Aunque sea una creación del veterano novelista y guionista Ronan Bennett, es muy difícil separar Mobland de uno de sus directores, Guy Ritchie, y su labor previa. Cabe ver esta nueva serie de Paramount como un acercamiento más serio al mundo mafioso británico que el que buscó en The Gentlemen, su serie de Netflix, con tropos similares a los de colegas como Gareth Evans y su sanguínea (aunque, a la postre, algo ridícula) Gangs of London.
Así, con un entramado complejo de personajes y un tono que va desde la seriedad hasta la acción más pura, Mobland no se propone como un producto nunca visto, sino como una aproximación particularmente efectiva a temas y situaciones que ya conocemos de otras producciones similares. Lo que la hace distinta y particularmente recomendable es su gran realización, el ritmo sostenido y que no desfallece a lo largo de sus diez episodios, todo esto sumado a la labor tremendamente eficaz de un brutal elenco.
Esencialmente, se nos cuenta la guerra entre dos de las familias mafiosas más importantes de Londres: los Harrigan (nuestros protagonistas) y los Stephenson (unos antagonistas bastante menos relevantes en la trama). La guerra se torna declarada cuando Eddie (Anson Boon), la oveja descarriada del clan Harrigan, desaparece al menor de los Stephenson sin previo aviso. La tensión entre ambas familias ya era alta, pero este acto pone en movimiento diversos enfrentamientos que amenazan con exterminar a todos, por lo que entra en acción el protagonista del relato: Harry da Souza (Tom Hardy), el fixer de los Harrigan, su hombre de confianza, el tipo capaz de solucionar todo con una palabra o con un tiro, según la situación.
Harry tendrá mucha tela para cortar, porque la familia Harrigan está llegando a un punto de no retorno. Conrad (Pierce Brosnan), el patriarca, da muestras de una temprana senilidad, lo que lo vuelve bastante poco de fiar (por no hablar de sus descontrolados accesos de violencia) y es la matriarca, Maeve (Helen Mirren, excelente como una suerte de Lady Macbeth), quien lleva en verdad las riendas de la familia. El mejor respaldo lo tiene en Kevin (Paddy Considine, el arma secreta de cualquier elenco, el robaescenas supremo), el hijo que encara en esa familia, pero que tiene su propia cuota de problemas. Hay muchos, muchos Harrigan dispuestos a hacerle la vida más difícil a Harry, quien, por su parte, tiene lo suyo en su propia familia.
La violencia crece episodio a episodio y Mobland se vuelve cada vez más adictiva. Apela a un tono y un estilo que emula el policial británico de los 70 y 80 (no pude dejar de pensar en The Long Good Friday, con Bob Hoskins y… Helen Mirren), pero con un ritmo frenético de serie del siglo XXI: los enemigos rotan episodio a episodio, hay mucha acción y abundan las vueltas de tuerca. Se le puede criticar el abuso del giro sorpresivo como recurso y alguna desafortunadísima elección de casting (el españolazo Jordi Mollá hace las veces de mexicano), pero son detalles: en general, Mobland funciona muy pero muy bien y nos deja esperando ansiosos la segunda temporada, ya confirmada.
Mobland. Diez episodios de entre 40 y 60 minutos. En Prime Video.