Hace apenas algunos años los filósofos aparecían en la televisión solamente cuando los atrapaban traficando pasta base, pero hoy en día cualquier programa los pone de columnistas como si fuera la cosa más normal del mundo. ¿Hemos naturalizado la presencia de pensadores en los medios? ¿Por qué los imitadores de famosos ya no seducen? ¿Los magos abusaron del truco de los aros? ¿Cómo se sale de esta crisis?

El declive de los escribanos como estrellas televisivas

Durante los años 90 y de la mano de los programas con sorteos, los notarios mediáticos tuvieron su momento de fama. Con el tiempo, sin embargo, su influencia fue desapareciendo y tuvieron que retornar a su oscuro universo de sellos, timbres y carpetas polvorientas. Esta caída fue un trago demasiado amargo para varios de ellos, que se entregaron al alcoholismo y al lavado de dinero. Como siempre ocurre en la historia de la civilización humana, la crisis del modelo dejó un espacio que no tardaría en llenarse.

El antecedente de las charlas TED

Desde que a algún publicista se le ocurrió que ver a una persona hablando sobre un tema que domina no es suficiente para cautivar a las audiencias, las exposiciones a cargo de personas exitosas pasaron a incorporar elementos emotivos, como historias de vida, reflexiones cargadas de sensibilidad y frases motivadoras. 99% de la gente no distingue entre esto y la filosofía, por lo que la popularización de las charlas TED allanó el camino para la inclusión de filósofos en los medios.

¿Cualquiera puede ser filósofo?

¡Claro que sí! Alcanza con saber pensar. Recordemos que ejercer la filosofía no requiere título habilitante, y esto no va a cambiar en el corto plazo porque, como nadie termina las carreras de la Facultad de Humanidades, si se empieza a exigir una licenciatura nos quedamos sin filósofos. Así que esa persona que presentan en los medios como “filósofo” no es un estafador, sino un simple chanta, como los astrólogos y los economistas.

La caja boba versus la caja pretenciosa

¿Qué es lo que lleva a un conductor o productor a la delirante conclusión de que darle micrófonos a un filósofo va a tener algún tipo de efecto positivo en la sociedad? La respuesta es muy sencilla: culpa. Todas las personas que trabajan en televisión sienten en su fuero íntimo que están contribuyendo a la estupidización del mundo, y algunos de ellos consideran que meter un filósofo los pone en la vereda de enfrente a Algo contigo. Quizás tengan algo de razón, pero ¿qué van a hacer cuando Luis Alberto Carballo integre a un filósofo a su panel?

Netflix: el último reducto

Quienes piensan que la reflexión sobre el ser, las ideas y el universo es algo que debería permanecer circunscrito al mundo de los libros y a Wikipedia tienen en Netflix a un aliado fundamental, porque por ahora es un territorio mayoritariamente libre de filósofos. Además, en caso de que tenga algún pequeño espacio destinado a la metafísica, la plataforma lo advierte colocando “filosófico” entre las tres palabras que usa para definir un programa. Otro motivo más para cambiar la televisión por un monitor de computadora.

Lo que es moda al final incomoda

Al principio mencionábamos el declive de los escribanos televisivos. Pues bien, ¿qué pasó con la televisión luego de que estos profesionales desaparecieron de las pantallas? Absolutamente nada. Como era de prever, si durante décadas la televisión había sobrevivido sin mostrar escribanos, la ausencia de estos no iba a resultar demasiado traumática. Con los filósofos pasará lo mismo. Quizás a algunos hoy en día les parezca inconcebible que un programa no tenga un filósofo, pero en un par de años volverá a ser algo normal. ¿Y quiénes sustituirán a los filósofos? No está claro, aunque los principales candidatos son los expertos en elaboración de panes con masa madre y los tiktokers.