En 2020 (que simultáneamente fue hace cinco minutos, hace cinco años y hace toda una vida) un ejecutivo de HBO andaba detrás de proyectos que se pudieran filmar en una de esas “burbujas” en las que todos los involucrados permanecían durante el transcurso de la producción, con testeos regulares de coronavirus y todo eso. Se encontró con Mike White, creador de la serie Enlightened, quien empezó a pensar en una trama que se desarrollara en un solo sitio.

Primero pensó en ambientarla en Australia, pero las visas de trabajo eran de solamente ocho semanas y no alcanzaban para filmar una miniserie completa. Lo intentó en Hawái y logró un acuerdo con el Four Seasons por 13 semanas, sin tener todavía una idea de la historia completa. El resort, recordemos, estaba cerrado debido a la pandemia, así que cualquier oportunidad de hacer dinero era bienvenida.

La premisa de White era sencilla: un montón de ricachones se dan la gran vida en el complejo The White Lotus del archipiélago estadounidense mientras son agasajados por un montón de personas que jamás podrían costearse una estadía allí. Como gancho, el primer episodio habla de una persona muerta, pero habrá que llegar hasta el final de la historia para descubrir de qué se trata.

El presupuesto moderado obligó a una narrativa coral en la que ninguno de los actores se destacaba y todos cobraban lo mismo. Aquella primera visita a los hoteles de la compañía contó con presencias como la de Connie Britton, Alexandra Daddario, Molly Shannon, Sydney Sweeney y Steve Zahn (en orden alfabético, como en los créditos). Capítulo aparte merece la actuación de Jennifer Coolidge, y especialmente la de Murray Bartlett como el encargado del lugar, un adicto en recuperación.

La miniserie, que luego se transformaría en primera temporada de una serie antológica, podría tener el subtítulo de “Los de arriba y los de abajo”, ya que hacía un gran énfasis en la diferencia de clases entre huéspedes y anfitriones, con estos últimos sufriendo las consecuencias de los actos propios e incluso de los ajenos. Una familia nuclear que viaja junto a la amiga de la hija mayor, una pareja de recién casados y una mujer que acababa de perder a su madre eran los tres casos de estudio.

Con la sensación de que todo estaba a punto de estallar y un ritmo lento, pero con un guion firme, un elenco sólido y los elementos de una producción premium de HBO, The White Lotus se emitió entre julio y agosto de 2021. Fue abrazada por el público y la crítica, y triunfó en los galardones televisivos, participando en la categoría de serie limitada o antológica, en la que la competencia suele ser menos feroz. El éxito fue el que la llevó de miniserie a antología, con un lugar y un elenco diferentes cada vez.

La segunda temporada, de siete episodios, llegó entre octubre y diciembre de 2022. Esta vez la acción se trasladó a Sicilia, donde convenientemente la cadena The White Lotus tenía otro hotel (también un Four Seasons en la vida real). El cambio de locación y la posibilidad de salir del hotel debido al fin de la pandemia se sumaron a un cambio en la historia. “La mitología de Sicilia, al menos desde el punto de vista de los estadounidenses, es esa política sexual arquetípica y el juego de roles que asociamos con la ópera, la mafia y el romance italiano”, dijo White a Entertainment Weekly poco antes del estreno. “Sentía que tenía que estar más enfocada en hombres y mujeres y relaciones y adulterio y tener un aire operístico, así que viré”.

Es indudable el volantazo narrativo. De nuevo, buscándole un subtítulo, esta temporada sería, hablando pronto y mal, “El crucero del amor”. No porque tenga mucha acción en el mar (que la tiene, sobre todo en el cierre), sino porque los casos de estudio tenían que ver con el interés romántico o directamente sexual. Abuelo, padre e hijo de tres masculinidades muy distintas, dos parejas de amigos que se creen mejor que la otra y una despechada delirante (Coolidge repitiendo el papel) se entrecruzaban poco entre ellos, aunque sí con la encargada del hotel y con un par de jóvenes locales que borraban los límites entre la industria de servicios y la prostitución.

