La guerra en Ucrania fue marcada esta semana por los ataques rusos contra plantas de energía en un momento en que el invierno está a punto de comenzar. Diversas zonas de Ucrania quedaron sin calefacción, electricidad ni agua desde el miércoles, y el viernes seguía en esa situación la mitad de Kiev.
“Este invierno supone una amenaza mortal para millones de personas en Ucrania”, advirtió el director de la Organización Mundial de la Salud para Europa, Hans Kluge. Agregó que el país está ante los “días más oscuros de la guerra hasta ahora”.
Para atender esta situación, el gobierno ucraniano creó 4.000 “puntos de invencibilidad”, como llamó a lugares en los que las personas podrán acceder a “electricidad, comunicaciones móviles e internet, calefacción, agua y un botiquín de primeros auxilios”, según dijo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
La jefa de asuntos políticos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Rosemary DiCarlo, alertó el miércoles que “incluso antes de los últimos ataques, las autoridades ucranianas señalaban que prácticamente no había grandes plantas termoeléctricas o hidroeléctricas intactas en Ucrania”. De todos modos, la ofensiva rusa de los últimos días intensificó esta situación al alcanzar varias plantas de generación de energía y obligar a disponer cortes de emergencia en la red eléctrica de todas las regiones del país, dijo DiCarlo, según citó la agencia de noticias Efe.
“Estos últimos ataques renuevan los miedos a que este invierno sea catastrófico para millones de ucranianos, que se enfrentan a la perspectiva de meses de tiempo glacial sin calefacción, electricidad, agua u otros servicios básicos”, agregó la diplomática. “El tiempo para el que nos hemos estado preparando y al que hemos temido está ahora encima de la gente de Ucrania. Todos tenemos que trabajar juntos para impedir una catástrofe humanitaria este invierno”, dijo, y recordó que los ataques contra infraestructura civil están prohibidos bajo la ley humanitaria internacional.
También el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo ante el Consejo de Seguridad de la ONU que los ataques contra la infraestructura energética ucraniana son crímenes contra la humanidad. Señaló que la población ya está sufriendo temperaturas bajo cero y que los ataques contra las plantas de energía son la “fórmula rusa para el terror”, según citó la agencia Europa Press.
Esos ataques contra la infraestructura civil, que también afectaron el miércoles el suministro de energía en Moldavia, fueron condenados por el alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Josep Borrell. “Privar a millones de electricidad [...] y calefacción durante el invierno es cruel e inhumano”, dijo en su cuenta de Twitter.
Por su parte, el representante de Rusia ante la ONU, Vasili Nebenzia, dijo ante el Consejo de Seguridad que los ataques de su país se deben al suministro de armas de los países occidentales a Ucrania. “Estamos atacando instalaciones de infraestructura en Ucrania en respuesta al bombardeo de este país con armas occidentales y los imprudentes llamamientos de Kiev a una victoria militar sobre Rusia”, dijo. “Por ahora, lo que escuchamos de Zelenski y sus asociados no es de ninguna manera una disposición para la paz, sino sólo el lenguaje de amenazas y ultimátum imprudentes”, agregó.
También el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, se refirió a esta ofensiva y dijo que el gobierno ucraniano “tiene todas las posibilidades de llevar la situación a un cauce normal, de arreglar la situación de modo que se cumplan las demandas de la parte rusa y poner fin, por tanto, a todos los posibles sufrimientos de la población civil”.
“Ataques contra instalaciones sociales no hubo ni hay”, dijo Peskov, y agregó que en lo que se refiere a los objetivos que directa o indirectamente tienen relación con el potencial militar, estos deben ser golpeados”. A su vez, el Ministerio de Defensa ruso manifestó que el ataque con misiles se dirigió contra el “sistema de mando y control militar de Ucrania y las instalaciones energéticas relacionadas”, y que “el objetivo ha sido alcanzado”.
