponiendo la tensión constante entre una Lali artista y una Mariana persona y mostrando a una mujer sensible, alegre y cálida. Esta intimidad, retratada con archivos personales, muestra su lado más vulnerable y humano, las presiones de la fama y miedos, la autoexigencia, su personalidad como torbellino y su redefinición personal y artística como la voz más influyente de su generación.

Afortunadamente, el documental no olvida el que es quizá su mayor valor: profundiza en la faceta política y activista de Lali, en la que además de su discurso constante sobre el empoderamiento femenino en una sociedad machista, se exploran sus declaraciones clave en el debate por la legalización del aborto y las marchas del orgullo, retratando su fuerte vínculo con la comunidad LGBTIQ+. Finalmente, se documenta el intenso ataque coordinado que recibió de parte de hordas libertarias, iniciado tras su tuit “qué peligroso, qué triste”, publicado cuando Milei fue electo presidente, así como la cruda campaña de desprestigio de la que es víctima, basada en fake news y la etiqueta “Ladri Depósito”.

Los momentos más poderosos de Lali, la que le gana al tiempo se dan con la exposición íntima de la artista: la recuperación de home movies de su infancia y adolescencia, las escenas en las que Lali se muestra sin filtros ni maquillaje y los espacios de vulnerabilidad y confesión abierta, lejos de esa enorme maquinaria promocional. El documental consigue su objetivo, que es el de honrar a Lali Espósito; una artista completísima que se ha consolidado como un ícono pop fundamental en Argentina y una de las figuras femeninas más influyentes del pop latinoamericano; con un estatus que trasciende la música, abarcando la actuación y el activismo social.

Lali, la que le gana al tiempo. 74 minutos. En Netflix.