Ignacio: En 2016 Netflix estrenaba una serie, calculo que sin saber el nivel de fanatismo global que despertaría. La historia no era súper original y ese fue uno de los motivos del éxito. Aprovechando la nostalgia ochentera que ya había despertado el continuo pasaje del tiempo, nos presentaron una historia que parecía salir de una inteligencia artificial a la que le pedías que condensara lo mejor de las películas ochenteras de aventura –la IA todavía no existía... creemos–. Así aparecieron estos muchachos andando en bicicleta, jugando al rol y enfrentando monstruos que podrían haber salido de la imaginación de Steven Spielberg. ¿Qué tan rápido te subiste al vagón de Stranger Things? Y de paso, para continuar la charla, ¿creés que tanto tiempo entre temporadas perjudicó su momentum?

Rodolfo: Yo me subí de inmediato, confieso. Y creo que eso va de la mano con que esa primera temporada fue, con margen, la mejor de todas hasta el momento. Tenía todo lo que me encanta: Spielberg, Carpenter, Goonies, nostalgia ochentosa. Hasta un nivel que podía empalagar, es cierto, pero no tanto en aquella ya lejana temporada. Pero (siempre hay un pero) confieso que a medida que avanzó disminuyó un poco mi entusiasmo. En parte porque las siguientes temporadas fueron algo desparejas (en particular la segunda, en lo que es una sensación general) y en parte, también, por las pausas entre temporadas, que afectan, sin duda. Sin ir más lejos, arrancó esta quinta y me costó un rato acordarme dónde estaba cada uno y haciendo qué. Por no hablar de que afecta cada vez más que son veinteañeros haciendo de adolescentes...

Ignacio: Ese ha sido el gran problema de la serie, que no solamente tuvo que enfrentarse a una pandemia, sino a sobrevivir en la burbuja (y luego la explosión) de las grandes inversiones en las plataformas de televisión a demanda. De todas maneras, en sus temporadas dos, tres y cuatro fueron tomando riesgos narrativos al intentar (en esa cosa muy yanqui) que todo fuera “cada vez más grande”. El elenco se fue ampliando y las stakes, como dicen ellos, fueron creciendo. Los villanos siguieron siendo los militares y los monstruos del Upside Down, pero con mayor complejidad. Sin embargo, y luego de comprobarlo con resúmenes de Youtube (por supuesto), encontré que este arranque de la última temporada está más contenido, y de hecho hasta repite algunos beats de la primera. Sin spoilear mucho, por supuesto.

Rodolfo: Sí, creo que la idea para el cierre no es "más y mejor", sino "más de lo mismo", sin que eso sea necesariamente negativo. Algo que sí agradezco para esta última temporada es que parece (al menos en la primera tanda que se estrenó ya) que mantienen al mínimo el agregado de personajes nuevos, algo que en lo personal me terminó complicando mucho en las entregas anteriores, porque teníamos demasiados personajes para hacer las mismas cosas y algunos terminaban haciendo nada. Me parece que así, más concentrados en el grupo protagonista, todo viene fluyendo bastante bien. Y en cuanto a los villanos, en efecto, todo parece indicar que Vecna será la batalla final. Y eso está bien, es lo que se espera.

Ignacio: Sinceramente, esperaba la aparición de un villano “más final”, pero entiendo que de los anteriores fue el que funcionó mejor. Y si bien el territorio conocido de “abducciones de niños, investigaciones militares, planes ochenteros” está bien aprovechado, me quedé con la sensación de que, por momentos, manejaban demasiados “niveles narrativos”, por llamarlo de alguna manera. Básicamente, porque la acción, además de estar dividida en equipos, se lleva a cabo en el arriba, en el abajo, y también en un tercer mundo idílico hecho de recuerdos. No me mareé, pero la densidad me resultó alta. ¿Hay alguna de las subtramas, o grupos de personajes, que te haya atrapado más? Punto extra para la aparición de Derek, que con poquito ya me ganó el corazón.

Rodolfo: Yo soy históricamente hincha del equipo que por padrón incluya a Dustin Henderson y Steve Harrington, a quienes en esta ocasión se los trajo de regreso con cierta vuelta de tuerca a partir del crecimiento de ambos personajes (especialmente Dustin) en una construcción que yo, al menos, agradezco. Derek es el único personaje nuevo que aparece, creo, y que importa. Ahora, en las antípodas, me cuesta siempre Jonathan, siempre se me antoja que está en su propia subtrama y que nunca importa demasiado, algo que incluso fue creciendo temporada a temporada.

Ignacio: Por ahí también tenemos a una grande como Linda Hamilton, que parece estar reutilizando el pelucón de Matthew Modine. Hasta en Netflix se apretaron el cinturón. Volviendo al tema de esta temporada (estratégicamente separada en tres), quizás por este regreso a terrenos conocidos, no la estoy sintiendo tan “final”, al menos por el momento. Esa progresión villanesca parece haberse detenido (hasta ahora) y la novedad de la ciudad en cuarentena fue poco aprovechada más allá del primer episodio. ¿Tenés esa sensación de “fatalidad inminente” o estás como yo?

Rodolfo: Para mí sí será el cierre, pero ignoro cuán contundente será. Me extrañaría si terminara con una escabechina de personajes a mansalva; no es una serie que se haya destacado por su crueldad (más allá de la muerte de algún secundario querible, casi que puesto ahí para afectarnos con su desaparición), sino más bien con un criterio de "volvamos al statu quo" en cada cierre de temporada, a excepción del inmediatamente anterior que quedó abierto para esta quinta. Creo que vamos a un final feliz, y tampoco me parece mal. Es parte de la misma concepción ochentosa que homenajea y parte también del "si funciona, para qué tocarlo", como dicen los ingenieros. ¿Vos esperás un final a todo trapo?

Ignacio: Ah, yo la verdad que sí. Por esa progresión capitalista de la acción, que nos llevó desde un centro comercial a la Unión Soviética, no espero menos que un Avengers: Endgame con la aparición de los Thundercats, He-Man, Alf, Cyndi Lauper, los fantasmitas del Pac-Man y Ronald Reagan ya en su etapa senil. Hablando un poco más en serio, espero que la segunda tanda deje todo pronto para un final explosivo –figurativa y literalmente– en ese último episodio que llegará solito. Ya que hace un par de oraciones mencioné a varios íconos de mi primera década en este mundo –soy más joven, lo siento–, ¿te parece que así como hay una “fatiga de superhéroes” se venga una “fatiga de los 80”? ¿Hay iconicidad en los 90 como para desarrollar una nostalgia fuerte?

Rodolfo: Sin dudas que la nostalgia ochentera alcanzó ya su pico y va en clara caída, fatiga o como quieras llamarlo. La propia Stranger Things fue artífice de eso mismo y creo que de ahí (y de que sus actores en cualquier momento ya no entran en sus vestuarios) se vaya a este final. Ahora, incluso con eso en mente, hay algo en la serie que yo siempre agradezco: es un lugar feliz, entretenido, al menos para mí. Ver cada capítulo de esta quinta temporada fue siempre un rato divertido, con personajes casi siempre interesantes y un mínimo de elaboración para que el espectador siempre pase bien. Hay tal abundancia de series y propuestas que ese "espacio feliz" de televisión escapista ya no se encuentra tan fácil como antes, ¿no?

Ignacio: La única felicidad que se le asemeja es la de Pluribus, pero no hay forma legal de ver la serie en nuestro país. Así que volveremos un par de veces más a Hawkins, Indiana, donde los años 80 están a punto de durar más que la década real.

Stranger Things. Cuatro episodios de alrededor de una hora. En Netflix.