Nebenzia, por su parte, dijo al Consejo de Seguridad de la ONU que “los daños a los edificios residenciales y las bajas civiles se deben al fallo de la defensa aérea ucraniana”, por no haber ubicado los equipos defensivos en las afueras de las ciudades, “sino en su mismo centro”. Afirmó que “como resultado, fragmentos de misiles o misiles ucranianos que se han extraviado golpean objetos a los que Rusia ni siquiera apuntó”, según citó la agencia de noticias rusa Interfax.
El impacto en Zaporiyia
Las centrales nucleares de Ucrania quedaron el miércoles desconectadas de la red eléctrica a causa de los bombardeos rusos. A esto se agrega que, según las autoridades ucranianas, la planta nuclear de Zaporiyia, la mayor de Europa y que ahora está bajo control de Rusia, pasó a funcionar sin conexión eléctrica, gracias a generadores diésel.
La empresa estatal ucraniana de energía atómica, Energoatom, informó que también funcionaban con sistemas de emergencia los nueve reactores que suman en total las centrales de Jmelnitski, Rivne y Ucrania Sur, que están bajo control de Ucrania.
Ese día, el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, y el director general de la agencia nuclear rusa, Rosatom, Alexéi Lijachev, se reunieron para tratar la situación de seguridad de la central de Zaporiyia. El objetivo de la reunión era establecer con urgencia una “zona de protección y seguridad nuclear”, según comunicó el OIEA.
Grossi reclama desde hace meses la creación de esa zona de protección para evitar accidentes causados por los reiterados bombardeos de los cuales Ucrania y Rusia se responsabilizan mutuamente. El fin de semana pasado, en las inmediaciones de la planta se registraron los bombardeos más graves en meses, señaló el OIEA.
Lijachev calificó la conversación que mantuvo con Grossi en Estambul de “sustantiva y franca”, según un comunicado de Rosatom, en el que también se indicó que “las partes acordaron continuar los contactos”.
Sobre la situación de la planta de Zaporiyia y los cortes de energía, Lijachev reconoció que “cualquier pérdida de alimentación eléctrica de la estación de Zaporiyia implica un incremento de su vulnerabilidad, una reducción de su seguridad”, pese a que la planta dispone de 18 generadores independientes, señaló la agencia Efe.
Fronteras y refugiados
El miércoles Ucrania cerró sus fronteras con Hungría y Rumania porque la falta de electricidad le impedía llevar adelante los controles fronterizos. “Debido a la falta de electricidad, el registro de personas y vehículos no se lleva a cabo en el puesto de control de Solotvyno, en la frontera con Rumania, ni en los puestos de control de Kosyno y Dzvinkove, en la frontera con Hungría”, manifestó el Servicio Estatal de Fronteras de Ucrania el jueves, cuando 70% de los hogares amanecieron sin electricidad.
Varios países de la región prevén que el invierno y la intensificación de los bombardeos rusos generen una nueva oleada de refugiados ucranianos. Polonia, República Checa, Hungría y Eslovaquia pidieron a la Comisión Europea que les brinde ayuda para recibirlos. “Viene otra ola de refugiados”, afirmó el jefe de gobierno polaco, Mateusz Morawiecki, después de reunirse con jerarcas de los otros tres países. “Instamos hoy a Bruselas a que dé los pasos preventivos rápidos y ayude mucho más a los países, por los altos costos que acarrean los refugiados”, agregó.
Por su parte, Francia y Reino Unido prometieron más ayuda para Ucrania para enfrentar la crisis actual. Reino Unido prometió tres millones de libras en “apoyo práctico crucial” para los civiles de Ucrania, que incluirá 24 ambulancias y seis vehículos blindados. “Al adentrarse el invierno, Rusia continúa intentando romper la determinación ucraniana con ataques brutales contra civiles, hospitales e infraestructura energética”, afirmó en un comunicado el ministro de Asuntos Exteriores británico, James Cleverly.
A su vez, la ministra de Relaciones Exteriores francesa, Catherine Colonna, dijo que Rusia quiere usar el invierno como “un arma de guerra” y anunció la entrega de cien nuevos generadores eléctricos de alta potencia para ayudar a la población a “resistir”.