La Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie) aglutina a 15 nacionalidades y 18 pueblos indígenas y es una de las organizaciones ecuatorianas con mayor poder de movilización. Su presidente, Leonidas Iza, se define como un hombre de izquierda y busca pasar de una sociedad controlada por una sola cultura a una intercultural, para lo que, dice, es necesario cambiar de estados uninacionales a otros plurinacionales. Sostiene que la sociedad ecuatoriana es estructuralmente racista, discriminatoria, patriarcal y adultocéntrica y que quienes más sufren las consecuencias son la niñez y las mujeres.

Comencemos por la coyuntura. ¿Cuáles son las causas y los planteos de las movilizaciones que están realizando?

El Ecuador vive un momento muy crítico en términos económicos: hay una crisis instalada luego de la pandemia que se ha profundizado más con las últimas decisiones políticas de las autoridades del Estado. Hay cinco temas centrales, que son los más emergentes: el incremento de los precios de los combustibles, que es una premura; el problema del impago de muchas familias al sistema financiero; el problema del bajo precio de los productos de los campesinos es serio; el problema de la minería en los territorios de los pueblos indígenas es una cuestión muy jodida y complicada; y el problema de la flexibilización laboral. Sobre todos ellos hemos manifestado nuestras preocupaciones al presidente de la República de manera presencial y que necesitamos una respuesta de forma urgente.

Están en una mesa de diálogo con el gobierno. ¿Manejan un plazo máximo para tener estas respuestas?

Más bien, lo que ha ocurrido es que el presidente de la República ha tenido una referencia negativa sobre las luchas. Nosotros hemos exigido que tengamos mínimamente respuestas por lo menos al incremento del precio de los combustibles, que debe congelarse. Realmente no hay apertura, existe una posición muy radical en contra de las propuestas que tiene la mayoría del pueblo ecuatoriano. Es una situación que no permite avanzar; lo que se pretende es trasladar únicamente a los sectores más empobrecidos y populares la crisis económica de muchos grupos económicos que se han beneficiado de políticas del Estado.

El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, es uno de los mencionados en la investigación sobre evasión fiscal, hecha por varios medios de comunicación, llamada Pandora Papers. ¿Qué piensa de esto?

Hemos sido enfáticos: hay una ley aprobada en el Ecuador sobre quiénes pueden tener la calidad moral y ética para dirigir este país. En consecuencia, la ley prohíbe que ningún mandatario, ninguna autoridad, ni siquiera un candidato, pueda tener un vínculo con los paraísos fiscales, porque no tendrían ninguna calidad moral para exigir a los ecuatorianos que paguemos impuestos. ¿Cómo es posible que podamos tener un gobernante con antecedentes de vergüenza a nivel mundial que esté haciendo una campaña para el ingreso de capitales extranjeros, cuando ni los recursos producidos en el Ecuador ha tenido la valía de invertirlos en este país y los ha sacado para otros sitios? Esto está instalado en la sociedad ecuatoriana; pedimos a la Asamblea Nacional que sea riguroso el proceso de investigación. Si hay evasión tributaria y él juró en una escritura pública que no tenía nada de aquello, se convierte en un delito de perjurio y testaferrismo, porque la ley dice con claridad que ni el representante directo ni terceros como familiares deben tener vínculo con paraísos fiscales. O sea que se debe garantizar el debido proceso, una investigación minuciosa y decidir en la Asamblea Nacional; si esto es comprobado, en términos legales garantiza un proceso de destitución.

¿Cómo evalúa en retrospectiva la decisión de la Conaie de llamar a votar anulado en las últimas elecciones?

En términos políticos se enfrentó una coyuntura limitada en una bipolaridad política entre lo que decía el correísmo y el anticorreísmo. Frente a eso, la estrategia política de la derecha logró que mucha gente votara en contra de la persecución que se tuvo en tiempos de Rafael Correa. Nosotros definimos que no podíamos estar de un lado o del otro, sino sostener la lucha y dar un voto nulo. Sabíamos que esto iba a suceder con la derecha, pero como dirigentes tuvimos que respetar la decisión de las estructuras organizativas. De pronto, en términos individuales se podía tener otra valoración del escenario político, pero, respetuosos de un proceso democrático interno de la Conaie, tuvimos que sostener esta decisión colectiva.

