El XX Congreso del Partido Comunista de China finalizó este domingo en Pekín con la decisión previsible, pero aun así histórica, de otorgar un tercer mandato consecutivo, tanto de la formación política como del país, a Xi Jinping, que con 69 años se convirtió de acuerdo a la opinión de muchos analistas en el líder más poderoso del país después del fundador de la República Popular, Mao Tse-Tung, quien ocupó diversos cargos en el comando del país desde el triunfo de la revolución en 1949 hasta su fallecimiento, en 1976.

Según informó la BBC, la decisión adoptada rompe con la tradición existente de limitar a dos mandatos el período de quienes ocupan esta posición y, según algunas visiones, abre la posibilidad de que Xi gobierne la nación asiática de forma indefinida.

Xi es, al mismo tiempo, secretario general del Partido Comunista, jefe de Estado y presidente de la Comisión Militar Central de China, por lo que, además de los otros cargos que detenta, también está al mando de las Fuerzas Armadas del país.

El domingo, en la clausura del congreso partidario que se celebra cada cinco años, el mandatario chino apareció en el Gran Salón del Pueblo en Pekín junto con los otros seis miembros del Comité Permanente del Politburó, el máximo órgano de toma de decisiones del Partido Comunista y del país. Tres de los integrantes de este cuerpo fueron ratificados en sus cargos, el propio Xi, además de Zhao Leji y Wang Huning, y los restantes cuatro fueron renovados, destacándose la investidura de Li Qiang, quien será el nuevo primer ministro. Además, integrarán el órgano Cai Qi, Ding Xuexiang y Li Xi, todos ellos, al igual que los anteriormente mencionados, integrantes del más estrecho círculo de colaboradores del líder.

El breve discurso con el que Xi cerró el congreso se caracterizó por la falta de frases contundentes. El presidente dijo que el Partido Comunista había conseguido establecer una sociedad próspera y que ahora daría pasos confiados en un nuevo viaje para crear una China socialista moderna.

En su discurso, Xi también dio una señal importante sobre la dirección que podría llevar China en un momento en que existen temores de que la nación se esté cerrando a la economía mundial. “China no puede desarrollarse sin el mundo y el mundo también necesita a China”, expresó Xi.

Un congreso y una salida fuera de protocolo

La importancia del Congreso del Partido Comunista de China radica en que en él se anuncian los nuevos ascensos y los nombramientos clave, entre ellos el de líder del partido, además de que se realiza la evaluación del camino del sector y se traza la dirección para los cinco años siguientes.

En el evento participan alrededor de 2.300 integrantes de alto rango del partido, quienes tienen la representatividad de los más de 96 millones de miembros que tiene el partido en todo el país. Un círculo más cerrado dentro del congreso lo constituyen los 200 miembros del Comité Central. Este comité es responsable de elegir al politburó, compuesto por 25 miembros, que es el que eligió al máximo círculo de poder, aquel que integran el presidente Xi y sus seis colaboradores más cercanos.

Dentro del acartonamiento y el estricto protocolo que es característico de los congresos del partido, un hecho llamó poderosamente la atención mediática, que fue la salida del expresidente Hu Jintao, quien el sábado, en el momento en que se estaba cerrando oficialmente el evento, fue invitado a retirarse de la sala de sesiones del Gran Palacio del Pueblo. El hecho, que fue captado por las cámaras de medios locales e internacionales que pocos minutos antes habían recibido la autorización para ingresar al lugar, dejó poco lugar a dobles lecturas. Más allá de que los medios oficiales chinos explicaron que Hu, de 79 años -quien fue secretario general del Partido Comunista entre 2002 y 2012 y presidente del país entre 2003 y 2013-, estaba indispuesto debido a su estado de salud y por ello fue retirado por un funcionario, el gesto fue leído como una demostración de poder de Xi, quien permaneció prácticamente inmutable mientras su predecesor era obligado a levantarse de la silla en la que estaba sentado, contigua a la del actual líder. En una escena por demás curiosa, Hu fue tomado del brazo por una persona y luego de una escena que duró aproximadamente un minuto, en la que se pudo ver cómo el exmandatario intentó volver a su lugar, terminó siendo retirado ante la pasividad de todos los presentes.