“Mi corazón siempre será para el Motorola”, lanza Julia Lunar (Natalia Soboredo) con la solemnidad de una promesa fanática, casi religiosa, interrumpida apenas por dos sorbidos rítmicos de su jugo de naranja. La formulación de ese dogma personal y su entonación son las de una actriz y dramaturga, autora y directora de la obra Pueblo chico, estrenada en el teatro Escayola de Tacuarembó.
“Llegué a él a través de una revista de esas de chusmerío argentino”, dice sobre el modelo de teléfono celular que inspiró una de las canciones de su disco solista Nostalgia digital, recientemente editado por Little Butterfly Records.
“Me acuerdo clarito. La imagen era la de un cielo celeste con unas nubes hermosas y el Motorola brillaba en el medio de la página. Yo, adolescente, le dije a mamá: ‘Quiero eso’. Y tuve mi teléfono. Pero claro, si cantaba Motorola C115 iba a ser una canción del montón”, explica.
El tema terminó en el disco como “Nokia 1100”. “Sonaba mucho mejor”, apunta la artista y gestora cultural tacuaremboense. El dream pop criollo de la melodía recuerda a Pixies, Blondie y los uruguayos Carmen Sandiego, con voz propia.
“El mundo está cambiando y no me siento muy bien”, confiesa Julia Lunar en una de las ocho historias entrelazadas por “recuerdos colectivos de chats anónimos, foros, ringtones polifónicos e inolvidables sesiones de MSN”.
En un principio, la cantautora –también conocida por el proyecto Incluso Si Es Un Susurro Soviético– admite que no había pensado que su primer álbum se transformaría en una obra conceptual: “Empecé a escribir las canciones y, cuando entré a leerlas, me di cuenta de que estaba hablando de un universo y de una época que, para mí, quedó encapsulada en esas canciones”.
A propósito del track 3, “Cyber”, recuerda sus tardes en el cibercafé del Club Tacuarembó: las máquinas viejas, con monitores enormes –antes de tener una computadora en su casa–, y el dinero que sus padres le otorgaban para la compra de fotocopias de estudios liceales desviado en favor de horas de entretenimiento cibernético.
“Estaba de más”, dice. “Porque podías jugar o chatear, pero de tanto ir hacías un vínculo con la persona que atendía el negocio y el lugar se convertía en un espacio social en el que charlabas con otra gente a través de una pantalla”.
Los diseños de un pueblo
“Siempre he vuelto a Tacuarembó. Tiene como una especie de magnetismo muy particular. Un poco en broma, en la obra Pueblo chico digo que quien entra a Pueblo Chico –que no es Tacuarembó, pero de algún modo sí– nunca puede salir de ahí”, reflexiona, después de cuatro años en Montevideo dedicados a estudiar la carrera de Derecho. “Extrañaba mucho y me volví”.
Entre las muchas inquietudes de Julia Lunar resaltan los videojuegos, especialmente Age of Empires, del que puede hablar como una experta. “A mí lo que más me gusta del juego es la parte de construir ciudades”, detalla.
La historia del comienzo del imperio lunar arranca con el padre de la cantante, el escritor William Soboredo. Dispuesto a no quedarse atrás de las nuevas tecnologías, decidió cambiar la máquina de escribir por una computadora. El milagroso electrodoméstico no sólo permitió a su dueño avanzar en la escritura de una novela: también habilitó la lectura de un “compact disc trucho” que traía el juego con el que Julia terminó de enamorarse.
“Pasé muchas tardes de calor insoportable en Tacuarembó jugando con los aldeanitos”, dice en referencia a los personajes del juego. “Y no es como ahora, que podés jugar en línea con mucha gente. Esto era con uno mismo, pero resultaba re divertido”, dice con fresca evocación.
Nostalgia digital, dice el texto incluido en la página de Bandcamp, “explora temas como el amor a distancia, la soledad y la conexión humana en una era sin internet de alta velocidad”.
Por estos días –junto con su pareja y socio creativo, el cantante y guitarrista de Incluso Si Es Un Susurro Soviético, Federico Cáceres– Julia va y viene de Tacuarembó a Montevideo entre actuaciones y la organización del Festival de música independiente Tacuanoise VII, y asegura que, en su caso, la lentitud compartida por ambas ciudades sólo le provoca la ansiedad de hacer muchas cosas.
“La soledad siempre está dando vueltas”, dice sobre Tacuarembó. “Lo que refleja Nostalgia digital son diferentes formas de ir hacia el encuentro. Tal vez no te encontrabas con nadie en persona, pero lo seguías buscando, a veces a través de un foro en el que no sabías adónde iban a parar tus palabras, pero al menos tenías una forma de expresarte”.
Por esa época en la que comenzaba el siglo XXI creía que, a través de internet, estaba descubriendo un mundo nuevo. Sólo unos pocos años atrás su evasión más efectiva la provocaba un walkman con un casete con canciones de Nirvana de un lado y de Eduardo Darnauchans del otro.
“El primer acceso que tuve a alguna historia vinculada al Darno no fue en casa. Él fue compañero de clase de mi viejo. Entonces papá me contaba de cuando se juntaban en la plaza a charlar y de cuando volvió para cantar y no lo dejaban cantar sus canciones. Siempre me habló de él con mucho cariño y mucha admiración”, relata.
En 2005, con 17 años, Julia tuvo la oportunidad de telonear al autor de Las quemas en el Club Tacuarembó, en una experiencia que marcó a fuego su relación con la poesía. “La música de Eduardo ha acompañado mi tristeza y mi soledad toda la vida”, admite.
No recuerda exactamente cuándo fue que se subió a un escenario para estrenar su identidad solista, si en Tacuarembó o en Bluzz, en Montevideo. En cambio, asegura: “Me sale más fácil relacionarme con la gente cantando que hablando. Y me gusta eso de ir al encuentro a través de la música. Yo me emociono pila cuando canto. Y ver que, de repente, eso le puede mejorar un rato la vida a una persona me parece un vínculo re poderoso”.
Nostalgia digital, de Julia Lunar. Little Butterfly Records, 2025. En plataformas.
El festival indie de Tacuarembó
Tras una edición montevidena, para su séptima entrega el Festival Tacuanoise vuelve a Tacuarembó. Tendrá lugar este sábado desde las 19.00, en el Club Tacuarembó y con la consigna “The King Is Not Dead” (el rey no ha muerto) bajo una imagen de Eduardo Darnauchans, el evento reúne a Eté y los Problems, Los Voluntarios, Julen y la Gente Sola, Niño Gutiérrez, la poeta Magdalena Portillo, y, claro, Julia Lunar e Incluso Si Es Un Susurro Soviético. Tres escenarios, plaza de comidas y talleres completan la fiesta. Localidades en mientrada.com.uy.
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