Una barahúnda es un gran bullicio y una confusión. Así se llama el colectivo que durante un año y medio transitó una investigación escénica con predominancia del gesto y la imagen. Aunque puede observarse un lenguaje común –una raíz pedagógica, un teatro anclado en lo físico y el teatro de objetos–, el bufón es distinto del clown, explica Rossana Tócoli, la directora del espectáculo que este sábado sube a escena en el teatro del Museo Torres García.
En Nornas: la última barahúnda, en lugar de la individualidad del clown como personaje, el espectador asistirá al despliegue de tres bufonas que funcionan en conjunto, como una criatura escénica, y abordan temas que interpelan a sus integrantes, desde la maternidad hasta la muerte, desde el retiro a los cuidados. Hablan, en definitiva, de cosas serias, pero generan una comedia absurda.
“El bufón remite a la víctima propiciatoria, al bufón del rey. Diría que la bufonería en sí tiene la misma raíz griega de aquel que en determinado momento sube, se encumbra o se jerarquiza para decir cosas que nadie quiere escuchar. En ese sentido, tienen una misma raíz histórica en el ritual. Después se separan. Diría que el clown tiene una cosa más naíf que el bufón: el clown se ríe de su ridiculez; el bufón se ríe de la humanidad”, explica Tócoli, que es además docente. En tanto el viaje del clown es propio, el bufón necesita de esa banda, que se puede descomponer, de algún modo, en sus participantes.
“Lo que me gusta de este equipo de trabajo es que venimos todas de distintos lugares”, subraya la directora. El elenco está integrado por Cecilia Argüello, Antonella Fontanini Firpo y Verónica San Vicente, y contaron con el asesoramiento de Bruno Contenti.
Tócoli cursó la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático y perteneció a la primera generación de la Escuela Alambique de Acción Integral, donde Mario Aguerre transmitía lo aprendido junto con Jacques Lecoq, Fernando Toja compartía nociones de teatro antropológico y Norma Berriolo sumaba la perspectiva de la danza.
“En general, cuesta mucho compactar ese tipo de equipos, en los que confluyen distintas formaciones. Para mí es muy valioso poder llegar a un lenguaje en común”, agrega quien aprendió a crear desde cero. La poética de Lecoq, que trabajó justamente el género bufonesco, las reúne en esta investigación sensible, que parte de la transformación del cuerpo mediante prótesis. No se trata de mero histrionismo, sino de un refinamiento del movimiento para capturar la irreverencia y oficiar de espejo social.
Todo nace de una imagen que desencadena las metáforas, que para el caso fueron las muñecas con las que jugaban cuando eran chicas. No juntaron las esbeltísimas Barbie, sino los bebotes y las Nicoletta que marcaron a una generación de niñas. Tócoli visualizó “un pelotero de muñecas” y salió a rastrillar ferias y a pedirles a conocidos para empezar desde allí –desde lo material, pero también desde los juegos infantiles, las palmas, las canciones y las rondas– el proceso dramatúrgico. En el intercambio se fueron sumando y descartando muchas ideas (y también las muñecas que emitían sonido, poco prácticas si comenzaban a berrear al menor golpe en medio de la función).
¿Quiénes eran esos personajes que habían inventado, esa banda escindida? Habían rastreado en el tarot, en los relatos de los hermanos Grimm, en los ensayos sobre la belleza y sobre la fealdad, de Umberto Eco, en las moiras griegas, en las pinturas de Brueghel, habían pensado en historias de obreras de fábricas abandonadas, pero hubo un hallazgo que les proveyó la mitología nórdica que estructuró a estas bufonas en arquetipos femeninos: las nornas, las “hilanderas del destino”. Amparadas en el humor, representan la memoria colectiva bajo el signo de lo irracional.
El espectáculo tiene varias capas de sentido, dice la directora. Una de ellas “tiene que ver con lo ideológico, con lo filosófico o, si se quiere, hasta con lo político, con estas mujeres que no son cuerpos hegemónicos. Después tiene una capa mística, porque al final de la investigación decidimos que los tres personajes son diosas del destino, que hablan de la vida, del nacimiento, de la muerte”.
Como querían hacer una obra que pudieran eventualmente trasladar, la escenografía es un gran árbol que orbitan estas nornas, un árbol construido con redes de pesca, retazos, arpillera, estoquineta y telas traslúcidas, cuyas raíces son muñecas de todo tipo y tamaño, algunas fabricadas en madera e incluso descabezadas.
Nornas: la última barahúnda. Sábados de julio y agosto (hasta el 23) a las 21.30 en el Teatro del Museo (Museo Torres García, Peatonal Sarandí 683 y Bacacay). Entradas a $ 600.
Una obra para discutir la eutanasia
Cuando vean mi arte estaré muerto narra la historia de Remo, un pintor fracasado que padece esclerosis lateral amiotrófica (ELA) en sus primeras etapas y que busca ejercer su derecho a la eutanasia, en tanto que Mar, su amiga y cuidadora, que defiende otra posición, se convierte en su confidente mientras enfrenta su decisión. Ambos exploran el arte como refugio y expresión, mientras se debate entre el derecho a morir dignamente y las normas sociales, cuestionando cómo influyen en la toma de decisiones y en el significado de la existencia.
La obra estará en cartel a partir de este sábado y los siguientes a las 20.00 y los domingos a las 18.00 en Espacio Teatro (Mercedes 865; reservas al 097 999 403), con dramaturgia y dirección de Emmanuel Santos Acevedo y actuaciones de Guillermo Francia y Agustina Beiro.
Este espectáculo se desarrolló con apoyo y asesoramiento de diferentes organizaciones de la sociedad civil vinculadas a la enfermedad ELA y el derecho a la eutanasia, como Grupo Empatía Uruguay, Centro de Esclerosis Lateral Amiotrófica del Uruguay (Celau) y la fundación Tenemos ELA.
Están programados foros posfunción con profesionales de diferentes disciplinas, para informar y concientizar sobre la enfermedad e incentivar el intercambio sobre el debate de la eutanasia. El 6 de julio participarán Ope Pasquet (exdiputado y exsenador por el Partido Colorado) y la doctora Laura Martínez Palma (presidenta de Celau). Para el 12 de julio están confirmados Federico Preve (médico neurólogo y diputado por el Frente Amplio) y un representante de la fundación Tenemos ELA. El 20 de julio conversarán Florencia Salgueiro (portavoz de Empatía) y Cristina Mansilla (diplomática y directora de Derechos Humanos de la cancillería). El 26 de julio debatirán Mariana Blengio (abogada, especialista en derechos humanos y bioética, exdirectora de la INDDHH), Ítalo Bove (representante de MADU, grupo de apoyo para una Muerte Asistida Digna en Uruguay) y Fernando Elhordoy (presidente de la Sociedad de Cuidados Paliativos).