La empresa estadounidense Uber logró instalar su negocio en las principales ciudades de todo el mundo gracias a una estrategia que pasaba por incumplir leyes, engañar a la Policía, explotar la violencia contra los conductores y presionar secretamente con un poderoso lobby a los gobiernos durante su agresiva expansión global, según una filtración del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, divulgada este domingo por el diario británico The Guardian.
Según el trabajo conjunto, en el que participaron 180 periodistas de 29 países, hay 40 países directamente afectados por los documentos reunidos por el periódico con sede en Londres.
En respuesta, desde Uber emitieron un comunicado en el que expresan: “No hemos puesto ni pondremos excusas por los comportamientos pasados que claramente no son coherentes con nuestros valores actuales”.
La filtración sin precedentes a The Guardian de más de 124.000 documentos, conocidos como los Archivos de Uber, dejaron al descubierto las prácticas éticamente cuestionables de la compañía que dirigía entonces Travis Kalanick. La filtración abarca un período de cinco años, entre 2013 y 2017, cuando Uber estaba a cargo de su cofundador, Kalanick, quien trató de forzar el servicio de taxis en ciudades de todo el mundo, incluso si eso significaba violar las leyes y las normas que regulaban el trabajo de los taxistas.
De acuerdo a lo que informó The Guardian, los datos muestran cómo Uber trató de ganarse el apoyo de las autoridades cortejando discretamente a primeros ministros, presidentes, políticos, multimillonarios y dueños de grandes consorcios de medios de comunicación. Los archivos a los que accedieron los autores de la investigación incluyen más de 83.000 correos electrónicos y mensajes de Whatsapp, incluidas comunicaciones totalmente francas y sin ningún tipo de filtros entre Kalanick y sus principales colaboradores al mando de la empresa.
Este nivel de impunidad queda de manifiesto en mensajes en los que los ejecutivos de Uber dicen explícitamente que no se hacen ningún tipo de problema por estar violando leyes e incluso en algunas comunicaciones por parte de la compañía con un ejecutivo bromean con que se habían convertido en “piratas”, y en otra admiten que son “simplemente asquerosamente ilegales”.
La generación de hechos de violencia tampoco era descartada por las máximas jerarquías de Uber con tal de llegar a sus objetivos.
En una de las comunicaciones reveladas, Kalanick -quien se retiró de la empresa a fines de 2019 para abocarse a otros proyectos- descartó las preocupaciones de otros ejecutivos de que enviar a los conductores de Uber a una protesta en Francia los pusiera en riesgo de violencia por parte de opositores a la empresa pertenecientes a la industria del taxi. “Creo que vale la pena”, replicó. “La violencia garantiza el éxito”, afirmó en aquel momento Kalanick.
Entre algunas de sus acciones ilegales reveladas, se supo que Uber espió a los taxistas y buscó usar en su favor las protestas por ellos protagonizadas. “Sería muy potente tener fotos de la violencia en Barcelona”, afirmó un directivo de la empresa, según informó El País de Madrid. De igual forma, también se tuvo acceso a frases de ejecutivos de Uber, tras su cese en España en 2015, que aspiraban a presionar a autoridades judiciales para revertir su decisión. “Sería útil tener información sobre el juez, encontrar sus debilidades y aprovecharlas”, manifestaron responsables de Uber en ese momento.
La filtración también contiene textos entre Kalanick y Emmanuel Macron, quien ayudó en secreto a la empresa en Francia cuando era ministro de Economía, durante la presidencia de François Hollande, permitiendo que Uber tuviera acceso frecuente y directo a él y su personal. Macron, actual presidente francés, parece haber hecho todo lo posible para ayudar a Uber, e incluso le dijo a la compañía que había negociado un “acuerdo” secreto con sus oponentes políticos en el gabinete francés.
En privado, los ejecutivos de Uber expresaron un desdén apenas disimulado por otros importantes políticos que eran menos receptivos al modelo comercial de la empresa.
Después de que el canciller alemán, Olaf Scholz, quien en ese momento era alcalde de Hamburgo, rechazara los planteos de los lobistas de Uber e insistiera con pagarles a los conductores un salario mínimo, un ejecutivo de la empresa les dijo a sus colegas que el actual líder del Ejecutivo germano era “un verdadero payaso”.
El nivel de soberbia de Kalanick y sus más cercanos colaboradores era tal, que en una ocasión, cuando el entonces vicepresidente estadounidense, Joe Biden, llegó tarde a una reunión con la compañía en el Foro Económico Mundial en Davos, en Suiza, Kalanick le envió un mensaje de texto a un colega diciendo: “Mi gente le hizo saber que cada minuto que se atrase es un minuto menos que tendrá conmigo”.