Estamos en 1990 y el derrumbe del bloque soviético es una realidad que amenaza con barrer del mapa al comunismo. El Partido Comunista del Uruguay y otras organizaciones de izquierda radical, como el Movimiento de Liberación Nacional, el Partido Socialista y Asamblea Uruguay, diseñan una paciente y cuidadosa estrategia para mantener operativo el aparato subversivo marxista leninista. Los militantes que en ese momento acaban de terminar el liceo son enviados como agentes encubiertos a las facultades de Medicina, Química, Ingeniería y Ciencias para que desarrollen sus carreras y, una vez consolidados en el ejercicio de su profesión, se lancen en una ofensiva en contra de la LIBERTAD. Y tal como ocurre en la película La guerra de los mundos, protagonizada por Tom Cruise, dirigida por Steven Spielberg y basada en un libro de Adam Smith, a los agentes de las fuerzas invasoras que estaban escondidos y agazapados les llegó la hora de salir. Así es como opera en la actualidad este ejército de médicos y científicos de ultraizquierda que pretende desestabilizar a la coalición republicana democráticamente electa para instaurar una dictadura del proletariado.

Toques de queda

Regímenes comunistas como los que hay en Cuba, Noruega y Canadá pueden mantenerse solamente si hay un férreo control del libre tránsito. Se busca que, al no poderse mover con LIBERTAD, los ciudadanos no tengan la oportunidad de juntarse e intercambiar ideas sobre el libre cambio, el costo del Estado y el precio de la nafta. Por otro lado, desde hace mucho tiempo se sabía que una pandemia podía llegar en cualquier momento. Las instrucciones de los militantes infiltrados, agrupados en el Sindicato Médico del Uruguay y el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), eran claras: ni bien apareciera una pandemia, había que salir a pedir una cuarentena obligatoria. Los guerrilleros de la ciencia cumplieron a la perfección con el mandato y si fuera por ellos, hoy las cárceles estarían llenas de ciudadanos honestos cuyo único crimen fue salir a pasear un rato y volver a casa un minuto más tarde de las 22.00.

Los proctólogos

La bandera de la diversidad es uno de los tantos ropajes que ha usado el marxismo para blanquear su imagen. Un artículo publicado en el periódico El País denunciaba la realización de una reunión entre activistas de la comunidad LGTBQ y miembros de la Sociedad Uruguaya de Proctología en el bar Sporting, ubicado en la intersección de las calles 21 de Setiembre y LIBERTAD. Allí, los médicos recibieron instrucciones sobre cómo hacer que un simple examen de próstata de rutina sirva para introducir a un varón blanco, heterosexual y de clase media o media-alta en el mundo de la sodomía homosexual. No es extraño que el examen de próstata, que hasta hace poco era un recurso extremo, hoy en día se prescriba casi como si fuera una aspirina.

Los Centros de Terapia Intensiva (CTI)

Se sabe que el mantra de la izquierda siempre ha sido “cuanto peor, mejor”. Es por eso que, a pesar de que el gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou ha manejado la pandemia de forma admirable y los CTI tienen capacidad de sobra para albergar pacientes, los médicos y científicos afirman que la situación está a punto de colapsar. Sí, es cierto que últimamente hay más ingresos en los CTI. ¿A qué se debe esto? Muy sencillo: las puertas de emergencia de los hospitales están repletas de militantes de izquierda que supuestamente tienen dificultades para respirar y pérdida de olfato, y que ruegan los pongan en cuidados intensivos porque si no se van a morir. Lo mejor para desenmascararlos sería desenchufarles el respirador artificial, pero algunos de ellos, en su loco fanatismo marxista, son capaces de dejar de respirar a propósito y morirse, solamente para cumplir con la consigna citada anteriormente: “cuanto peor, mejor”.

Los estadísticos

Hecho número uno: el coronavirus surgió en China. Hecho número dos: durante la celebración del Año Nuevo chino se tocan tambores. Hecho número tres: los estadísticos del GACH afirman que no hay brotes asociados a las tamborileadas barriales. ¿Alguien precisa más evidencias?