Ahora parece que fue hace muchísimo, pero diez años atrás el Universo Cinematográfico Marvel era una cosa y sus producciones televisivas, otra. Aunque en la pantalla chica se hacía referencia –sutil o lejana– a los hechos acontecidos en las diferentes entregas de la gran saga cinematográfica, lo que pasaba en televisión poco le importaba a su “hermano mayor” y cabía incluso entenderlo como una iteración prácticamente independiente. De todos modos, la pantalla chica generaba también su propio universo macro, y así las series de Marvel en Netflix, protagonizadas por Daredevil, Luke Cage, Jessica Jones e Iron Fist construyeron juntas un mismo espacio –Nueva York– y terminaron desembocando en una miniserie conjunta como fue la no tan brillante Defenders.
En algún momento, Netflix dejó de producir estas series y tanto los personajes como los actores que con mayor o menor fortuna los interpretaban quedaron en un limbo, esperando un llamado de Marvel, en caso de que no decidiera reemplazarlos por un nuevo elenco.
Cuando aparecieron las primeras series de Marvel en Disney, comenzó una serie de rumores –que bien podían ser tan sólo una expresión de deseo– acerca de los actores de aquellas series en Netflix de regreso a sus personajes. Pronto empezaron efectivamente a asomar algunos en series ajenas: allá volvía Vincent D’Onofrio como Kingpin haciendo las veces de villano escondido en la serie de Hawkeye y nada menos que el Daredevil de Charlie Cox era casi coprotagonista de She Hulk (por no hablar de su simpático cameo en Spider Man: No Way Home). Era cuestión de tiempo, entonces, para que volvieran en una serie propia.
La duda principal era si ese regreso estaría signado por el tono más “familiar” de la compañía del ratón o si se mantendría fiel al registro adulto, hiperviolento y dramático de Netflix. Daredevil: Born Again zanja la cuestión de inmediato.
Estamos ante una propuesta adulta, seria y trabajada, que rescata el tono de la serie original y se establece rápidamente como una continuación digna, con registro propio. Vuelven todos los personajes relevantes de aquellas tres temporadas de Daredevil y se los reimagina luego de un tiempo –lógico, además, considerando que ha pasado un lapso similar en la vida real–, puestos sus destinos nuevamente en danza.
Como gran novedad, Kingpin aquí pasa a ser coprotagonista del relato, en un juego de opuestos entre él y Daredevil que tiene, sin embargo, el mismo punto de partida: ambos quieren ser mejores y dejar de lado esa parte terriblemente oscura que implica en cada uno de ellos desgracia: para el otrora capo criminal, el causar miseria y destrucción; para el superhéroe, ser arrastrado por su oscuridad interna y su tendencia autodestructiva. Ambos –uno en carrera a volverse alcalde de Nueva York y el otro concentrado en ser un abogado para los indefensos– van a tratar, a lo largo de nueve episodios, de responder a la pregunta “¿Pueden Daredevil y Kingpin ser una cosa que no son?”. La respuesta la sabe el espectador mucho antes que ellos: no.
Lamentablemente, todo se resolverá en una próxima temporada, puesto que esta termina con un cliffhanger. En esta, tanto Cox en el rol del sufrido abogado ciego, como muy particularmente D’Onofrio como el gigante criminal, les sacan brillo a sus roles.
El relato involucrará policías corruptos (toda la fuerza, prácticamente), nuevos vigilantes como White Tiger, nuevos supervillanos como Muse y mucho de la vida real de los protagonistas –escenas en la alcaldía para uno, courtroom drama para el otro– a medida que se cuece a fuego lento el inevitable enfrentamiento. Y, a pesar de alguna que otra cosita de ritmo y alguna resolución algo apresurada en el final, estamos ante un gran estudio de personajes que funciona perfecto y un relato que no tiene ni un punto flaco. ¿La mejor serie Marvel-Disney? Muy probablemente.
Daredevil: Born Again. Nueve capítulos de 42-60 minutos. En Disney+.