Juan Carlos Rodríguez Raga es profesor del Departamento de Ciencia Política y codirector del Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, en Colombia. En diálogo con la diaria analizó los factores que hicieron posible el triunfo electoral de Gustavo Petro, los desafíos que le esperan al nuevo gobierno y los primeros gestos de las nuevas autoridades y de distintos actores políticos del país.

¿Qué movilizó a los colombianos, que tuvieron una participación récord en estas elecciones?

Yo creo que hay una confluencia de factores. En primer lugar, hay un descontento generalizado. Que los dos candidatos que pasaran al balotaje sean los que, aunque en forma muy distinta, representaban un cambio más claro es producto de ese descontento que ya habíamos visto en las calles en manifestaciones desde 2019, manifestaciones masivas como quizás no se habían visto en las últimas décadas en Colombia. Ese descontento generalizado, además, se materializó electoralmente, porque no siempre ocurre que las personas que salen a las calles a protestar, que normalmente son muy jóvenes, también voten.

¿Creció el voto de los jóvenes?

Sí, los jóvenes votaron en mayor proporción que en ocasiones anteriores. De hecho, el registrador, que es el funcionario que organiza las elecciones, dijo en alguna declaración que la participación había aumentado en gran medida por lo que acá se llama los “primivotantes”, es decir, las personas que votan por primera vez, y eso es un hecho que no había sucedido antes, por lo menos no en esa magnitud.

También creo que la campaña de Petro hizo un trabajo de movilización importante, especialmente en la zona Caribe y en la zona Pacífico, donde en la primera vuelta había tenido buenos resultados, buenos porcentajes, pero no había habido una participación tan alta como se esperaba. En especial en la zona del Caribe, donde fue menor que el promedio nacional y que su promedio histórico. Entonces, movilizar a esas poblaciones significaba un volumen de votos adicional que era clave en esta elección. Yo creo que eso también influyó, ese trabajo en el terreno de la campaña para movilizar a esas personas.

¿En esto tuvo algo que ver la figura de Francia Márquez?

La figura de Francia Márquez fue importante sobre todo en el Pacífico. Es originaria del Pacífico y ahí su figura incidió sin duda. Ella fue a hacer el trabajo de movilización en la zona pacífica.

Se habla de la posibilidad de que Francia Márquez lidere un ministerio de Igualdad y de la Mujer. ¿Esa sería una manera de reconocer el papel que ha jugado y aprovecharla como figura política?

Sí, de alguna manera la vicepresidencia en sí misma es una figura con pocas funciones establecidas. Es más una figura que busca atraer apoyos electorales pero que una vez en el gobierno no tiene funciones muy definidas más allá de reemplazar al presidente en caso de ausencia temporal. El actual gobierno también le dio funciones a la vicepresidenta [Marta Lucía Ramírez], que a la vez es la ministra de Relaciones Exteriores. Entonces se espera que Francia Márquez no se quede sólo con la función vicepresidencial, sino que tenga una función ejecutiva más clara. Y sin duda eso representaría un reconocimiento a la importancia que tuvo en la campaña y al valor simbólico que representa y que fue muy importante en el resultado electoral.

¿Hubo otros elementos claves para el triunfo de Petro?

Una cosa que no hay que perder de vista es que este triunfo de Petro no hubiera sido posible sin el acuerdo de paz de hace seis años. Ese cierre de ese capítulo del conflicto con las FARC sin dudas le abrió el espacio a la izquierda democrática para llegar hasta donde está llegando. Es como un cierre. En el 90 se hizo la negociación con el M19. Ellos entraron a la política, han hecho política de manera más o menos exitosa, a pesar de muchos traumas que han sufrido. Su primer precandidato presidencial fue asesinado, y sin embargo se mantuvieron dentro de la política electoral legal, pero siempre con ese margen de maniobra muy estrecho por cuenta de la existencia de una guerrilla como las FARC armada en el monte. Desmovilizada la guerrilla de las FARC, ese espacio de maniobra que tiene la izquierda democrática se amplió y creo que esto, además del descontento, es lo que explica la llegada de Petro a la presidencia.

¿Cuáles son los mayores desafíos para el nuevo gobierno?

Si uno piensa que la elección de Petro es producto de ese descontento expresado en las calles, una de las cosas que uno veía en las protestas de los últimos tres años era una multiplicidad de demandas que no sólo se referían a una situación de precariedad por la pandemia sino a cosas más estructurales y más de vieja data. Entonces hay una demanda pero que no tiene una cara muy visible, es más bien una demanda generalizada o ambigua. Y yo creo que el principal reto del gobierno de Petro es convertir ese capital simbólico, ese representar el cambio, en políticas públicas concretas que respondan a esas demandas. Uno puede concretarlo en una reforma tributaria progresiva que le permita al gobierno captar recursos de las personas más acomodadas para redistribuir en las personas menos favorecidas, en una reforma del sistema de las pensiones, en alguna política pública relacionada con la inmensa informalidad laboral que hay en Colombia.

Entre los retos que no tienen necesariamente que ver con políticas públicas yo mencionaría uno que es el manejo de las fuerzas militares, que tienen de vieja data una ideología y un sesgo antiizquierda muy fuerte. La relación con este gobierno de izquierda no va a ser un jardín de rosas ni mucho menos. Entonces el reto de Petro es armar una nueva cúpula militar que sea, no digo afín al gobierno porque eso no va a pasar, pero por lo menos no tan hostil, para poder manejar temas como la implementación del acuerdo de paz, que es clave, y el manejo de la seguridad que tiene que ver con el crimen organizado, las bandas criminales que operan en los campos, el Clan del Golfo, lo que queda de las guerrillas, que son el ELN [Ejército de Liberación Nacional] y las disidencias de las FARC.