¿Cómo define a la Conaie para un lector uruguayo?

Es una de las organizaciones más fuertes e importantes –no la única– del Ecuador. Aglutinamos 15 nacionalidades, 18 pueblos indígenas que estamos articulados aproximadamente en 10.000 comunidades en todo el Ecuador. Tenemos una cobertura en tres regiones del país: en la Amazonía con la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía, Confeniae; en la sierra, la Ecuarunari, que integran 11 provincias y 18 pueblos de la nacionalidad kichwa; y en la costa integramos los pueblos y las nacionalidades que son de la Conaice, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Costa Ecuatoriana. Esa es la estructura que se mantiene, pero el último encuentro garantizó que la Conaie debe dar un salto cualitativo en el que debemos reconocer y articular los procesos organizativos con estos fenómenos migratorios que se han dado en los últimos años, por los que está también nuestra gente localizada en las grandes ciudades. Es así que estamos en proceso de construcción de organizaciones en las grandes ciudades como Quito, Guayaquil y Esmeraldas, para que tengan un vínculo directo con la Conaie, y también tenemos una base en Estados Unidos de hermanos migrantes que han salido de aquí de diferentes pueblos y nacionalidades, están localizados en ese país y son nuestra filial a nivel internacional.

¿Cómo se define ideológicamente?

Política e ideológicamente me defino como un hombre de izquierda, que defiende los intereses de las causas populares. Me han dicho que soy radical y lo soy en contra de la corrupción y de la explotación de la madre naturaleza y de los seres humanos. Ese es nuestro norte, nuestro horizonte, sin dejar a un lado nuestra identidad cultural. Por eso hemos llamado a esta gran unidad de clase, pero también a esta gran unidad de nuestra identidad como pueblos y nacionalidades indígenas del Ecuador.

De una sociedad con una visión monocultural pasar a una diversidad de culturas, pasar de una institución monolítica a instituciones plurinacionales, pasar de una sociedad controlada por una sola cultura a una intercultural.

¿Se puede decir que la Conaie es una organización amazónica, que mira la Amazonia como una zona que integran varios países?

Sí, la Confeniae es parte de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, la Coica, que está presente en nueve países, y hay una sola propuesta para la cuenca amazónica que se dio en el último encuentro internacional sobre el cambio climático: poder garantizar que 80% de la Amazonía ecuatoriana sea el pulmón del mundo. También articulamos a nivel de la sierra con la coordinadora de organizaciones indígenas a nivel andino. Al día de hoy, como pueblos y nacionalidades, desde la Conaie buscamos poder garantizar una plataforma fuerte a nivel continental, donde integrar a todos los pueblos, nacionalidades, trabajadores y sindicatos que podamos trabajar hacia una real transformación de nuestra sociedad.

A veces se define al Movimiento de Unidad Plurinacional Pachackutik como el brazo político de la Conaie. ¿Usted cómo define esa relación?

La Conaie parió al movimiento Pachackutik, que nació a partir de las luchas. En las discusiones fogosas que se tenían en ese tiempo se decía: “Hay que construir un instrumento político institucional propio en los espacios para tomar los gobiernos locales, provinciales, las alcaldías, juntas parroquiales y la posibilidad también del gobierno nacional”. Así también participamos en la Asamblea Nacional con nuestros representantes, en los últimos años hemos tenido un promedio de entre cinco y siete asambleístas, pero la última vez llegamos a 25. En consecuencia, nos mantenemos en esta unidad orgánica e indisoluble. La Conaie como gestora, promotora del nacimiento del movimiento Pachackutik, y este movimiento como un brazo político de la lucha dentro de las instituciones establecidas del Estado, para seguir garantizando los derechos de la mayoría de los ecuatorianos y no sólo de los pueblos indígenas.

Leonidas Iza, el 4 de octubre de 2021, durante una marcha en Quito, luego de reunirse con Guillermo Lasso.

