Guillermo Carmona, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la cancillería argentina, visitó semanas atrás Uruguay, donde se reunió con funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, legisladores y la vicepresidenta, Beatriz Argimón. Sobre la agenda bilateral, la integración regional y el reclamo de Argentina sobre las islas Malvinas, Carmona conversó con la diaria.
¿Cuáles fueron los objetivos de su visita?
Mi visita tiene que ver con mi rol como secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur. La agenda que desarrollamos en la cancillería desde esta secretaría considera esto como un trípode estratégico. Con Uruguay compartimos el hecho de ser estados costeros del Atlántico sur, igual que con Brasil. Compartimos el frente marítimo, que es esta experiencia muy importante de articulación en materia pesquera, de conservación de recursos marinos, de investigación científica en el marco del Tratado del Río de la Plata. Con Uruguay compartimos también agenda antártica. Entonces en este caso he venido a agradecer una vez más la posición de apoyo que Uruguay tiene hacia Argentina por la cuestión Malvinas, de reconocimiento de la soberanía argentina. Hemos podido repasar con distintos actores la agenda bilateral que tenemos en relación a la cuestión Malvinas, la cuestión Antártica y a los temas oceánicos del Atlántico sur. Y hemos podido también proyectar nueva agenda.
Hace unas semanas se puso en cuestión la posición de Uruguay de reconocimiento de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas porque el presidente Luis Lacalle Pou viajó a Reino Unido y estuvo ese tema en la agenda, según informó la embajada británica. ¿Hablaron acerca de esto en las reuniones que mantuvo en Montevideo?
De eso me remito a lo que ha dicho el gobierno uruguayo. El gobierno uruguayo no ha dicho lo mismo. Es importante tener en cuenta que por ahí hay cosas que se pueden confundir. Lo que haga Uruguay en relación a su política exterior es una cuestión que tiene que ver con la política uruguaya. Nosotros somos respetuosos de las posiciones que asumen los países de la región. Pero no se puede confundir una reunión de un presidente con un primer ministro con un cambio de posición. Eso no es concebible. Por ejemplo, el primer ministro británico le pidió una reunión al presidente argentino. Se reunieron públicamente. El presidente argentino le dijo: “Mire, todo lo que usted me dice, que quieren alimento, energía de la Argentina, le agradecemos mucho. Primero hablemos de soberanía sobre Malvinas”. No significa que porque hubo una reunión o una visita oficial cambie la posición. A nosotros lo que se nos transmitió es que no era un tema de agenda.
Antes de visitar Uruguay estuvo en Brasil.
Las agendas de la visita a Brasil y a Uruguay han tenido un denominador común porque los tres países formamos parte de la Zona de Paz y Cooperación de Atlántico Sur [Zopacas]. Estamos preparando una cumbre de la Zopacas que va a ser en Cabo Verde en noviembre. Entonces este ha sido un tema muy presente en las charlas con funcionarios brasileños y uruguayos. Coincidimos en la importancia de que el Atlántico sur sea preservado como una zona de paz y de cooperación, que no haya introducción de armamento nuclear, y compartimos una preocupación también sobre el riesgo que representan las tensiones en otras áreas del mundo en espacios oceánicos, la voluntad común de que no queremos que se nos trasladen conflictos de otras regiones a nuestros espacios marítimos. Así que fue una agenda igualmente multidimensional la que tuvimos con Brasil. Estuve en Chile también. Chile no participa en la Zopacas, pero sí tenemos cooperación con Chile en temas antárticos y en temas oceánicos. Los tres países, como todos los países latinoamericanos, sostienen que es una política de Estado el reconocimiento a la soberanía argentina sobre Malvinas. Eso nosotros lo valoramos y lo agradecemos. Con los tres países y el resto de los países latinoamericanos tenemos prácticamente con todos agenda antártica y agenda oceánica.
¿Qué implica una agenda antártica y oceánica común?
Hoy en la agenda internacional los mares y los océanos ocupan un papel muy relevante. Hay convenciones que se están negociando en la Organización de las Naciones Unidas, hay distintos foros internacionales donde se tratan los temas oceánicos y marítimos. Hay coaliciones de países que coinciden, por ejemplo en términos de protección de los mares. La agenda está vinculada, por un lado, a la investigación científica marina, conocer mejor los mares y las plataformas continentales; después hay un componente ambiental de preservación, de cuidado, muy vinculado con las políticas sobre el cambio climático; y hay una dimensión, que en la Zopacas está muy presente, que tiene que ver con la defensa y la seguridad. En el caso de la Zopacas, hay una articulación de los países sudamericanos, también una muy buena relación con los países africanos con costas al Atlántico sur, en función de que los países de la región podamos garantizar condiciones de seguridad de tránsito marítimo, que podamos tener experiencias compartidas con relación a cómo canalizar la defensa nacional en un marco también de cooperación y de integración regional. Ese componente también está presente, especialmente en la Zopacas.