Aparecieron F Murray Abraham, Michael Imperioli y Aubrey Plaza como parte de un nuevo gran elenco, con las italianas Beatrice Grannò, Sabrina Impacciatore y Simona Tabasco comiéndoles los talones en materia actoral. La fotografía ayudó a lucir otra locación despampanante (si me preguntan, incluso más que la anterior) y una banda sonora de primera. Lo que White anticipó pudimos verlo: mafia, ópera, romance... y, por supuesto, el cadáver del primer episodio que se revela en forma fulminante a poco de terminar la temporada.

Hotel 2025

Con una separación mayor debido a la huelga de guionistas, entre febrero y abril de este año llegó la tercera temporada, que además fue la que tuvo más episodios (ocho). Casi se filma en Japón, pero los ejecutivos de HBO insistieron en que Tailandia tenía mejores incentivos impositivos. Y si la primera giró en torno al dinero y la segunda al sexo, en esta ocasión la espiritualidad jugó un rol importante, aunque si me pidieran un subtítulo sería: “¿Sabés lo qué? ¡Jodete”, ya que los personajes no paran de lidiar con las consecuencias de sus actos, incluso los ricachones.

El trío de grupos humanos que arribaban al White Lotus (Four Seasons, una vez más) de Tailandia eran una familia con los padres, tres hijos y un gran secreto; una actriz de Hollywood que viaja junto a dos viejas amigas; y una pareja con bastante diferencia de edad, pero que dicen ser almas gemelas (al menos eso lo dice ella y es la más joven). A esto hay que sumarle un portero pagafantas que quiere que su compañera de trabajo sea más que amiga, una empleada de la rama hawaiana que llega en busca de know how y hasta la copropietaria del lugar.

A esta altura la fama de la serie hizo que muchos actores y actrices de renombre accedan al casting (y a la reducción salarial), por lo que pudimos contar con nombres como los de Leslie Bibb, Carrie Coon, Walton Goggins, Jason Isaacs, Michelle Monaghan, Parker Posey y Patrick Schwarzenegger. El elenco completo está en un nivel altísimo, pero lo de Coon como la amiga “normal” del grupo y Posey como la madre rica despistada es de lo mejor de la serie.

La temporada no es perfecta, pero las actuaciones logran disimular que el ritmo podía ser lento si la mirabas semanalmente, o que la posproducción cometió el error imperdonable de aplicar un filtro tercermundista a las imágenes de Tailandia, quitándole un porcentaje altísimo de belleza, al contrario de lo que ocurría en Italia. La tensión es mayor que en la segunda y el final quedará para el recuerdo más allá del enorme (y muy previsible) cliché. Quizás lo que más se le pueda achacar es que coquetea con fuertes volantazos narrativos, para terminar optando siempre por el camino más seguro y transitado.

Sin embargo, tomando cada una de las escenas por separado, las caras desesperadas (o completamente idas) de Isaacs, las respuestas nasales de Posey, la psicopatía de Schwarzenegger y todas las combinaciones posibles de las tres amigas charlando, es innegable que White volvió a lograr un entretenimiento destacado. Para la cuarta temporada descartó lugares fríos y la ciudad de París, y en el podcast oficial dijo que quería alejarse de esa imagen omnipresente de “las olas golpeando contra las rocas”.

Quienes están tranquilos son los de la cadena Four Seasons, cuyos hoteles aumentaron su popularidad en todo el mundo, pero especialmente en los sitios mostrados en las tres temporadas. Porque pese a la proliferación de cadáveres, la “experiencia White Lotus” crece y crece en popularidad, aunque al final del día veas lo que gastaste y efectivamente te quieras morir.

The White Lotus. Tres temporadas de seis, siete y ocho episodios. En Max.