Las obras de Richard Yates traducidas al español son escasas, pero en los últimos años circularon una versión de Cold Spring Harbor, de 1986, publicada por RBA, y dos publicaciones de Emecé: Vía revolucionaria, de 1961, y Once tipos de soledad, de 1962. Es esta última, en la misma traducción a cargo de Esther Cross, la que llega ahora a Montevideo publicada por Fiordo ($ 680 en Escaramuza). Yates ha sido reconocido siempre por la nitidez de sus retratos; por la precisión con que identifica en los rasgos físicos, la forma de moverse o el tono de voz las emociones y titubeos de sus personajes. En esta colección de relatos hay anécdotas simples y otras ligeramente más complejas, pero en general se trata de momentos: circunstancias mínimas pero cruciales para quien las atraviesa. Y si en algunos la soledad y la incomunicación se imponen como muros cuya solidez reconoce cualquier lector, en otros el tiempo transcurrido juega en contra y las compungidas actitudes de los protagonistas tienen algo de cursi o timorato. Vale la pena, sin embargo, volver al siglo XX estadounidense a través de estos hombres, mujeres y niños solos y ávidos, envueltos en la difícil obligación de hacer sus vidas en compañía de otros.
Soledades vintage
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