Se terminó de forma algo abrupta, porque es evidente que la cancelación tomó por sorpresa a la gente de Bosch: Legacy y no es una temporada con estructura de cierre. Lo cierto es que llegan a su fin las aventuras catódicas de Hieronymus Harry Bosch, personaje creado por el escritor policíaco estadounidense Michael Connelly y llevado a la pantalla chica por Titus Welliver a lo largo de diez entregas y dos series, todas ellas a nuestro alcance en Amazon Prime.

Bosch y Bosch: Legacy son, sin duda, una de las mayores representaciones recientes de un personaje literario en pantalla, tanto por su proyección, alcance y llegada, como por la contundencia, fidelidad y acierto con que fueron adaptadas a partir de una veintena de novelas. Policía recto, terco, díscolo, austero, más atento de la justicia que de la ley y por momentos rebelde (mucho de lo cual implica que deje de ser policía para volverse detective privado), Harry Bosch protagonizó aventuras que significaron uno de los mayores éxitos sostenidos de la compañía de streaming. Es, hasta la fecha, la serie con más temporadas producidas por Amazon, y si bien las primeras siete, bajo el nombre de Bosch, fueron acaso las más sólidas, quizá por contener una buena dosis de “procedimiento policial” como base, las últimas tres como Bosch: Legacy nos mostraron otra cara del personaje, una más libre y sorprendente.

Aquí entonces no se toca nada porque, como dicen los ingenieros: “Si funciona, ¿para qué tocarlo?”. Tenemos una nueva dosis de casos enganchados a lo largo de los diez episodios de esta última temporada. Bosch, asociado a la candidata a fiscal de distrito Honey Chandler (Mimi Rogers, estupenda), prosigue investigando algún asunto pendiente de la temporada pasada, pero pronto irán ocurriendo cosas de lo más variadas como para sostener el interés: debe limpiar su nombre, investigar la desaparición de una familia, resolver el asesinato de un compañero policía, entre otras cosas.

No será sólo suyo el protagonismo. Tanto Chandler en su carrera por el nuevo cargo como las actividades de Maddie Bosch (Madison Lintz), hija del protagonista y oficial de policía, tendrán su espacio e interés. Y todos estos casos –o casi todos– tendrán su cierre, entre ellos uno muy especial, el protagonista: el asesinato de una serie de muchachas sin identificar que era parte del motto de la serie (“todo el mundo importa”) y elemento esencial de la personalidad del personaje.

Encarnado por Welliver, el personaje se transformó en algo asombroso. La caracterización tan sólida y convincente que hace imposible leer hoy una novela de Connelly (productor y guionista ocasional de ambas series) sin imaginar su cara. Rico y contundente, protagonista de historias con esas mismas características, Welliver también aquí, en el que resultó ser su canto del cisne, brilla como varias veces antes, con un protagónico notable. El resto del elenco –Rogers, Lintz (a esta mucho no la ayuda que su personaje repita elementos de temporadas pasadas) y las apariciones especiales de personajes de la serie anterior como los Barrel y Crate de Troy Evans y Gregory Scott Cummins– acompaña con mucha altura.

El consuelo para todos los fans del personaje llega en el último episodio, cuando Bosch hace equipo con una nueva oficial de policía llamada Renée Ballard, interpretada por Maggie Q, quien será protagonista de su propio spin off, para el que ya se ha anunciado la aparición especial de Welliver como el personaje que lo consagró por completo. Ojalá sea algo más que una aparición casual porque Bosch es y ha sido una de las mejores noticias televisivas para todos nosotros, los amantes del policial.

Bosch: Legacy, temporada 3. Diez capítulos de aproximadamente 45 minutos. En Prime Video.