El prolífico actor, cineasta y productor estadounidense Tyler Perry, quien a pesar de llevar décadas en la industria se hizo conocido por su actuación en la multipremiada Don’t Look Up, siempre formó parte de proyectos que incluyen a la comunidad negra. Entre otras cosas, construyó un verdadero imperio cinematográfico alrededor de los Tyler Perry Studios, el primer estudio estadounidense propiedad de un afroamericano. También ha estado en el centro del debate por supuestamente perpetuar estereotipos negativos sobre personajes negros, especialmente de mujeres, y se cuestiona que sus películas no reflejan la diversidad de realidades dentro de la comunidad afro.
Perry es el responsable de guionar y dirigir Harta, buen thriller dramático que relata la explosión de una madre, soltera y trabajadora, que sólo quiere cuidar de su hija hasta que finalmente pierde la paciencia. La encargada de interpretarla es Taraji P Henson (nominada en 2009 al Oscar como mejor actriz de reparto por El curioso caso de Benjamin Button), quien se pone en el papel de una mujer agotada que vive el peor día de su vida y que, tras un cúmulo de adversidades, termina tomando una drástica decisión en medio de un grave delito.
La realidad de Janiyah, nuestra antiheroína, es por demás compleja: vive en un diminuto apartamento lleno de vecinos ruidosos, es madre soltera, lucha por llegar a fin de mes y hace malabares para trabajar y criar a su hija Aria, una niña con problemas de salud (convulsiones y asma) y dotada con una alta capacidad intelectual. Haciendo honores a su título original, Straw (la expresión the last straw se usa para referirse a “el colmo”) es narrada con una agobiante tensión que nos lleva a estar indefectiblemente del lado de la protagonista. Vemos el desmoronamiento mental y emocional de una mujer que ya no puede más.
Janiyah, sin embargo, no es una disociada del sistema como Arthur Fleck en Joker o un varón blanco de clase media despedido como William Foster en Un día de furia; ella es una madre sola, pobre y afrodescendiente que, antes de que el vaso se colmara, vivió un sinfín de situaciones hostiles y eventos desafortunados que la llevaron por un camino imprevisto. Entre otras cosas, hay niños que se burlan de Aria porque no tiene para comer, la encargada del edificio la desaloja y le tira todo a la calle por no pagar el alquiler, tiene un trabajo lleno de clientes apurados y mal educados, un jefe detestable que finalmente la despide. Lo peor: los servicios sociales la consideran una madre no apta y se llevan a su hija entre gritos y llantos mientras unos policías racistas la agreden y le confiscan el auto.
Henson compone de manera desgarradora a una mujer llevada al límite, que se viene abajo; una madre al borde que, en medio de una situación confusa y no buscada, utiliza un último recurso para salvarse y salvar a su hija de un inminente precipicio. Se logra transmitir una genuina y abrumadora angustia; hay una gran sobrecarga sensitiva y visceral que hace que podamos identificarnos con Janiyah aunque no vivamos sus tragedias. Pasa de la absoluta sumisión e incluso resignación al quiebre psíquico y el desplome emocional. Vemos cómo ella y su hija están inmersas en un sistema educativo y un sistema judicial racistas, clasistas e inhumanos que las juzgan, discriminan y desprotegen.
Es interesante el rol que se les da a las demás mujeres de la trama, las únicas que sienten empatía por ella. Con escenas al estilo de Tarde de perros, la película encuentra su pulso y su esencia a medida que vemos esa compasión y sororidad entre Janiyah, Nicole, la gerenta del banco (brillante Sherri Shepherd), y la detective Raymond (Teyana Taylor). En contraste, la violencia sistemática que recibe de hombres: su jefe, los policías y el que la dejó sola con su hija. Más allá de que la historia se basa en el desafortunado rumbo de la vida de Janiyah, se hace una profunda lectura de los roles de género: las que manejan las emociones son los personajes femeninos y los que aplican la mayoría de las rigideces son los masculinos.
La historia navega así entre un gran malentendido que se descontrola a máxima escala y el deterioro emocional de una mujer abatida. La realidad de las madres solteras, la resiliencia femenina, la carga mental y la soledad pueden parecer una representación algo exagerada de lo que viven a diario muchas mujeres, pero también se hace con gran sensibilidad. Harta es un potente thriller de alta tensión que viene a recordarnos el peso de la rabia acumulada, el valor de la empatía y la urgente necesidad de ser más amables con los otros, ya que palabras o acciones podrían ser la gota que colme el vaso.
Harta (The Last Straw). 105 minutos. En Netflix.