El ELN dio una señal al próximo gobierno y se manifestó dispuesto a negociar la paz.

Sí. Es difícil otorgarle demasiada credibilidad a cualquier pronunciamiento del ELN, pero es una señal importante y era esperada por organizaciones internacionales que trabajan en torno al tema de la paz. Tenían la esperanza de que un triunfo de Petro implicaría por lo menos acercamientos con la guerrilla del ELN para lograr algún acuerdo con ellos. Sobre esa posibilidad yo mantengo un excepticismo razonable porque ha habido muchos intentos de negociación con el ELN que no han funcionado, en parte por una posición maximalista y muy rígida de esa guerrilla. Pero sin duda las expresiones recientes del ELN dan alguna señal de esperanza.

El gobierno entrante ya está en contacto con legisladores de otros partidos en busca de mayorías parlamentarias. ¿Es posible que las consiga?

Si uno hace el rastreo hacia atrás de los diferentes gobiernos, generalmente comienzan habiendo logrado una coalición mayoritaria en el Congreso. Las negociaciones de estos meses son claves para eso. Lo que es inédito en este caso es que se trata de un gobierno que no pertenece al establishment político y un gobierno de izquierda, que también es algo inédito en el caso colombiano. Esos dos elementos pueden dificultar la conformación de esas mayorías, pero yo no descartaría la posibilidad de que se logre ese apoyo mayoritario, por lo menos inicialmente, en ese período denominado de luna de miel. Creo que los actores políticos que están en el Congreso son conscientes, o se hicieron conscientes en la elección, de la demanda masiva de cambio y no quieren quedarse apeados de ese carro del cambio que va a representar Petro. De alguna manera van a tratar de subirse para recibir los réditos políticos y electorales que eso representa porque quedarían en una muy mala posición si son percibidos por la opinión pública como aquellos palos en la rueda al cambio que está proponiendo el gobierno.

En cuanto a la política exterior, Petro ya conversó con los presidentes de Estados Unidos, Joe Biden, y de Venezuela, Nicolás Maduro. Y con el gobierno venezolano está de acuerdo en abrir las fronteras, que es algo pendiente. ¿Eso podría ocurrir rápidamente?

Sí, yo creo que eso va a ocurrir relativamente rápido. Va a restablecer relaciones diplomáticas con Venezuela y esas relaciones van a facilitar el manejo conjunto del problema de fronteras. La política del gobierno actual, de cierre de fronteras y de apoyo a [Juan] Guaidó como presidente interino de Venezuela, lo que ha generado es que el Estado se ha retirado tanto de un lado como del otro, y ese es territorio de bandas criminales que se encargan de transportar personas y bienes a través de la frontera, que es enorme. Entonces yo creo que es una medida necesaria e importante.

Petro también habló con el presidente Biden, lo cual es significativo porque el presidente actual, Iván Duque, tuvo que bregar mucho para tener algún contacto con el gobierno de la Casa Blanca. Eso, en parte, en respuesta del Partido Demócrata a la toma de posición del partido del presidente [Iván] Duque, el Centro Democrático, a favor de Trump en la elección de 2020. Hubo miembros del Centro Democrático haciendo campaña por Trump en Florida. Y eso en el gobierno de Biden no caló muy bien, y en parte dificultó las relaciones con Duque.

Y con respecto a los demás gobiernos de la región, ¿puede haber una sintonía con gobiernos de izquierda como el de Chile o un eventual gobierno de Lula?

Yo creo que es natural que exista esa sintonía, pero no estoy seguro de si eso se va a materializar en una agenda multilateral concertada con esos gobiernos. Mi impresión es que el gobierno de Petro se va a concentrar en el problema de Venezuela por un lado, en las relaciones con Estados Unidos, que son importantes para Colombia, y con tantos problemas o con tantos asuntos domésticos de los que tiene que ocuparse, no lo veo tomando un rol muy activo en una agenda multilateral, pero puede que pase.

Con respecto a los empresarios, ¿qué señales han dado hacia el nuevo gobierno?

Lo que ha sucedido es que los directivos y las cabezas de las sociedades de agricultores, de comerciantes, de industriales, todos han expresado su voluntad, por lo menos en palabras, de trabajar con el nuevo gobierno de forma constructiva para bien del país. Esa es la retórica. Entonces, muy rápidamente las expresiones de los sectores económicos tienden a ser favorables a dialogar con Petro.

Petro se ha contactado con dirigentes de otros partidos, como Alejandro Gaviria. ¿Se puede ver una intención de acercar y de integrar a dirigentes de otros sectores políticos?

Eso es lo que ha expresado incluso antes de la elección, con lo que él llamó el “gran acuerdo nacional”, con los políticos que se habían acercado después de la primera vuelta a su campaña, incluyendo al candidato a vicepresidente de [Sergio] Fajardo, el doctor [Luis] Murillo, y está también Alejandro Gaviria, pero ese gran acuerdo nacional se va a extender. Yo he oído a uno de los senadores del Pacto Histórico decir: aquí vamos a tratar de reunir a la mayor cantidad de actores políticos con puntos inamovibles del programa, es decir, que no vamos a negociar ciertas cosas, pero otras sin duda las podemos negociar para armar ese gran acuerdo nacional. Los movimientos que se han visto de dirigentes de partidos cercanos a Petro parecen apuntar en ese sentido.