Y aparece un factor disruptivo que es la presencia militar británica en Malvinas. Ese es un aspecto en el que Argentina pone especial atención, y los otros países de la región se han manifestado dentro de la preocupación que eso genera en términos de militarización. Yo lo grafico de la siguiente manera: a más de 12.000 kilómetros de Londres, y a solamente 600 y pico de kilómetros de la costa argentina, hay una base militar que tiene, para un conjunto de residentes que son poco más de 3.000 habitantes, 1.500 efectivos militares. Eso te habla de militarización, te habla de que estás ante uno de los territorios más militarizados del mundo. Incluye la presencia de un submarino de propulsión nuclear con capacidad de portar armas nucleares, armamento de última generación en materia de artillería antiaérea, barcos, aviones. Paradójicamente, entre los países de nuestra región no hemos tenido dificultades. Hoy las hipótesis de conflicto no están orientadas a los países vecinos. Aparece una preocupación común de una potencia extrarregional. Eso también tiene que ver con las preocupaciones que se manifiestan: el rechazo a la militarización de una potencia del hemisferio norte. Este tipo de cosas a Argentina le generan preocupación y los países de la región la han manifestado en varias ocasiones a través de Mercosur, la Celac y, en su momento, de la Unasur.
Acerca de la integración regional, ¿piensa que pueden incidir los cambios de gobierno que ha habido en Chile, en Colombia, y la posibilidad de que haya uno también en Brasil?
Soy un fuerte partidario de la integración. Tengo convicciones integracionistas. Cuando he sido legislador he tenido buena parte de mi agenda como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores enfocada en los temas de integración. Fui miembro del Parlamento del Mercosur. Para mí es un tema absolutamente prioritario, y tengo la concepción de que la integración se hace con los gobiernos que están, sean de la orientación política que sean. Uno puede tener más afinidad con unos que con otros, pero la integración arranca en la integración de los pueblos. Lo importante es generar oportunidades de integración real entre pueblos hermanos, que compartimos una historia, una lengua en el caso de los hispanoamericanos, y nos entendemos perfectamente con el país de habla portuguesa, con Brasil. No pongo énfasis en las diferencias ideológicas porque me parece que el desafío es hacer la integración con quien esté en el gobierno.
Recuerdo una etapa en la que había una mayoría de presidentes progresistas, pero había también presidentes de derecha, con posiciones muy distintas, y fue una de las etapas de mayor énfasis de la integración. Tenías en la misma mesa a Evo Morales y a Álvaro Uribe, tenías a Sebastián Piñera y a José Mujica. Creo que hemos demostrado que podemos mantener los procesos de integración más allá de la orientación ideológica del gobierno. Mi expectativa es que se profundice la integración, después cada pueblo decidirá quién es el presidente o presidenta.
¿Cómo evalúa el estado actual de la integración regional?
Creo que argentinos y uruguayos, y también los mercosurianos, tenemos que poner más en valor las cosas que hacemos. Hay muchas cosas que se desconocen. Te voy a dar un ejemplo de mi incumbencia. Yo siempre supe que había un frente marítimo, consecuencia del Tratado del Río de la Plata, y que se hacían cosas, pero nunca tuve, hasta que asumí mi función, conocimiento de la cantidad de cosas que se hacían. El hecho de que haya una zona común de pesca y que se respeten las reglas, que uruguayos puedan pescar, que argentinos podamos pescar, que no sea una zona de conflicto sino de cooperación, es positivo para Uruguay, es positivo para Argentina, y la mayoría no lo sabe. Hay quienes dicen “fracasó el Mercosur”; muchos piensan así porque a lo mejor no tienen en cuenta los sectores de la economía de un país y de otro que se ven favorecidos por los intercambios que antes no existían. Creo que primero hay que poner en valor lo que estamos haciendo, y segundo plantearnos desafíos en conjunto y ver cómo podemos transitarlos.
¿Considera que hay alguna posibilidad de avanzar con Reino Unido en el tema Malvinas?
Estoy convencido de que vamos a avanzar. ¿Qué significa avanzar? Primero hay que tener en claro cuál es el objetivo. El objetivo lo marca nuestra política de Estado que está escrita en nuestra Constitución, que es la recuperación del ejercicio efectivo y pleno de soberanía de acuerdo al derecho internacional, por la vía diplomática. Todo lo que hacemos, nuestra tarea, apunta a ese objetivo. Reino Unido se muestra reticente, y ante la reticencia británica lo que corresponde es la persistencia argentina. Seguir insistiendo.
Estoy convencido de que este apoyo tan fuerte que tenemos a nivel internacional y también de que oportunidades que brindan los cambios de escenario internacional, tarde o temprano, van a derivar en una negociación. Porque las negociaciones existieron. Los británicos tratan de olvidarse de esa etapa, pero entre 1966 y 1982 existieron. Incluso se tiene el concepto de que lo que terminó con las negociaciones fue la guerra, pero meses antes de la guerra, en febrero de 1982, Reino Unido declaró unilateralmente el congelamiento de las negociaciones por diez años. Esa situación era un indicio de la falta de voluntad británica en un momento en que se había avanzado mucho.
Las negociaciones que existieron partían de una premisa de que Reino Unido tenía que devolver las islas; lo que se discutía era de qué manera, en qué condiciones, en qué plazos. Hubo distintas propuestas. Entonces hay un antecedente de que existieron negociaciones. Lo que buscamos es volver a anudar ese hilo que se cortó. Esto requiere la voluntad del gobierno británico. Esta voluntad hoy no aparece. Pero también los británicos saben que esta actitud que están teniendo de reticencia les produce un problema de reputación internacional. Porque el que no respeta las normas internacionales tiene como mínimo una suerte de reproche internacional. Entonces nosotros con paciencia vamos a seguir insistiendo. En algún momento se va a dar.