Novelista exitoso, profesor universitario, divulgador de historia y filosofía, José Pablo Feinmann fue un protagonista de la vida cultural argentina desde principios de los años 70, y un animador de las polémicas intelectuales en las primeras décadas de este siglo. Murió este viernes en Buenos Aires a los 78 años de edad; hace unos años había sufrido un accidente cerebrovascular, pero ello no lo había alejado de la actividad mediática.
Conocido inicialmente como autor de Últimos días de la víctima, su novela de 1979 llevada luego al cine por Adolfo Aristarain, Feinmann fue autor de un extenso trabajo en ficción, que incluyó no sólo decenas de incursiones en narrativa y guiones para cine (Tango Bar, Luna caliente, Eva Perón), sino también libretos para teatro (Sabor a Freud y Cuestiones con Ernesto Che Guevara). Provenía de una familia judía, y a la tensión entre ese origen y su devoción por el trabajo de Martin Heidegger, el filósofo alemán que apoyó al nazismo, dedicó su novela La sombra de Heidegger (2005).
Como contó en entrevista con la diaria, le dolía su marginación de ciertos círculos de la literatura argentina, que consideraba equivocadamente centrados en elementos internos a la práctica literaria, y que para él fomentaban el auge de “escritores para escritores”, como Ricardo Piglia.
Su labor como docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y otras actividades académicas no lo alejaron de los problemas cotidianos; por el contrario, Feinmann se dedicó con gran energía a la difusión del conocimiento especializado y a la intervención en los asuntos públicos. Fue columnista en varios medios de prensa y estuvo al frente de diversos proyectos de divulgación, como el programa televisivo Filosofía aquí y ahora y la serie de suplementos sobre historia, filosofía y nación para Página 12, el periódico en el que era una firma habitual.
Militante de la Juventud Peronista en la primera mitad de la década de 1970, Feinmann enfrentó al ala reaccionaria del justicialismo y en la década del 90 se opuso a las políticas neoliberales de Carlos Menem. Con la llegada de Néstor Kirchner, Feinmann se volvió a aproximar al progresismo peronista y formó parte del grupo intelectual Carta Abierta, que dirigía su amigo Horacio González.
Por esa época –corría marzo de 2008–, Feinmann se trenzó en una polémica con la crítica Beatriz Sarlo, y una de sus respuestas ilustra no sólo la dinámica de la polarización en el campo intelectual, sino también la compleja relación de la izquierda argentina con el peronismo: “Me apena, Beatriz, y me da bronca también que tu gorilismo haga de mí forzosamente un peronista. Porque ya no quiero serlo. Me gustaría ir más allá”, escribió entonces Feinmann.