Empecemos desde un lugar atípico: explicando lo que esta película no es. En lo que va del siglo XXI, el slasher, popular subgénero dentro del cine de terror, ha cobrado nueva vida y hay una nueva camada de películas llenas de jóvenes incautos e idiotas que son masacrados por elementos filosos. Algunas características del slasher de la década de 1980 prácticamente han desaparecido (las escenas de sexo o incluso los desnudos) y algunas se han mantenido (el gore), pero es en el carácter de sus víctimas que más lo ancla en nuestros tiempos.
Hoy esas víctimas de asesinos enmascarados no son tanto jóvenes irresponsables volcados a las drogas, el sexo y el alcohol, sino miembros de la generación Z abstraídos por las redes sociales, los celulares y las poses políticamente correctas al respecto de género, ecología, etnia o lo que toque en suerte según la película.
Entonces, cuando uno empieza a ver Lo que hay dentro (precisa traducción de Netflix para It’s What’s Inside) y encuentra a este grupo de jóvenes que cumplen con todas las características de los Gen Z reunidos en esa casona apartada, dispuestos a ser unos idiotas que pronto serán masacrados (y el tráiler juega engañosamente en esta misma dirección), no puede dejar de pensar en slashers recientes y de estas mismas características, en general muy malos como Sick, aunque los hay buenos como la divertida Bodies Bodies Bodies. Pero, como advertíamos al principio, Lo que hay dentro no es exactamente esto.
El grupo de amigos en cuestión está reunido para hacer una fiesta. Una suerte de despedida de soltero para Reuben (Devon Terrell), que, lejos de las usuales características de ese tipo de fiestas, es una reunión con sus viejos amigos de preparatoria, a ocho años de haber estado juntos todos por última vez. Así, Shelby, Cyrus, Dennis, Nikki, Brooke y Maya (Brittany O'Grady, James Morosini, Gavin Leatherwood, Alycia Debnam-Carey, Reina Hardesty y Nina Bloomgarden) rememoran su pasado juntos y festejan su exitosa actualidad (no falta entre ellos la influencer exitosa que tiene miles y miles de seguidores en Instagram). Para sorpresa del grupo, Reuben también invitó a Forbes (David Thompson), que no era un amigo tan cercano y que, además, los hizo pasar un mal momento la última vez que lo vieron. Forbes trae consigo una peculiar valija para jugar un juego que lo cambiará todo.
No conviene adelantar más sobre el giro de la historia hacia la ciencia ficción, porque en la sorpresa yace toda la potencia y eficacia de Lo que hay dentro, pero sí se puede adelantar que, gracias a su ingenioso guion, la diversión está asegurada y que es prácticamente imposible adivinar hacia dónde irán los acontecimientos.
Hay una labor estupenda en su elenco –empezando por el ominoso Thompson, pero con gran destaque para O’Grady– y es ejemplar la ejecución del director Greg Jardin (también es el guionista). Si encima de todo cerramos como hay que cerrar, tenemos frutilla arriba de la torta.
Puestos a seguir diciendo que no es Lo que hay dentro, no cabe duda de que no estamos ni ante una obra maestra ni ante algo que llegue a revolucionar ningún género, pero sí es una película particularmente divertida, impredecible y más que sorprendente, lo que es mucho más que cualquiera de esos slashers sin sangre que se empeñan en poblar nuestras pantallas.
Lo que hay dentro. 105 minutos. En Netflix.