Dentro del panorama literario nacional no son comunes las biografías de personas vivas y en actividad. Muchísimo menos, las biografías de actores de cine. Posiblemente, Oficio de alto riesgo, del periodista cultural y crítico cinematográfico Diego Faraone, sea la primera biografía sobre un actor de cine uruguayo. El honor no le puede corresponder a otro que César Troncoso.
Faraone había anunciado en 2019 la realización de este libro y convocó a una preventa, que fue respaldada ampliamente, lo que demuestra el interés sobre el biografiado. Y si hubiera duda sobre si la obra de Troncoso justifica un libro de este tipo, cabe decir que el trabajo de Faraone da cuenta de su carrera, con 57 años cumplidos y habiendo alcanzado los más de 40 largometrajes (con una decena todavía por estrenar), ocho cortometrajes y una docena larga de obras de teatro. El caudal de la obra de Troncoso es amplio, así como variados los países que ha recorrido con ella.
Un niño de la Aguada
El propio Troncoso es la voz principal. En las palabras finales, Faraone explica lo mucho que costó convencerlo del proyecto, y algo de esa renuencia se transmite en la impresión de timidez que transmiten sus participaciones.
Como toda biografía estándar, el libro se remonta a los antecedentes familiares. Nos enteramos de que los padres de Troncoso llegaron desde España, tuvieron un almacén en el barrio de Aguada, y atravesaron algunas dificultades económicas durante la infancia de César.
Se reconstruyen esos años y los primeros trabajos no actorales de Troncoso, para luego sí meterse de lleno en lo que nos importa: sus inicios como actor. A partir de allí el relato ‒y la propia vida de Troncoso, podríamos creer‒ cobra velocidad, amén de que comienzan a incluirse otras voces. Se destaca, obviamente, la de Roberto Suárez, con quien Troncoso conformó un dúo actoral experimental, hoy día legendario, a inicios de los 90. Pronto se irán sumando los diferentes compañeros de ruta del actor: Enrique Buchichio, Natacha López, Guillermo Casanova y Marcos Santuario, en un relato que alcanza un ritmo vertiginoso.
Su debut en el largometraje fue en 2003, en El viaje hacia el mar, dirigido por Casanova, pero es su protagónico de 2007 en El baño del papa, de César Charlone (para muchos, una de las mejores películas uruguayas), el que lo lleva al reconocimiento mediante premios y festivales, abriéndole puertas en la industria cinematográfica que ya no se cerrarán.
Faraone repasa la gran mayoría de las películas en las que participó Troncoso ‒no todas; lógicamente, hay una selección‒ mientras el propio actor arma su mapa de vida mediante anécdotas puntuales en las que asoman su ética de trabajo, su dedicación y su entrega (que incluso casi le costó la vida en un accidente de rodaje).
Su mirada sobre el camino recorrido es siempre agradecida y en cierto punto transmite asombro por cuanto ha pasado. Faraone se revela como un compañero de ruta ideal para el biografiado: no interviene con otra cosa que datos y se guarda sus propias opiniones, dejando siempre que el actor sea el protagonista (apenas si se permite mínimos comentarios sobre el resultado de las películas mencionadas y mantiene un gracioso score sobre cuántas veces ha muerto Troncoso en la pantalla).
Así, leemos la historia del protagonista en sus propias palabras. Y Troncoso es un narrador entrañable, qué duda cabe.
Colmada de detalles y anécdotas que merecen ser contadas ‒amén de incluir información extra e ilustraciones a cargo del propio Troncoso, quien es un talentoso dibujante desde la juventud‒, Oficio de alto riesgo deja con ganas de más: de más anécdotas, más historias, más de este retrato de quien es hoy día nuestro mayor actor en el cine, uno que siempre da gusto ver en la pantalla y que, ahora, da gusto leer en libro.
Oficio de alto riesgo: un recorrido por la vida y obra de César Troncoso, de Diego Faraone. Estuario Editora, $ 420.
Microrrelatos poéticos
“Dunumurcu” es Dinamarca, pero todo con “u”. La palabra aparece como remate en uno de los cuentos breves que conforman el reciente libro del periodista y escritor Marcos Robledo. “La quinta vocal”, el relato en cuestión, contrapone dos monólogos mentales que apenas se intersectan con algunas palabras en voz alta, y es uno de los hallazgos de este libro enfocado en lo mínimo: breves procesos mentales, destellos de belleza, muestrarios de obsesiones, pastillas de humor. El juego con lo puramente lingüístico, las citas recontextualizadas, la atención a lo formal acercan también estos microrrelatos a la poesía. Dunumurcu (Astromulo, $ 250) es una ventana a un universo encapsulado en ebullición.