Leonidas Iza, el 4 de octubre de 2021, durante una marcha en Quito, luego de reunirse con Guillermo Lasso.

Foto: Cristina Vega, AFP

¿Las manifestaciones de octubre de 2019 contra el gobierno por los aumentos de combustibles y otras medidas fueron un acontecimiento histórico para el movimiento indígena ecuatoriano?

En efecto, hemos saludado la valía de las decisiones. Aquí hay una confrontación en las lógicas que se miran desde cada sector. Nosotros sostenemos que fue una lucha muy violenta propinada por parte del gobierno nacional, del Estado, con todo lo que significa el aparato policial y militar, que agredieron a nuestros pueblos. Y por otro lado, la versión de las clases pudientes de nuestro país pretende trasladar esa violencia únicamente a los manifestantes, cuando no teníamos condiciones mínimas y lo único que hicimos fue defendernos de la violencia instalada por el Estado ecuatoriano. Es así que creemos que este proceso de lucha fue muy importante.

Hemos demandado que los estados uninacionales a nivel continental deben pasar a estados plurinacionales, y estos deben construir sociedades interculturales, que permitan el respeto de las diferencias y poder participar en ellas.

En su Constitución, Ecuador se define como un estado plurinacional. ¿Qué significa esto en los papeles y en la realidad actual del país?

Como principio fundamental de una sociedad que hemos venido discutiendo desde 1990 con mayor fuerza, hemos demandado que los estados uninacionales a nivel continental deben pasar a estados plurinacionales, y estos deben construir sociedades interculturales que permitan el respeto de las diferencias y poder participar en ellas. A nivel institucional, el Estado ecuatoriano y los otros del continente deberían reconocer las instituciones milenarias de los pueblos que hemos vivido aquí antes de llamarse Ecuador, Colombia o Bolivia. En ese sentido, creemos que la plurinacionalidad no es desde la perspectiva del poder sino desde la perspectiva de las clases populares. Porque en el Ecuador tenemos declarado en la Constitución de la República un estado plurinacional e intercultural, pero en la práctica, por garantizar la plurinacionalidad muchas de nuestras autoridades son criminalizadas, compañeros enviados a las cárceles por la aplicación de la justicia indígena, por la defensa del territorio, por el derecho a la consulta previa, libre e informada. Muchas veces estas instituciones que son construidas milenariamente no son respetadas por nuestros estados, por eso demandamos y exigimos que la Constitución de 2008 debe pragmatizarse en la realidad, en la práctica, para poder hacer este salto cualitativo de una sociedad con una visión monocultural a una diversidad de culturas, pasar de una institución monolítica a instituciones plurinacionales, de una sociedad controlada por una sola cultura a una intercultural.

Días atrás fue otro aniversario del 12 de octubre de 1492. ¿Qué le genera esta fecha, cómo se debe conmemorar?

Hemos sido claros y con mayor fuerza en los últimos años. Creemos que el 12 de octubre de 1492 significó barbarie, muerte, lodo y sangre de los pueblos y nacionalidades. Al día de hoy hemos declarado y ratificado esta fecha como de lucha y resistencia por conquistar los derechos degradados y enterrados por la colonia, la República y los estados capitalistas modernos. Así que seguimos en pie caminando y esto tiene que convertirse en un ícono de unidad entre todos los dispuestos a seguir luchando contra el colonialismo y contra el modelo económico capitalista que está acabando con la vida humana y con la naturaleza en esta única madre tierra que tenemos.

Tenemos una sociedad estructuralmente racista, discriminatoria, patriarcal y adultocéntrica, y en los sectores donde más decanta esta violencia es en la niñez y en las compañeras mujeres.

Usted dijo que “de cada diez compañeras mujeres, ocho son violentadas; de esas, seis compañeras están siendo violentadas sexualmente”. ¿Esto ocurre a la interna de la población indígena? ¿Qué se está haciendo y qué más considera que se debe hacer para revertir la situación?

