JJ Abrams, el creador o productor de exitazos televisivos como Alias, Westworld y la tan revolucionaria como cuestionada Lost, firmó a fines del año pasado un acuerdo millonario con Warner Bros. para crear en exclusiva una serie de productos tanto para la pantalla chica como la grande. La primera de todas estas posibles series o películas es Duster.
Son ocho episodios para HBO Max que rescatan tópicos del imaginario colectivo: los mafiosos en los 70 y las investigaciones del FBI a tono y la figura emblemática del wheeler o conductor especializado. La figura suele aparecer dentro de las historias de robos: el hombre encargado del volante, capaz de hacer maravillas sobre cuatro ruedas. Todo esto está, y cómo, en Duster, pero lo hace pasado por el tamiz y la mirada de Abrams (y de su cocreadora en la serie, LaToya Morgan) con una frescura y efectividad que transforman la serie en un entretenimiento que no conviene dejar pasar.
Jim Ellis (Josh Holloway, quien regresa junto con Abrams a añares de Lost y envejecido como el buen vino: actúa mejor) es el conductor y cobrador de una familia de mafiosos en Phoenix, Arizona. Es el hombre de confianza de Ezra Sax Saxton (un magnífico Keith David, maravilla en cada fotograma), quien trata de hacer pasar su negocio a las grandes ligas y para ello se viene vinculando con una serie de figuras, tanto del mundo del crimen como legales, que pueden permitirle ascender (se puede mencionar que incluyen a grandes personalidades como Elvis Presley y Howard Hughes y que algunas ramificaciones llegan nada menos que hasta el escándalo de Watergate). Jim está más que conforme con su trabajo –es sagaz, tiene recursos, contactos y maneja mejor que nadie–, pero todo queda puesto en duda cuando aparece la agente Nina Hayes (efectiva Rachel Hilson), la primera agente del FBI afroamericana y que llega con un único objetivo: derribar a Sax. Tiene sus razones personales, y pronto le da a Jim las propias: el mafioso fue el responsable de la muerte de su hermano.
Así, con Jim de informante dentro de la banda y Nina tratando de lograr sus objetivos –muchas veces a pesar del mismo FBI–, Duster desarrolla con eficacia y a toda velocidad su historia. El entretenimiento es lo primero, y la serie, más allá de su gran arco argumental, tendrá en cada episodio desafíos, por así decirlo, a ser superados por Jim y Nina. Sin descanso, apuesta con una gran reconstrucción de época, al blaxploitation (o el exploitation a secas), a las vueltas de tuerca, a la creación de grandes personajes secundarios (destacan Asivak Koostachin como Awan Batsui, el compañero de Nina y dueño de un gran monólogo a favor de Superman que vale oro; Corbin Bernsen como el padre de Jim, y antagonistas específicos a cargo de caras tan conocidas como Donal Logue o Patrick Warburton) y a las escenas de acción que no paran, en particular las muchas que involucran al Duster rojo que da nombre a la serie. Y eso por no nombrar la inmensa banda sonora –Marvin Gaye, Spinners, James Brown– que acompaña todos los episodios.
Hay que reconocer que alguna cosa se apura como para poder generar cierto remate y las piezas se alinean quizá de manera demasiado conveniente de cara a una segunda temporada (todavía por confirmar), pero el viaje, a todo gas y velocidad, para llegar hasta ahí vale la pena por derecho propio.
Duster. Ocho episodios de aproximadamente una hora. En HBO Max.