Ante un teatro Solís abarrotado de gente –las localidades para verla se habían agotado a los 13 minutos de haber sido habilitadas– la escritora Isabel Allende y la senadora Blanca Rodríguez llenaron el espacio de reflexión y risas.
Chilena nacida en Perú –proviene de una familia de diplomáticos y su padre era primo del presidente Salvador Allende–, Isabel Allende se casó tres veces, perdió a su hija en 1991 y logró escribir sobre esa muerte en la novela Paula (1994). Esta mujer pequeñita, que busca la voz de los marginales, que desearía pertenecer a alguna religión, pero no confía en ninguna, dice haber sobrevivido a todos los terremotos de su vida escribiendo como única constante. Han sido cerca de 30 libros y 73 millones de ejemplares traducidos a 42 idiomas, lo que la convierte en la mayor bestseller viva de la narrativa en español.
Ha recibido decenas de homenajes y premios internacionales en los últimos 30 años y su literatura rezuma feminismo, compromiso con la justicia social y magia por partes iguales. Hoy vive en Estados Unidos y, según contó en el Solís, el único objeto que conserva de su pasado es la mesa que su abuela movía con un dedo rodeada de espíritus.
Blanca Rodríguez e Isabel Allende.
Foto: Rodrigo Viera Amaral
Una vez Ana Belén contó que caminando por Montevideo un hombre le gritó desde lo alto de un andamio y que, cuando lo divisó, el albañil le gritó sonriendo: “¡La puerta de Alcalá!”. Toda una imagen de lo que implica ser una artista popular. Algo similar contó Allende: “Los lectores están como en la periferia de la vida porque yo tengo una vida chiquitita, chiquitita. Pero alrededor mío hay como una ola de entusiasmo, de cariño, recibo cientos de correos diarios. Es como si nos conociéramos y a veces me consultan como si yo fuera una psíquica.”
Este año, la escritora recorre el mundo presentando su última novela, Mi nombre es Emilia del Valle, pero ya ha comenzado, en paralelo, a presentar la serie que estrenará Prime Video en 2026 sobre La casa de los espíritus (1982). Fue su primera novela, escrita mientras daba clase en un liceo, y surgió a partir de una carta que había comenzado a escribir a su abuelo de 99 años, que estaba a punto de morirse. Su adaptación al cine en 1993 (dirigida por Billie August y con protagónicos de Jeremy Irons, Meryl Streep, Glenn Close, Winona Ryder y Antonio Banderas, nada menos) tuvo tanto éxito como críticas negativas de muchos de quienes habían amado su novela. La nueva producción, compuesta por ocho episodios, llegará a más de 240 países con elenco y equipo creativo mayoritariamente latinoamericano, como lo hiciera recientemente Cien años de soledad en Netflix.
Interrogada por Blanca Rodríguez sobre su vida en los dominios de Trump, Isabel Allende no dudó: “Esto no tiene precedentes. Estados Unidos tenía una enorme confianza en sus instituciones: era una democracia sólida y ahora se está viendo que no lo es en absoluto. Mediante decretos se ha cambiado todo. Hay censura de prensa, militares enmascarados en la calle y la Corte Suprema ha autorizado que se puede detener y pedir los documentos a la gente por el color, por la etnia. O sea, si tú te ves como mexicano, te detienen en la calle y te deportan, incluso a un país que ni siquiera es el tuyo. Hay una especie de parálisis: la gente está como espantada y no hay reacción. Entonces ¿cómo funciona un gobierno autoritario? Primero que nada, separando a la gente: nosotros y ellos. Si no piensa como tú, no practica la misma religión, no tiene tu color, es un enemigo. Se establece una relación de odio, de desconfianza y después empieza el terror. Ya hay gente en Estados Unidos que habla de una guerra civil, en un país con más armas que ciudadanos. Vivimos en un clima de violencia latente, muy peligroso.”
Foto: Rodrigo Viera Amaral
En agosto cumplió 83 años. “Me doy cuenta de que los 80 años son un umbral. Lo que te queda es vivir este tiempo, con el máximo de alegría y vitalidad posible”, dijo, y pasó a contar una historia de los últimos años: “Cuando me separé, la última vez, vendí todo y me fui a vivir a una casa con un dormitorio y una cama, con la idea de vivir con mi perra y pasarla muy bien sola. Un tiempo de reflexión y de soledad… Bueno, no estuve tan sola porque hubo algunas acostaditas por ahí, no muchas porque hay que pensar que yo tenía 74 años. Y un día de la nada un señor me oyó en la radio en Nueva York y me empezó a escribir en la mañana y en la noche todos los días y a los cinco meses tuve que ir a Nueva York con todo el equipo de mi fundación, ¡todos muertos por conocer a este señor! Y me llevó a comer afuera. Era encantador y transparente, tal como yo lo había percibido en la correspondencia. Y empezamos a vivir juntos y nos pegó el covid: dos años encerrados. Un día su nieta, de nueve años, fue a la biblioteca de su escuela y le dice a la bibliotecaria: ‘¿Usted ha oído hablar de Isabel Allende?’ ‘Sí, tengo algunos de sus libros’, le dijo. ‘Vamos a lo importante’, dijo la niña: ‘Se está acostando con mi abuelo’.”
El encuentro de Allende y Rodríguez marcó el inicio de la Feria Internacional del Libro de Montevideo, que continúa hasta el 12 de octubre en el Palacio Municipal.