El presidente Luis Lacalle Pou enfatizó en más de una oportunidad que su gobierno está dispuesto a firmar un tratado de libre comercio (TLC) con cualquier país, ya que una cosa es la ideología y otra el comercio. Pero llegando a la mitad del mandato no ha habido demasiadas novedades en ese terreno. Ante el lento avance de las negociaciones con China y Turquía, Uruguay salió a buscar nuevas opciones, y el Vaticano es una de las que suenan con más fuerza. ¿Cuáles serían las ventajas para nuestro país de liberalizar el comercio con la Santa Sede?

Posibilidad de intercambios estudiantiles para aprender latín

Si bien un TLC afecta más que nada el vínculo comercial entre los países, la firma de un acuerdo generalmente promueve otro tipo de intercambios, como los estudiantiles. Si las negociaciones con el Vaticano llegan a buen puerto, los niños y adolescentes uruguayos tendrán más oportunidades de viajar allí a estudiar latín, conviviendo con sacerdotes que hablan esa lengua en su vida cotidiana. Todos ganan.

Adiós a las pavadas del kosher y el halal

Para poder vender carne a judíos y musulmanes ortodoxos, los frigoríficos uruguayos deben seguir una serie de procedimientos complejos y costosos. Por el contrario, a los católicos les viene bien cualquier corte de carne, siempre y cuando no sea Viernes Santo. Un acuerdo comercial con el Vaticano permitiría exportar más carne común y corriente a la ciudad-estado, y dejar que judíos y musulmanes maten sus propias reses como les dé la gana.

Aumento de las reservas de oro

Algunos informes del gobierno de Estados Unidos afirman que tras la Segunda Guerra Mundial el Vaticano se quedó con millones de dólares en oro nazi. No sería raro que algo de ese oro aún esté en la Santa Sede, y menos raro aún que las máximas jerarquías de la iglesia católica quieran ocultarlo. ¿Y qué mejor destino para hacerlo que la plaza financiera uruguaya, siempre dispuesta (y más en los últimos años) a resguardar de miradas curiosas las riquezas de los extranjeros?

Ola de envidia de los argentinos

Si la posibilidad de que Uruguay firme un TLC con China molesta a la Casa Rosada, imaginemos lo que puede pasar si el país logra acordar un tratado con el Vaticano nada más ni nada menos que durante el pontificado del argentino Jorge Bergoglio. ¿Cuál sería el beneficio económico para Uruguay en este caso? Ninguno. Como todas las medidas de política comercial exterior uruguayas que molestan a los argentinos, su único objetivo es obtener una suerte de triunfo moral que nos haga olvidar por unos instantes que somos una semiprovincia de Buenos Aires.

Desarrollo de la industria armamentista

Se trata de un sector de la economía mundial que mueve casi 2.000 billones de dólares al año, pero en el que Uruguay no ha logrado insertarse. El avanzado grado de industrialización necesario para fabricar armamento en el siglo XXI es un gran obstáculo para el país, pero en el caso del Vaticano, lo único que necesita son las alabardas que usa la Guardia Suiza. Esta mezcla de lanza con hacha parece ser un producto bastante accesible para la industria manufacturera local. Las ventas difícilmente superen las 50 unidades al año, pero nadie dijo que la diversificación de la economía fuera algo sencillo.

Matizar la dependencia con Finlandia

La pulpa de celulosa se ha convertido en uno de los principales productos de exportación de Uruguay. El problema es que en ese sector nuestro país es casi completamente dependiente de Finlandia. Un TLC con el Vaticano, el principal productor mundial de Biblias, nos serviría para reducir la dependencia con los finlandeses, algo muy necesario en momentos en que el país nórdico está a punto de ser borrado del mapa por un ataque nuclear ruso.