Así es. Tenemos una sociedad estructuralmente racista, discriminatoria, patriarcal y adultocéntrica, y en los sectores donde más decanta esta violencia es en la niñez y en las compañeras mujeres. Por eso hemos dicho que no es un problema del hombre contra la mujer o de la mujer contra el hombre, sino de la estructura social, donde tenemos que hacer los esfuerzos para poder superar estos estadios inferiores que más han carcomido la dignidad de los seres humanos. Por eso hemos profundizado la aplicación de la justicia indígena, de cómo vamos entendiendo que se debe ser rigurosos con los niveles de violencia instalados en los hogares y en contra de los niños. Por eso nos parece importante, ahora más que nunca, poder llevar adelante una agenda conjunta; tenemos una agenda del feminismo comunitario establecido dentro de nuestras organizaciones. En efecto, los indicadores que hemos mencionado son absolutamente reales, por lo cual debe preocuparnos a las autoridades, a la estructura social, y no trasladar esto como un problema moral sino como un problema estructural que estamos obligados a debatir y a superar.

Fue catequista en su juventud. ¿Cuál es su relación con las religiones? ¿Qué balance hace del rol histórico de la iglesia católica con relación a los indígenas en América Latina?

Hubo un poder establecido en la Edad Media que la iglesia católica utilizó para acabar con muchos territorios. Hemos hecho una diferenciación; no podemos confundir la espiritualidad de la gente de todas las formas de manifestación religiosa con el poder establecido a partir de la religión, y debemos cuestionarlo. Debemos desempolvar esa historia y denunciar que esos procesos no pueden ser aceptados como normales. Todo eso fue parte de la iglesia católica imperante para, a través de la religión, imponer un poder en la región y el mundo. Pero hemos dicho que luego de esos procesos dolorosos la gente ha quedado con la posibilidad de participar de su propia espiritualidad y somos absolutamente respetuosos de cómo puedan avanzar en esos términos.

Ha mencionado como importante en su formación el libro del uruguayo Eduardo Galeano Las venas abiertas de América Latina. ¿Qué conoce de Uruguay y qué lo vincula a este país?

Creo que en todos los países latinoamericanos convivimos sobre la misma historia, en menor o mayor porcentaje, con lo que significaron la discriminación, el racismo y todo este proceso colonialista. Debo saludar el aporte fundamental que ha hecho Eduardo Galeano desde su país, de alimentar la discusión sobre estos procesos históricos dolorosos para las poblaciones indígenas y los hermanos afro. Cuando miramos a detalle el triángulo negrero, lo que significaron los procesos de mitas establecidos (sistemas de trabajo obligatorio) y la valoración de los minerales preciados que se han llevado a Europa, que fueron 16 millones de kilos de oro y 30 millones de kilos de plata, son cuestiones objetivas. Los países convivimos con estas mismas historias, de las cuales ahora al menos estamos obligados a darnos la cara, la mano y conectar con las luchas en nuestros territorios.

¿Por dónde considera que debe ir ese camino que ustedes y otras organizaciones en el continente defienden, contrario a la política extractivista?

Creo que la primera tarea de los compañeros es cómo podemos, en la práctica, defender los territorios a través de las constituciones y las leyes. Aquí el tema central va a ser cuántos compañeros estamos dispuestos a articular y coordinar a nivel continental para defender los territorios. Y tiene que venir una segunda parte que es cómo podemos disputar lógicas económicas del capitalismo y el neoliberalismo frente a las economías locales y comunitarias que van a ser la alternativa luego de estos procesos. No tenemos otra alternativa; si no se garantizan procesos de economías circulares, comunitarias, localización de iniciativas económicas y fortalecerlas, cuando nuestras economías estén articuladas no vamos a poder librarnos de la economía mundial. Por lo menos salvaguardemos nuestros territorios, nuestra soberanía alimentaria y los procesos autónomos. Los países a nivel de América Latina tenemos dos procesos: uno es el que tiene que ver con la titularidad de derechos de los pueblos y nacionalidades indígenas; el otro es el los sectores populares, trabajadores, sindicatos, obreros, las clases populares de todas las etnias que estamos dispuestos a caminar de manera conjunta hacia un proceso de transformación social.